CONFERENCIA SOBRE LA SITUACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES EN LA PANDEMIA

 
 
    ¿Cómo afecta la Pandemia a la Universidad Ecuatoriana? La respuesta la haré en un esquema de tres-cuatro-cinco: tres puntos sobre el contexto, cuatro puntos de análisis, y cinco posibles salidas.
Cuando preguntamos a la universidad aludimos al ámbito institucional. De entrada  debemos  afirmar  que  la  pandemia  y  en  general  las  situaciones  que provocan crisis lo que nos demuestran es que las instituciones siempre estáatrasadas con respecto a la realidad. Suelen aparecer muy lentas y a veces, equivocadas. La reunión de los Cien años Córdoba en el año 2018 no fue la excepción. Córdoba 2018 repitió lo definido en Cartagena 2008: la educación es un derecho humano, un bien público, un deber del Estado. Era importante no dar un paso atrás, pero –me parece que Córdoba no fue capaz de interpretar lo que estaba pasando en América Latina y el mundo. Hubo muchas razones y situaciones para no ser más osada. Pensaría que una, quizás la más importante, tiene que ver con la presión de las universidades privadas a quienes estaban al frente en su organización y el contexto latinoamericano en el 2018, que todavía sigue siendo, con algunas excepciones, un contexto derechizado, en algunos casos incluso es la ultraderecha quien conduce nuestros gobiernos.

    Córdoba hoy, desde la pandemia, indica que nos quedamos atrás frente a lo que estaba aconteciendo, por ejemplo, hicimos un plan muy tecnocrático, antidemocrático,    inservible    y    adoptamos    un    discurso    de    cambios. Las transformaciones educativas se suspendieron en la región y las universidades, como toda la sociedad, continuaron en lo que yo llamo la tecno-psicótica de la digitalización. Tampoco pudimos salir de la axiomática capitalista que indica que el crecimiento es igual a la acumulación. Cuando digo axioma, quiero señalar que son  esas  expresiones  que  se  afirman  pero  que  no  se  pueden  probar.  Las universidades en la región estaban contagiados desde antes. Nunca lo supimos, si algunos llegamos a saberlo, no nos importó.
Estamos en una mutación y no en un cambio y menos en una transformación. hay tres facetas que quiero señalar para referirme a la mutación que  experimentamos. La  primera  es  la desigualdad que provoca el capitalismo financiero, que se ha agudizado en la Pandemia y antes por el fenómeno del cambio climático, que tiene relación con el desarrollo extractivista que no se detiene, y por el capitalismo digital, que también venía desde antes, pero que ahora se ha fortalecido. El último informe de Oxfam 2020 señala que en América Latina hay alrededor de setenta personas que son mil-millonarios, -tienen más de mil millones de dólares, y en  la pandemia han ganado alrededor de 4  mil millones de dólares. De ellos, casi cuarenta están en Brasil. Por eso es que es muy difícil separar la pandemia del neoliberalismo y el neoliberalismo de la política autoritaria.

    Tal situación es inmoral y se está convirtiendo en insostenible. Seguramente va a traer muchos problemas porque los pueblos están irritados desde ya hace algunos años, lo están ahora y lo estarán después. La pandemia ha acelerado la crisis. Los pueblos se han levantado desde Quito hasta Beirut, porque no tienen empleo, tienen hambre, no tienen los derechos básicos que el capitalismo alguna vez ofreció. Ecuador, Chile, Bolivia, Brasil, Colombia, Francia, Irán, Líbano, Argentina hasta antes de llegar el presidente Alberto Fernández La Primavera Árabe…, todos ellos son el síntoma de una mutación profunda. La pandemia está recalentando el cuerpo planetario que ya estaba caliente.

    Segundo, todavía nuestra humanidad y nuestras universidades no tienen esa fuerza para plantear un nuevo modelo de desarrollo que no destruya la naturaleza. No quiero decir que no se esté haciendo nada, pero seguimos en el gran absurdo de la civilización: destruimos la naturaleza de la que depende la vida. La palabra que se hizo muy común en estos últimos años es la palabra la “extinción de la especie”. ¿Ustedes se acuerdan de lo que pasó en Australia en 2019: un incendio que no lo lograron detener durante meses? ¿Y en Nueva  Delhi? ¿Y en la Amazonía?, provocados seguramente para aumentar la frontera agrícola.
¿Ustedes se acuerdan de la gran marcha del 15 de marzo del 2019 por el cambio climático? Todo es eso estaba indicando que estábamos pasando de la utopía a la distopía.

    Tercero,estamos transitando hacia el tecno-totalitarismo de las sociedades conectadas y el capitalismo digital. Cambia lo proxémico, lo cognitivo, el cuerpo, todo que tiene que ver con máquinas informáticas y sus automatismos. Actuamos sin que los cuerpos se encuentren. Los dispositivos van absorbiendo enormes cantidades  de datos. Zoom  sabrá  más  cosas de  lo  que  todos  pensamos  en la pandemia que cualquier Estado, universidad, biblioteca o librería del mundo. 
Ustedes  han  visto  ahora  la  disputa  por  TikTok  de  Trump.  Trump  no  es  una referencia,  ni  moral  ni  académica,  pero  lo  que  demuestra  es  la  lucha  del capitalismo digital por la hegemonía mundial. En realidad, estamos padeciendo la lucha por el colonialismo digital.
¿Qué está  pasando en el nuevo tecno-totalitarismo? La persuasión cada vez es más una impregnación, que la psico-esfera es una info-esfera, la conexión es la exactitud que solo se puede interrumpir por los virus informáticos. Ya no conocemos  la  ambigüedad  de  los  cuerpos  físicos,  tampoco  gozamos  de  la inexactitud como posibilidad. La conjunción ahora sólo es conectiva. Estamos en  lo que Byung-Chul Han llama “una comunicación sin comunidad”. La pandemia lo justifica más, porque todo contacto es un peligro y porque la conectividad es igual a la desmaterialización.

    Esos  tres  fenómenos,  el  fenómeno  de  la  desigualdad,  el  fenómeno del cambio climático y el de lo tecno-psicótico de lo digitalización inciden en nuestro planeta y actúan sobre las universidades de una manera muy detallada y tienen un impacto en nuestra vida y subjetividades. ¿De qué manera? Primera cosa: es evidente  que  hay  un  peligro  que  ya  no  es  solamente  peligro, el derecho a la educación está en peligro. Nuestra universidad –la ecuatoriana y la latinoamericana en general– es cada vez más precarizada. Ecuador hizo una reforma de educación superior con el ex presidente Rafael Correa y este gobierno neoliberal se propuso destruirla. Siempre vamos a encontrar sacristanes y turiferarios con la capacidad de  actuar  a  favor  de  tales  políticas  nefastas.  Hemos  tenido  en  Ecuador  un presidente neoliberal que entendió desde el inicio que conservar el poder era repartirlo  entre  los  diferentes  grupos  que  lo  disputaban.  Los  banqueros se apoderaron  del sistema financiero y una pseudo-izquierda se apropió  de la política por medio del reparto. Tal incisión fue la vía para la usurpación con acciones neo fascistas, marcadas por la represión, la mentira, la corrupción y la des- institucionalización de lo público.

    ¿Cómo lo hicieron? Se pasó de la política de la verdad a la política de las emociones. El miedo se instaló en el imaginario. La narrativa que justificó la persecución y el desmantelamiento fue la del correismo-anticorreismo articulada con la ideología del castro-chavismo de la derecha internacional. No hubo que apropiarse de los medios de comunicación porque estos siempre han pertenecido a importantes y nefastos grupos económicos. La repetición de una mentira se convirtió en verdad. Mientras se extendió el mensaje anti-correista, se repartió el país entre grupos económicos y políticos ambiciosos. El dinero y el poder fueron de la mano. Aunque se invitó a dialogar, nunca se diálogo, aunque se dijo que se lucharía contra la corrupción, esta se extendió sin precedentes, mientras tanto lo público se destruyó, las riquezas se repartieron, y el país fue entregado al FMI. Las  cuatro universidades emblemáticas fueron entregadas a poderes políticos regionales para intentar asegurar una votación en el 2021, el debilitamiento de lo público fortaleció la privatización.

    Cuando debilitamos lo público anulamos el futuro de los pueblos. Se  recortó el presupuesto de las universidades públicas tal como sucedió en noviembre de 2019 y volvió a ocurrir en la pandemia a inicios del mes de marzo. Aumento el despido de profesores sin contratos, y se disminuyó el tiempo de dedicación de muchos y a los pocos que quedaron se les impuso una carga horaria que anuló cualquier intento de investigación.  Se destruyó el sistema de becas a pesar de tener conciencia que aunque la educación sea gratuita y sea un derecho, si no hay becas las condiciones de nuestros estudiantes hombres y mujeres que quieren ingresar a la educación no les permitiría ni estar por largo tiempo.

    La  nueva  universidad  pública   regresa  a  la  elitización.  Permítanme  usar algunas cifras aunque no creo que el estatuto del número sea el mismo de la verdad. Entre un 25% y un 35% de los estudiantes de nuestras universidades públicas y privadas están en riesgo de una matriculación, porque sus familias han perdido  el empleo, porque  muchos  de ellos  van  a  tener que  trabajar  y porque volveremos al sistema de los años 90, en que se trabajaba de día y se estudiaba de  noche  o  a distancia. Nunca  se  les  pudo dar  apoyo  a  los  estudiantes en la
pandemia  con  computadoras  y  celulares,  como  lo  hicieron  algunos  países nórdicos. El escenario en el que caímos fue un escenario darwiniano.

    Nos queda claro que la educación como derecho humano va de la mano con el sistema, y que el sistema es injusto. Si cae el sistema, cae el derecho. Este es el límite de los derechos y de la democracia dentro de un sistema capitalista y neoliberal.

    Lo segundo es la anulación del aula. El aula que conocimos antes de la pandemia comienza a ser innecesaria. Con la educación digital hemos abierto un agujero en  el  concepto tradicional  de  educación.  No hay acciones simbólicas; lo que hay es una individualización del aprendizaje a través de un vínculo que nunca es comunitario. La pedagogía se reduce a hacer power points o videos. Se prohíben de manera indirecta los sentimientos comunitarios. La comunidad digital es una comunidad sin comunidad. De igual manera se anularon los cuerpos, el cuerpo  se esconde...   Como    en    un    Zoom:    hay   fragmentación,   no    hay  interaccióindividualizada, no hay intercambio. Es una educación sin rostro, donde desaparece  la  materialidad.  Las  sensaciones  solo  pueden  estar  como  una vibración de lo que decía Gilles Deleuze en La lógica de la sensación, hablando del pintor Francis Bacon: “la sensibilidad de los cuerpos”.

    Tercero, hay una parálisis relacional. Nosotros transitamos hacia la inmovilidad y lo que estamos viendo es un organismo cansado, estresado, en una tensión interrumpida de la competencia de creer que se produce porque se está activo, se tienen resultados, se publica. Estos cuerpos necesitan cada vez más drogas, más medicamentos. Venimos de una situación, antes de la pandemia, de sobre-aceleración  y  frenesí,  y  hemos  quedado  como  animales  asustados  inmovilizados en nuestras casas, caminando en las calles bañados por el terror porque cada persona es un enemigo cercano, provocado por aquello que todavía no conocemos.

    Cuarto, la psico-depresión: lo que tenemos ahora dentro del escenario ecuatoriano, y mundial, es la permeabilidad de la sensibilidad y el multitaskingestamos  en  un  tipo  de  prácticas  que  producen  nuevos  sufrimientos mentales, desórdenes de atención, cansancio-, depresión. No tenemos ya más tiempo para una atención consciente. Para tomar decisiones debemos actuar como autómatas. Nuestras decisiones ahora solo responden a períodos binarios: on/- off. Estamos colocados en una situación de pocas elecciones que ya no se comunican: confinar o morir, confinar o la economía, comer o la educación, parar la renta o ir a la escuela. Volvimos a la disyunción porque la única conjunción es la virtualidad. Estamos dentro de un sistema que explota nuestra energía mental por tal motivo estamos cada vez más estamos estresados.

    ¿Cuáles serían las cinco salidas, que considero, habría que tener en cuenta? Primero, tenemos claro que volver a la normalidad sería una grandísima estupidez: vamos a seguir entendiendo que la realidad es más radical que cualquiera de las hipótesis que nosotros hayamos tenido hasta este momento.
    Segundo, si queremos poner las cosas en orden, deberíamos pensar en que todos los neoliberales estarían condenados como en el juicio de Nüremberg a un aislamiento de por vida, por haber destruido la vida colectiva y todo lo que hacía parte de lo común de la vida.

    Tercero, tenemos que ir a lo impensable, a la redistribución, a la reducción del tiempo, a la frugalidad, al abandono del paradigma del crecimiento, a inventar energías sociales.

    Cuarto, los cambios posibles y los amargos. Tenemos que entender que no va a haber cambios fáciles y que por lo tanto, para poderlos hacer, no van a ser del modo pacífico. Seguramente lo que se venga sea la revolución de los desconectados, de la gente que entendió que estar conectado tenía que ver con la pandemia y salgamos un momento a abrazarnos, a acariciarnos.

    Quinto, volver a nosotros mismos. Tenemos que aceptar para poder hacer este cambio no hay un gran otro que nos va a salvar, un gobierno, un Dios, ya que aceptar eso implica asumir una posición del idiota al que se refiere Zizek: el idiota es el que no acepta que hay gran otro; o el imbécil, que sabe que existe un gran otro pero no confía en él; y si  rechazamos las dos anteriores podemos elegir ser un tonto que le pregunta al gran otro otro lo que tiene que hacer.
 
 
PREGUNTAS:
Roberto Agustín Follari: Pregunta para Freddy: ves opciones para la recomposición del campo político popular en Ecuador? Cuál sería el rol de la universidad en esto?
 
    No creo que el Ecuador pueda ser transformado sin una democracia radical. El Estado Nacion es un veguenza. Hoy sabemos que nadie nos salva, que nos salvamos solos y con otros. La universidad napoleónica ha perdido su funcionalidad en la precarización del ámbito social y economico. Tenemos que repensar el sentido de las universidades a partir de las urgencias del mundo. Es el tiempo de ir a las preguntas fundamentales, como niños y niñas.
 
02:11:17 Pablo Vain: Freddy: Mucho se habla de una "nueva normalidad" .
¿Es posible una nueva normalidad? ¿Qué sería eso?
 
    La nueva normalidad está siendo marcada por una gran disputa del capital. No quieren perder los privilegios a pesar del gran impacto en las poblaciones pobres. Está sucediendo una reacomodación del capital es estos pocos meses. Por otra parte, la distopía llena nuestros imaginarios, la pregunta es si ¿es posible la  utopídespués de la pandemia? Por último, me pregunto si seremos capaces de ir hacia una vida en la que separemos lo superfluo de lo esencial. Creo que ese es el  único camino posible.

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