EXISTEN CONOCIMIENTOS NO COLONIZADORES?


La educación no enseña solo saberes, ella se compromete con culturas que no son precisamente las culturas de los nativos donde enseña, por tal motivo podemos buscar nexos entre la educación y el imperialismo a partir de las culturas que enseña, las formas de vida y las cosmovisiones que constituyen al sujeto. Cómo separarnos de ello para hacer una educación auténticamente emancipadora?


 1.Del sujeto poscolonial al asesinato del sujeto

 Normalmente a la educación se le ha acusado de imperialista. Qué quiere decir esto?  Dos fenómenos reconocemos en culturas o grupos con orientación imperialista:

Uno es su tradición de querer dominar a otros, apropiarse de sus recursos, sus cuerpos y hasta sus imaginarios. Para ello usan la concepción de bárbaros, salvajes, incivilizados o después de la segunda guerra mundial, de subdesarrollados. Pero lo más importante es que sus epistemologías hacen el juego al Imperialismo tal como lo muestra Walter Mignolo en sus trabajos.

Dos, estos grupos o naciones se definen tener, casi por destino, una identidad superior a los grupos y países colonizados. Ellos son más que los otros. Su cultura es la mejor por lo que el bien es total ya que reconoce el mal en los demás dentro de la perspectiva de la dominación. Esto no significa que se trate solo de un asunto moral, en realidad estas concepciones están implícitos en los saberes que enseñan.

Estas dos condiciones son las que encuentra Edward Said y que le llevaron a afirmar que el Colonialismo y el  Imperialismo no es solo un proyecto territorial y económico, es un proyecto de constitución del sujeto donde la educación tiene un papel central pues la colonización se sustenta bajo el proyecto de educar a los nativos con el fin de subordinarlos a un proyecto que se encarga de hacerlos vivir como ellos quieren dependientes de un poder externo e interno a ellos.

Estos saberes constitutivos y constituyentes del sujeto suelen contener amplias generalizaciones con categorías que son interpretaciones evaluativas más que designaciones neutrales. El otro es organizado a partir de una jerarquizacion lingüística y clasificatoria que conlleva a la dominación. Por ejemplo, la categoría de la soberanía, aunque su origen corresponda a las guerras de la independencia, es ambigua, contradictoria y nefasta, pues se enuncia para provocar lo contrario. De igual modo sucede con la binariedad entre “lo nuestro” y “lo de ellos”  ya que el primero lo encontramos en lo segundo, es decir, que no es que solo nos afirmemos en la oposición sino que las relaciones coloniales buscan que “lo de ellos” sea “lo nuestro”: De manera más irónica, cuando decimos que eso es “lo nuestro”, en realidad lo que afirmamos es que es “lo de ellos” . Así, nos encontramos con que el poder sostiene un grado de borramiento oposicional con el fin de instalarse bajo la dialéctica del amo y del esclavo. Este borramiento es indispensable para hacer desaparecer las oposiciones y las luchas y así representarles en escenarios de jerarquías justificadas por naturales.

El borramiento de las oposiciones tiene una función diacrónica y sincrónica puesto que las estructuras coloniales pueden romperse  como una condición necesaria para que se perpetúen en el tiempo. Así, la categoría del nacionalismo es su mejor ejemplo. Se trata de una categoría sustentada en el mundo burgués la cual irrumpe en la destrucción del antiguo colonialismo al mismo tiempo que introduce nuevas formas de colonización y perpetua las anteriores. Ser nacionalista, en consecuencia, no es alguien que suele defender lo propio sino que utiliza esta categoría para colocar en venta lo de los otros y lo suyo.

La finalidad del borramiento solo se entiende cuando nos damos cuenta que la historia del mundo colonial propone una historia común entre el colonizado y el colonizador. Acá, el borramiento oposicional logra que el colonizado y el colonizador no aparezcan como tales, es decir, no hay ni colonizados ni colonizadores, solo vencedores y vencidos que como en el caso de Hegel lo son porque los unos lucharon para conseguirlo y los otros fueron presa del miedo que implica conservar la vida. Luego, se vive en el mismo tiempo aunque con tiempos diversos pues los unos viven el tiempo como cumplimiento divino a la manera como el Capitalismo de Calvino era igual a la predestinación divina y los otros esperando el tiempo de la utopía que es, en sentido estricto, un sin tiempo.

El film de Georges Orwels 1984 inicia con una frase inquietante y aplastadora y es: “quien se apodera del pasado se apodera del futuro y, quien se apodera del presente se apodera del pasado” . El borramiento oposicional introduce al colonizado y el colonizador no en un mismo tiempo. Existimos en el tiempo del colonizador de ahí que las revoluciones con fecha son en realidad señales de la eternidad en la que vive el amo. No hay un fuera del tiempo, existe otro tiempo, pero eso otro tiempo es una memoria sin agarre, pérdida entre los recuerdos y venida a menos con la nostalgia.

Para Negri el Imperialismo no existe, lo que hay ahora es el Imperio, mucho mas devastador, virtualizado y nómada. No hay una nación queriendo apropiarse de otras naciones, lo que hay son corporaciones transnacionales que son quienes ejercen el dominio mundial. Las tropas norteamericanas se pueden ir  de Irak, pero esto no es el triunfo de los Iraquies sino el comienzo o el aseguramiento de la globalización para el mundo árabe. Luego, el gobierno de Busch no es el problema, el problema está en los modelos de desarrollo, en el mundo que queremos o que asumimos como posible por único, en la imposición de este único mundo en todos los mundos posibles.

Dentro de este Imperio,  la institucionalidad comienza a funcionar como una empresa, su modelo único es el de la oferta y la demanda. La educación colonizadora ahora lo es pero bajo este modelo empresarial. En efecto que es lo que está pasando? Los niveles de resistencia desaparecen o lo que dirá Baudrillard, la negatividad deja de existir en un mundo en donde lo único que cuenta es el bien absoluto que hace que el mal sea ventrílocuo, es decir que solo puede hablar a través del hambre pero que se difumina en la ayuda humanitaria que impide una muerte temprana o en el territorio del dominador. Así, la crueldad no está en los países colonizadores con respecto a las colonias sino en las colonias sin colonizadores, como afirma Zizek -tenemos que entrar en la discusión sobre la auto-colonización- donde el amo no tiene que hacer sentir a los otros su poder pues el esclavo participa de él dentro del imaginario de vivir en una gran empresa cooperativa. El cinismo es que el poder se ejerce de mejor manera cuando son los esclavos los convencidos de que el poder lo tienen ellos o que todo depende de ellos.

Esta situación se parece a esos discursos motivadores y políticos en los que se les dice a la gente que las cosas están cambiando porque ya no somos más espectadores sino que estamos pasando a ser actores, tal como le escuchaba hace poco a Federico Mayor, Exdirector General de la UNESCO y Presidente de l’ Academie de la Latinité pues se esconden las relaciones de poder en un mundo en que el poder se ejerce con esa “crueldad excesiva” a la que hace referencia Etienne Balibar y la cual queda fuera de los análisis weberianos, marxistas y sorelianos sobre la violencia.

Si bien el Imperialismo inicio con una cierta conciencia de modernizar, instruir  y civilizar a los bárbaros, los incivilizados y los subdesarrollados, hoy presenta un rostro increíblemente dantesco pues se impone con el argumento del posible ataque a su territorio, así se les encierra, limita y reprime hasta su desaparición en su propio territorio. Podemos decir, contestando a Negri, que hoy el imperalismo no es que haya desaparecido, en realidad  actúa bajo la política del terrorismo con la acción legalmente asesina, ya no con la idea de constituir un sujeto poscolonial sino de hacerlo desaparecer para siempre. En este escenario la ONU es el gran sepulturero mundial con su famosa ayuda humanitaria.

El paso del sujeto poscolonial al asesinato del sujeto terrorista nos demuestra que la única educación que puede ser impartida hoy en día es la autista o la indiferente, la cual se instituye en la envoltura del mercado. En cierta forma, la educación de los colonizados fue un privilegio ahora que devienen biodegradables. No hay necesidad de convencer a nadie, es el tiempo de la oferta y la demanda de objetos consumibles donde los sujetos son objetualizados  y cuyo rostro paradigmático es, o el de la cara de los soldados norteamericanos riendo junto a los cuerpos desnudos humillados en las cárceles de Bagdad, o el rostro idota que presenta la CNN de los señores de la Bolsa de New York felices por el aumento de los valores comerciales en un mundo en que la mayoría comienza a experimentar hambre y a morir intentando llegar a los piases ricos o porque son hundidos por los marina norteamericana, o porque la ilegalidad de los emigrantes es simétrica a la legalidad asesina de los desarrollados y porque los muros aumentan para los pobres y miserables mientras la feria de la globalización del consumo borra todas las fronteras nacionales, étnicas, religiosas. 

El  rostro de los humillados del que hablará Levinas con respecto al Holocausto Nazi, es difícil verlo hoy pues  ese rostro es el árabe, un rostro que por terrorista y anti-globalizador ya no es humano. El límite de Levinas fue proponer lo otro en el campo de lo humano. La Shoa nos revelo no solo el fin de la poesía de Adorno sino también el fin de la prosa de Zizek. En otras palabras, ya no hay rostro pues el árabe ha sido colocado en lo inhumano. Los niños y las niñas destrozadas en Irak y el Líbano ya no pueden ser contados, ni fotografiados, no están en la culpa de los occidentales, son incluso condenados por la cristiandad de Benedicto XVI. 

 

2.     El rompimiento de las representaciones

 Ante tal panorama la propuesta del diálogo tiene visos cínicos. Podríamos decir que dialogar en un mundo donde estamos condenados no porque no negociamos sino porque negociemos es parecido a la mentira  de Rumfield sobre una guerra sin victimas o quirúrgica con los mísiles de la equivocación o la que acaba de realizar Israel con el Líbano, la cual sigue la línea de un cerveza sin alcohol, un sexo virtual sin sexo, un café sin cafeína o la revolución de los liberales como Bill Gates o los del círculo de Davos que es igual a una revolución sin revolución.

          En efecto no escapamos de la poscolonialidad sin lucha, sin rompimientos de las epistemes coloniales, sin anormalidad y sin ilegalidad. Explotar, controlar y eliminar, ese es el imperialismo. Cualquier ladrón en el mundo estará justificado no con lo que dice la constitución americana sino con lo que hacen sus líderes y sus políticas en el mundo.  Incluso los peores torturadores de cualquier país son legales y éticos. Esto nos demuestra que ya no estamos en la separación entre el decir y el hacer. La vergüenza no está en la incoherencia del sujeto. En la obra de teatro de Sartre Muertos sin Sepultura, Jeanne es violada como forma “común” de tortura  y ella en lugar de sentir la vergüenza en sí, la ve en los ojos de sus violadores. El asesino es totalmente coherente en su asesinato, con sus leyes, con su bombas y sus discursos. Por consiguiente las contradicciones de la dialéctica no son líneas analíticas de peso en el asesinato del inocente sino la obscenidad en la forma mas pura y mas aberrante que jamás podemos haber imaginado.

          La dominación y el asesinato suceden  antecedidos por algunas representaciones. Una de esas representaciones milenarias es la representación del saber o lo que llamaremos representación ilustrada. Su presencia en el Ecuador ha sido sintomática. Cuando se discutía sobre la firma del TLC los grupos de poder buscaron sacar de la discusión a los pueblos indígenas puesto que estos no conocían, decían ellos, qué era el TLC. En cierta forma resulta difícil conocer el TLC pues la información estaba censurada. En todo caso, no es un problema de saber o no saber. Quienes supuestamente sabían estaban seguros que bastaba con conocer para estar de acuerdo. De esta manera quedaba al descubierto que el saber es consustancial a la dominación. Esto no conlleva a una apología de la ignorancia sino a otra comprensión epistémica, diferente a los propuestos por la representación ilustrada.  Lo cierto es que cuando deconstruimos la representación ilustrada nos encontramos con aquello que Derrida llamo “la mitología blanca”  en la metafísica occidental  marcada por el carácter falologocentrico, lo cual lo podemos traducir del siguiente modo y es que la colonización construye al blanco como ley soberana y al negro y al indio como trasgresión, fealdad, brutalidad y maldad; el blanco es bueno y hermoso y el negro y el indio sigue siendo excluidos y auto excluidos por raza. Recientes estudios sobre grupos negros en Harlem demuestran que estas concepciones están interiorizadas en los mismos grupos y que aunque existan leyes que prohíben el segracionismo, la educación transforma estas preferencias que hacen parte de las reglas de la dominación. Así el Apartheid que condeno a Mandela a más de veinte años de cárcel sigue existiendo con una mayor eficacia dentro de la educación y los estados, ya no porque se hable mal de los negros y los indígenas, sino porque en ese no hablar mal o supuesta política correcta hay algo mas que la invisibilidad puesto que el no hablar va de la mano con el éxito que solo tiene un color y es el blanco, y mientras el éxito sigue siendo el mayor valor de esta cultura globalizada va a ser imposible desvelar este juego perverso.

          La representacion ilustrada es un saber que se efectiviza por medio de la liberación que nos dan las luces. El principio clave es liberarnos por medio de las ideas razonables y razonadas. Bajo este principio logramos ver y condenar el fundamentalismo islámico pero dejamos pasar el fundamentalismo del mercado y de las matemáticas de la nueva economía, el cual sacrifica hasta las propias concepciones de lo humano. Su máxima performance ha sido la afirmación del futuro en contra del pasado. Cuando va al pasado lo hace para condenar a las culturas. Estar con el tiempo, ser flexibles, todos estos lemas que tienen sentidos importantes, son introducidos dentro de la maquinaria capitalista  para su funcionamiento. Si el algún momento el pasado puede servir para algo, se hace bajo el registro del eco-turismo. Así, el pasado es destruido, distorsionado y desfigurado.

          Said sostiene que Occidente construyó una serie de representaciones sobre Oriente las cuales las hizo pasar a través de la educación. De este modo nosotros nos vemos no con nuestros ojos sino con los ojos del colonizador. Pretender saber quienes somos es repetir el libreto con las filosofías que han estado allí para nuestra dominación. Mi amigo José De Souza nos habla de la necesidad de cambiar los lentes –metáfora que utiliza para referirse a los paradigmas- pues no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época por lo que es indispensable para cambiar deconstruir y decolonizar nuestra mirada sobre los otros y sobre nosotros mismos.

          Vernos con nuestros propios ojos no es salir de la mirada del yo. Este mismo reto se nos plantea cuando nos referimos al contexto siguiendo a Derrida: nunca estamos fuera de contexto, en efecto nos encontramos en otro contexto cuando salimos del contexto de origen. Entonces, si la mirada que tenemos de nosotros ha sido una mirada del Yo, tenemos que hacer nuestra propia mirada donde los otros no sean nuestros nuevos colonizados, es decir, donde no hagamos un racismo a la inversa. Caso parecido sucede cuando decimos que la universalidad abstracta es igual al significante vacío de Laclau como en el caso de Mignolo. La crítica, en sentido estricto, nos abre no a las singularidades sino a la nueva universalidad: la singularidad, la cual no es nueva sino que es la misma universalidad moderna de la cual nosotros intentamos escapar.

          Llegamos a este punto mostrando cómo nuestros saberes liberadores han sido y siguen siendo la dominación de los otros. Huir de este punto no es tan fácil puesto que nuestra cultura descansa en esta aporía. El saber lo es todo, pero cuando vemos su relación con la dominación no podemos decir que el saber no es nada. El presidente Busch es lo contrario del Papa Benedicto XVI. Al primero se le puede acusar de su brutalidad, ignorancia y alcoholismo, el segundo es un Papa con una larga tradición académica. En cierto sentido, a uno le falta mayor saber y el otro esta en un demasiado saber. Tomarlo de esta manera nos crea un falso problema pues todo se puede resolver en un eclecticismo donde el saber sigue siendo central, más o menos parecido a una crítica que acostumbra a hacer la burguesía de nuestros países. El asunto no esta ahí pues los dos demuestran que tanto la ausencia de saber o el saber demasiado es igualmente brutal.

          La cuestión es mucho más difícil de precisar puesto que la representación de los saberes, quiérase o no, está al servicio del poder. Así, el cuestionamiento a la representación sigue siendo un cuestionamiento a uno de los mecanismos privilegiados de quienes aspiran o detentan el poder. Si alguien puede representarme para llegar al gran Otro que tiene en sus manos mi vida, está asegurado de por vida mi condición de esclavo y mi aspiración eterna a ser amo. Hablar en nombre de los otros siempre es una indecencia pero el hecho de hablar en mi nombre no me libera de seguir en la indecencia, pues el poder se despliega a través del saber decía Foucault, pero aún cuando me libero del saber no estoy  libre del poder pues requiero del poder para decir otras que quiero decir.

          El ejercicio del poder de un árabe, un indio, una mujer, un negro, un gay puede ser igual de violento que el ejercicio de poder de un blanco. No hay una esencialidad que nos proteja contra la brutalidad del poder. El santo tiene la posibilidad de convertirse en asesino cuando está en el poder y quizás puede ser más asesino que el asesino puesto que se encuentra investido por la santidad de sus acciones. Tampoco es un asunto ético en sentido lato. Se trata más bien de un asunto político puesto que no reconocer que el poder nos puede convertir en héroes y villanos  nos lleva a decidir por el otro, sin el otro, dentro de lo que Baudrillard llama, “el bien absoluto”  que consiste en la reducción de toda negatividad a una bondad paradisíaca. Esto se puede comprender mejor cuando oímos discutir sobre uno de los problemas acuciantes de las grandes capitales del mundo: la delincuencia y la inseguridad. A todos nos molesta que nos roben nuestras casas o que nos asalten al salir de ellas por tal motivo nos gustaría vivir en ciudades sin delincuentes pero que puede ser más violento que una ciudad insegura? La respuesta es: una ciudad muy segura.

          Las representaciones sobre lo otro y los otros que circulan en los saberes no escapan al etnocentrismo, al racismo y al imperialismo. Por qué sucede esto? Además de todo lo que hemos podido decir hasta el momento, adjuntaremos que una representación está empotrada en el lenguaje y su gramática, por lo tanto en la cultura y sus instituciones, esta hace que lo que digamos sobre el otro pertenezca al ambiente político del representador.  Es decir, que aunque tengamos la buena intención de hablar o escribir sobre el otro desde nuestro lenguaje, lo que resulta es un distorsión que beneficia al poder no del otro sino que se ejerce sobre los otros y las otras. Una colega profesora universitaria decía, conversando su experiencia en una universidad de América Latina, que le molestaba la manera como los estudiantes culpaban a los Estados Unidos de todos sus males y veía en esto una de las consecuencias del subdesarrollo nuestro. Cuando alguien le dijo cuánto se pagaba de deuda por cada peso mejicano o colombiano o dólar en Ecuador, hubo necesidad de pasar a otro tema. La cuestión es saber  si los prejuicios se caen cuando se confrontan con saberes o si tienden a persistir pues no es un asunto de solo racionalidad sino de emocionalidad incluida y con una fortaleza mayor tal como lo señalan Maturana y Varela. De esta manera, en la critica suele repetirse lo que se crítica. Ergo, el saber sobre algo no puede evitar estar al servicio de la dominación incluso el saber sobre nosotros mismos.

          Quisiera terminar planteando una pregunta y es si puede haber un conocimiento que no sea coercitivo? Un conocimiento que no transporte estas relaciones de dominación a través de las representaciones? Los saberes de los pueblos aborígenes de nuestros países son absolutamente nuevos a pesar de ser milenarios. Son estos saberes también dominadores? Cuáles son sus epistemologías? Son estas realmente emancipadoras? O tenemos que escapar a todo conocimiento?

 

 Bibliografía:

 

Fals Borda, Ciencia Propia y Colonialismo Intelectual, México DF Nuestro Tiempo 197º

Lander  E, La Democracia en las Ciencias Sociales Contemporáneas, Caracas, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, 1997

Said, E Orientalism, New York Vintage Books, 1979

Wallerstein I., Abrir las Ciencias Sociales, México DF., Siglo XXI, 1996

 

         


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