LA EDUCACION ENTRE EL NO SABER Y EL SABER, SUS LÍMITES Y CONTRADICCIONES
La educación y el no saber del poder
La educación se constituye en un supuesto saber aparentemente compuesto por ideas, conocimientos, ciencias y saberes. Suponemos que las instituciones educativas saben algo y que quienes vienen a sus instituciones requieren, buscan, y desean aprender esos saberes, y no solo referenciarlos para el trabajo; las sociedades los necesitan para su desarrollo, y la humanidad los reproduce para garantizar su futuro, y no olvidar el pasado a fin de entregar certezas en el presente. Así, el supuesto saber tiene un rol fundamental en la constitución del individuo como tal, del mundo del trabajo, la constitución de la sociedad, y la relación entre el pasado, presente y futuro. Suponemos que esos saberes son indispensables para el individuo, son imprescindibles para la sociedad y la humanidad se perdería sin ellos.
El supuesto saber lo requiere el saber y mucho más el no saber. El supuesto saber no lo desvanece el saber, y el no saber se oculta en el supuesto saber. Aunque sabemos se debe suponer que sabemos porque no basta con saber. Dicho supuesto es del orden de la creencia y el deseo. Suponer saber es creer que se sabe, y creer que se sabe es querer saber de quién creemos, sabe. El no saber puede camuflarse en el supuesto saber, inclusive el saber relativo o el saber mediocre puede aparentar el saber.
La dualidad entre el aprender y el enseñar, propio de la educación, oscila en dicho supuesto saber. Enseñamos los supuestos saberes y suponemos aprenderlos. Cuando el maestro enseña, supone que el estudiante aprende y el estudiante supone que el maestro sabe. Sin embargo, los supuestos parecieran desaparecer por medio del “estatuto del saber”, el “estatuto del maestro” y el carácter de la institución educativa. Existe un estatuto del saber que se deriva de los métodos y las epistemes de las ciencias exactas, dejando de lado otro tipo de saberes y epistemes, por lo que el supuesto saber juega también un rol excluyente. Uno de los saberes más aplastado es el referido a las pedagogías y las didácticas, en efecto es un no-saber o una saber minimizado. En sentido estricto, el saber es verificable, medible, experimentable, esto ya deja de lado muchos otros saberes que constituyen a los pueblos durante su historia. El estatuto de los saberes no existe separado del carácter institucional pues es siempre una institución de Educación Superior la encargada de concederlo o negarlo. El ser maestro es concedido por la institucionalidad, aunque un maestro se forme en la experiencia de la práctica. Así, aunque se mejoren los salarios de los maestros, académica y epistemológicamente ser maestro es como el tiempo de la Paideia Griega, un oficio de esclavos.
El saber es múltiple en sus acciones: saber hacer, saber pensar, saber sentir, saber vivir y convivir, luego, son cuatro vertientes estructurantes del saber. No todo saber puede derivar en el hacer, pero para hacer se necesita saber. Las artes son saberes del orden de las emocionalidades, pero como tales son saberes. El pensar es también un saber, aunque no haya saber sin pensar, al mismo tiempo que es una garantía para la producción de saberes. La vida se extiende y articula en el convivir con la naturaleza, los otros, las otras y lo otro. Luego, la vida se despliega en múltiples saberes existentes en las culturas y pueblos. Sabemos de muchas maneras, de diversos modos, por medio de una multiplicidad de epistemes. Suponemos que sabemos pensar, sabemos hacer, sabemos sentir, sabemos vivir y convivir, pero cada uno de estos saberes son perfectibles, algunos de ellos son invisibilizados, otros son dominantes y hegemónicos. Los saberes existen como supuestos atados a múltiples modos en tal medida el pensamiento único y las ciencias como una totalidad, serán siempre un artificio de dominación. Además de la multiplicidad, el saber está sometido a la historicidad en el hacer, el sentir, el vivir y el pensar. La historicidad señala la deriva, la disrupción y la discontinuidad. La multiplicidad y la historicidad son, por lo tanto, caracteres del estatuto del saber que configuran la noción del saber cómo un supuesto saber.
La educación supone los saberes, pero en cierto modo el supuesto no nace de la imperceptibilidad o la relatividad del saber, pero se justifica por medio de ellas. Paradójicamente suponemos el saber a pesar de constatar su existencia, reconociendo su imperfectibilidad, sin embargo, este “a pesar” es la condición de existencia de la “suposición”. En efecto, el supuesto es una condición propia del saber o la manera en la que el saber habita.
Los diversos tipos de saberes que constituyen las sociedades y la educación, no todos son fruto del pensar. Las culturas contienen saberes que se pueden reproducir sin que sean pensados y que en muchos casos nunca pueden ser sometidos a la crítica. De igual manera la ciencia construye conocimientos que pueden ser ciegos en cuanto a sus efectos debido al método. Aun así, la verdad estructura los saberes y los conocimientos. Luego, no es el pensar la constitución de la existencia como lo afirmo Descartes, sino el saber lo que constituye y garantiza la existencia y la educación. En sentido estricto, existimos porque sabemos y es gracias a que sabemos que existimos porque en cada cultura existen saberes sobre la vida, el convivir y el sobrevivir, a pesar que algunas de las nociones de vida no son integrales, tampoco amplias, y en muchos casos, la interculturalidad y la alteridad están ausentes.
Si el
carácter en el que existe el saber es la suposición, luego no es que sabemos,
sino que suponemos que sabemos para hacer algo, decir algo, sentir algo y
pensar algo. Ese supuesto saber esconde una verdad más inquietante y es que
este solo es posible debido al no-saber.
Luego, al suponer no es el saber instituido sino el no saber instituyente el perteneciente al supuesto saber. Dicho no saber no es el socrático de la
mayéutica, pues el no saber nunca es
superable. La mayéutica socrática parte de saber que no sabe para saber. Así,
no existe el saber porque somos conscientes del no saber, por el contrario, el único saber posible es el no saber. Luego no es el pensar lo que
constituye la existencia, es el no saber
el modo en la que existencia se experimenta. En consecuencia, la comunicación,
la política, la economía, la educación, la cultura, y la sociedad transcurren
en el no saber, en la hipótesis y los
prejuicios que pretenden ocultar el no
saber. Ergo todo dogmatismo es un olvido del no saber constitutivo.
El no saber de la Educación
Superior
La dislocación, la verticalidad y la clausura son detonantes para que la Educación Superior se pregunte ansiosamente sobre el acceso, la brecha, y la necesidad de intervenir en sus estructuras para modificar el peligro de su de-sustancialización sin nunca llegar a tocar el no saber de su supuesto saber. Tal ignorancia situada más allá de lo voluntario o involuntario provoca una serie de contradicciones. Por ejemplo, el acceso propio del discurso de democratización le da igual de fuerza al mercado y que al derecho. Todos tienen derecho a la Educación Superior, por eso el mercado se justifica pues ningún sistema público de Educación Superior lo puede garantizar. Quienes intentan dar una respuesta lo harán dentro de una sociedad de mercado y capitalista. En sentido estricto, el mercado tiende a definir a la Educación Superior independiente de su postura crítica frente al Neoliberalismo. En tal sentido, el acceso legitima a la universidad en crisis, sin embargo, el acceso no es suficiente para salir de ella, por el contrario, la agudiza mucho más.
La
brecha existente entre el Sistema General de Educación y el Sistema de
Educación Superior no puede ser reducida. La superioridad requiere que la
distancia sea infranqueable. Por tal motivo, el mérito es el paso
obligatorio. El acceso puede ser para
todos, pero no todos pueden acceder, simplemente porque la Educación Superior
no es de todos. Se puede garantizar el acceso universal pero nunca la
continuación o la titulación. Podemos tener una postura política emancipadora
sin que la podamos garantizar debido al modelo educativo y pedagógico que
usamos. Por tal motivo la brecha existe naturalizada y se requiere como en la
Lógica del Amo y el Esclavo. En cierto modo, su existencia se justifica en el no saber y en sus efectos reales.
Por último, la desustancialización se evidencia en la contemporánea necesidad de innovación. La necesidad de lo nuevo es un mandato sorpresivo Educación Superior, institucionalidad conservadora por antonomasia. En sociedades donde nos aburrimos constantemente la salida es innovarnos. El consumo nos vacía, el sexo se mecaniza, la política se desustancializa, la comunicación se reduce a los mensajes cortos y emocionales, mientras el vacío sigue invadiendo nuestras vidas. En dicho entorno, tenemos necesidad de innovarnos, pero no para escapar del vacío sino para soportarlo. La expansión del vacío acelera el no saber del supuesto saber. No sabemos para que estudiamos, por lo cual aumentan los niveles de deserción. La pertinencia deviene un indicador marginal que lucha contra la cuantificación expansiva. Paradójicamente cuando aparentemente todo se puede saber, el no saber es del denominador común de todo.
La facticidad del no saber
en el intervalo de la temporalidad entre Córdoba, Cartagena y Córdoba
En realidad, el no saber hace parte del advenimiento de los grandes acontecimientos que no son muy regulares. Pareciera que debemos esperar muchos años para que la humanidad pueda preguntarse y plantearse retos transcendentales, los cuales nunca sabemos de qué orden serán. En consecuencia, no tenemos ninguna seguridad en que el evento del 2018 llegue a tener un carácter de acontecimiento, aunque él también pueda ser aquello que nosotros queremos que sea.
En el ámbito de la temporalidad, la Reforma de Córdoba es el giro temporal que realizamos para vencer la incertidumbre del futuro y lanzar algunas luces sobre el presente. Hacemos venir un acontecimiento que sucedió en unas condiciones particulares y por consiguiente con otros significados, para intentar resignificar el presente y determinar los pasos que debemos dar de cara hacia el futuro. A dicho suceso le damos el carácter de acontecimiento. Cargar con Córdoba, en sentido estricto, es asumir los desafíos del presente, creyendo que dicho acontecimiento contiene las claves del sentido profundo de aquello que podemos denominar, la identidad de la Educación Superior Latinoamericana y del Caribe.
A algunos hechos le damos el carácter de acontecimiento, entendiendo estos como momentos en que el sentido esta más allá de las referencias contextuales, es decir, de espacios y tiempos singulares. Esta forma de actuar es propia de las sociedades. Solo a algunos hechos le permitimos resucitar del pasado para intentar, mediante hilos invisibles, juntar el futuro con el pasado y el presente. El no saber es un hilo que se extiende en los tres momentos: el pasado ya no es más, el presente se diluye siendo una experiencia que apenas la sentimos y el futuro no llega todavía. El saber sobre el pasado es un saber referencial. El saber sobre el presente es un saber que no sabe qué nos pasa. El saber sobre el futuro es un todavía no saber.
La mirada crítica hacia el pasado, desde el presente, nos alerta sobre el ave de Minerva advertida por Hegel. El pensamiento llega tarde para entender qué está sucediendo. El acto de pensar es inactual precisamente porque esta antecedido de un no saber que se confunde con un no pensar. Solo sabemos que nos sucede después de que sucedieron los hechos. En el intervalo entre lo uno y lo otro hay un vacío. Tal vacío es llenado por el no saber: no sabemos qué pasó, no sabemos qué está pasando y no sabemos qué pasará. Tal no saber es el que hace que nuestros actos puedan ocurrir de manera inesperada.
La reunión de Cartagena del 2008 se centró en la proclama de la Educación como un derecho humano y un bien público. El discurso de los derechos es el anclaje en el que la educación es puesta en su modo universal. Una educación para todos sin discriminación ni exclusión. Al ser la educación un derecho, está no puede ser mercantilizada. A ningún niño o niña se le puede prohibir la educación por ninguna razón económica, cultural, sociológica, religiosa, antropológica o política. Así, la universalidad de los derechos conlleva a la universalización de la educación, de tal modo que la lucha por una educación inclusiva y la universalidad de la educación, se convierten en dos factores claves de la política educativa. Sin embargo, el acceso universal tiene un efecto imprevisto y es que favorece a las instituciones privadas de educación. Luego, la pregunta es cómo el avance sobre la garantía de la educación nunca está libre de situaciones que no sabemos porque no las podemos prever. De igual manera la apertura universal de la educación sin una reforma profunda a la educación puede conducirnos a situaciones desbordantes en el acto educativo.
A modo de conclusión: la importancia del no saber en los grandes retos de la educación actual
El no saber es quizás la apuesta más importante, real y necesaria para pensamientos y acciones transformadores. Una universidad que se pone en movimiento es aquella que debe enfrentar el no saber. Algunos de los retos actuales de la Educación Superior pueden ser los siguientes:
De una universidad de la profesionalización y la titularización hacia una universidad de la transformación. Creemos saber cómo preparar a los profesionales para las sociedades actuales, sin embargo, la universidad latinoamericana sigue anclada en algunas profesiones durante décadas. Sin embargo, no se trata de solo adaptarnos. La adaptación no es suficiente. Requerimos de universidades que se coloquen en el andarivel de la transformación. Transformar para qué, cómo transformar, estas son dos preguntas fundamentales. Ambas hacen parte del no saber. Necesitamos sacar a la universidad del saber seguro, tranquilo, para colocarla en preguntas desestabilizadoras que nos obliguen a construir una universidad innovadora y transformadora. Queremos que la universidad no se ancle en lo inevitable, sino que nos ayude a pensar en lo posible.
De la monoculturalidad universitaria hacia una universidad intercultural. La interculturalidad puede ser uno de los retos claves en el mundo contemporáneo. La educación está inscrita en una cultura occidental, lo cual la convierte en una institución contradictoria. Pasar de una universalidad occidental a una universalidad intercultural es un paso del saber a no saber, no solo en el ámbito del qué sino también del cómo. Una educación abierta a los otros, las otras y lo otro es inédita no tanto en la investigación como en su configuración institucional y cultural. De hecho, la apertura a la alteridad requiere de la ética por encima de la política y el cognitivismo. No se trata de cambiar a la universidad, lo que requerimos es cambiar la educación.
El paso de la extensión universitaria a la vinculación con la sociedad es también un reto del no saber. No se trata de una universidad que coloniza los espacios de la vida, sino más bien que aprende de la vida. No es la universidad que va la sociedad sino la que deja que la sociedad le interpele, le cuestione. En tal sentido, aprende de ella porque no se cierra a ella, crece con ella y se transforma en la medida que transforma la sociedad.
Del pensamiento que separa al pensamiento que junta a partir de la definición de lo común y del compromiso con él. Habitamos en el pensamiento que divide, que selecciona lo bueno y lo malo, que reduce la realidad a lo único, que prioriza lo cuantificable sobre lo cualificable. Un pensamiento de este modo no puede valorar a la educación. No se trata de elegir solamente entre lo público y lo privado, se trata de definir lo común y colocarlo como un asunto vital e intocable. La definición de lo común implicará el asunto más importante de la democratización como un crecimiento hacia los lados y también en rompimiento con la historia.
Por último, necesitamos pasar de una educación que se fija
en el saber, como repetición y enseñanza, a una educación que se vincula con el
no saber, en la aventura del aprendizaje
y del des-aprendizaje, donde la formación de maestros haga parte del cambio de
la educación en general.
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