LOS APRENDIZAJES QUE TENEMOS QUE APRENDER

 

Quisiera desarrollar una pregunta muy sencilla, y es ¿Qué debe aprender la UNAE en su comienzo? Para responder a tal pregunta me apoyaré en cinco aspectos: 1. aprender es el oficio más antiguo del mundo; 2. las lecciones del auto-didacta; 3. la paradoja del albañil; 4. las exigencias de la filiación; 5.  la virtud de los bravos.

 

     Aprender es el oficio más antiguo porque hace parte de la vida

 

Aprender es el arte más antiguo del mundo.  Los panaderos, zapateros, albañiles, carpinteros, campesinos, obreros, indígenas, tienen saberes que los han transmitido de generación en generación, saberes prácticos y teóricos, comunitarios e individuales, ancestrales y populares, de generación a generación, de forma oral y práctica, sin la intermediación de escuelas especializadas, regularmente de padres a hijos.

 

En la vida de cada uno, todos aprendemos muchas cosas, por necesidad o por curiosidad. Para algunos de estos aprendizajes, a veces nos sentimos sin preparación, como puede ser aprender el uso de las tecnologías para un adulto mayor, o un idioma para alguien que no ha pensado en viajar. Los aprendizajes vienen también con las transformaciones sociales. Hoy, los hombres hemos tenido que aprender algo de cocina porque la mujer ha roto con el destino del hogar. Los nuevos idiomas tocan la puerta por eso ahora estamos obligados a aprender algunos de ellos. Las nuevas tecnologías nos desafían, no son solo como un asunto de curiosidad. Cada vez más nos sentimos obligados a adaptarnos, y esto es aprender, a un mundo que va velozmente y que contiene muchos más aprendizajes.

 

No solo se aprende oficios, ciencias, saberes del mundo, el aprendizaje, también es un aprender a vivir. La vida suele tener aprendizajes muy difíciles de aprender, algunos casi imposibles, por ejemplo, ¿cómo se aprende a vivir en la incertidumbre? ¿cómo aprender e estar en lo que no se puede cambiar? Cada tiempo trae sus aprendizajes particulares. Nos caracterizamos por aprender de acuerdo a los tiempos y a los lugares que hemos o que nos ha tocado vivir. Por ejemplo, en Azogues, hay miles de mujeres que se dedican a la paja toquilla, por diversos motivos y sin duda uno de ellos son los efectos de la migración.

 

Encontramos también saberes que tienen una relación profunda con el buen vivir, con los productos orgánicos, la comida, la curación, el cuidado, la importancia de la fiesta y de la solidaridad, la siembra y la cosecha, la predicción de la lluvia, y muchos otros de que se encuentran en la llamada economía social y solidaria.

 

Algo muy distinto es aprender cuando las situaciones son favorables, cuando el destino ya no depende de los lobos rapaces del Neoliberalismo, cuando podemos tomar la historia en nuestras manos y podemos decidir y construir. Estamos inaugurando una universidad para que la educación se convierta en un medio para alcanzar al Buen Vivir.

 

La educación es el acto que se define por los aprendizajes. A la educación se viene a aprender. Nosotros juzgamos a una institución educativa por los aprendizajes y no solo por las enseñanzas. Una escuela puede tener muy buenos maestros, pero sino se aprende, la escuela no sirve. Aprendemos para devenir humanos, pensaron algunos de los pedagogos de la modernidad, aprendemos para una buena vida, decimos nosotros.

 

          Sin duda que el oficio más antiguo del mundo es también el más difícil. Aristóteles en la ética a Nicómaco, decía que para aprender a tocar la citará hay que tocar la citará, pero sí sabemos tocar la citará no tenemos por qué aprender a tocar la citará. No se aprende cuando se cree que se sabe, porque el supuesto saber nos aleja del aprender. Luego, para aprender hay que comenzar por reconocer que no sabemos, pero este no-saber no pertenece a la Ilustración.  En otras palabras, no es no-saber para que nos diga el Norte porque el mundo tiene que ser occidental, globalizado y capitalista, es que ellos nos han dejado saber, porque el Buen Vivir lo ocultaron. En consecuencia, la educación necesita mirar a los lados, porque se aprende con los otros, y las otras y a partir de lo otro. También es mirar hacia atrás, porque nos dijeron que allí solo había ignorancia y barbarie y rescatar esos saberes y es mirar hacia el futuro para un nuevo comienzo con otros saberes que hacen parte de la vida buena, igualitaria, diversa, y común.

 

Las y los estudiantes que vienen a la UNAE tienen la experiencia de los maestros y maestras que los formaron desde su infancia, luego hay aprendizajes y muchos de ellos pueden marcar todo lo que puede venir, serán cosas no muy buenas a veces. La pregunta es ¿cómo articular esos saberes con los nuevos saberes que requiere un maestro hoy?  ¿Cómo no hacer tabula rasa sin dejar de aprender? ¿Cómo estar abierto a lo nuevo sin dejar de lado lo importante? ¿Cómo se aprende a construir el Buen Vivir a partir de la educación?

 

2. Lecciones del autodidacta

  

El educador es alguien que acompaña, que ayuda, es una partera que está presente en la mayeutica de la tradición socrática. Algo nuevo tiene que nacer, pero eso nuevo tiene relación con algo viejo que los vendedores de baratijas de la modernidad, descuidaron, con algo que pasa por nosotros y que la posmodernidad ha disuelto. No se puede aprender rompiendo las identidades, destruyendo los lazos comunitarios. No hay aprendizaje cuando no sabemos quiénes somos, y menos cuando lo que queremos ser, ya no tiene relación con la naturaleza.

 

          Toda lección debe ser una respuesta decía Dewey, es el principio de los métodos activos o de la nueva educación. ¿Cuáles son las preguntas que tenemos cuando se inicia con la formación de un maestro o maestra? ¿De dónde vienen esas preguntas? Necesitamos preguntar al iniciar, preguntarnos en el transcurso, y seguir preguntándonos al terminar los ciclos. Las respuestas que eliminan las preguntas, detienen la posibilidad de pensar y de pensarnos.

 

          Podemos reivindicar la paternidad –y la maternidad- sin casualidad decía Levinas. En la educación siempre hay alguna cosa que sucede del orden del milagro. Nunca estamos en el registro de la transmisión mecánica sino en el de la construcción frágil de lo humano. Todo lo importante tiene que ver con nosotros y a pesar de nosotros, y todo lo miserable no se puede entender sin nosotros. En tal sentido, la UNAE puede ser para Azogues, para el Cañar, para Ecuador, para América latina y el Caribe la oportunidad de algo totalmente nuevo que no sucederá sin nosotros, y que si ocurre, será más allá de nosotros.

 

Cuando educamos, tenemos que advertir que siempre es el otro el que aprende. Meireu dice: nadie aprende por otro. Quienes aprendemos, somos nosotros. Lo que se aprende no se olvida. Un buen maestro es el que nos ayudó a aprender, no es por lo tanto el que sabía mucho. Yo no aprendo a nadar en el lugar del otro, solo lo puedo ayudar para que por sí mismo aprenda. Así, los milagros no ocurren sin que creamos que pueden ocurrir, pero sobretodo sin que hagamos algo para que estos sucedan.

 

3. La paradoja del albañil

 

Claude Levi Strauss dice que el albañil nunca es el ingeniero y su diferencia es que trabaja con materiales pre-construidos, busca una vieja rueda, una puerta usada, un pedazo de caucho reciclado, arena o tierra que sabe dónde encontrarla. Trabaja con elementos ya pre-existentes y cuando no puede, sabe dónde encontrar lo que necesita.

 

Nosotros los maestros somos albañiles. No somos científicos, ni químicos, ni estadistas, ni biólogos. La mayoría de científicos son muy malos maestros. El problema mayor viene de quienes que creen que sus estudiantes tienen que aprender de ellos, y nos colocan la pregunta de ¿cómo aprenden sus estudiantes?

 

Los maestros de las escuelas parten de objetos pre-existentes como las matemáticas, la historia, la lengua, y con todos estos se provoca el acto de educar.  Con esas y otras disciplinas ellos forman a alguien totalmente nuevo y personal, en relación con el mundo, como pensaba Freire. Incluso sabemos que no son solo disciplinas que hay algo esencial que constituye a la educación. Nos preguntamos, entonces, ¿cuáles son los saberes que constituyen la educación para el Buen Vivir?

 

Construimos a partir de lo que tenemos, con los materiales didácticos de nuestros contextos, y podemos hacer obras muy hermosas: Machu Picchu, Templos en la India, Chalet suizos, Tumbas egipcias, Ingapirca, Minaretes turcos, entre otros, con todo eso contamos para hacer lo que queremos, por tanto, no podemos dejar de lado la historia y lo existente para seguir construyendo el mundo.  Que importante es que en la educación esté presente lo que constituye el Buen Vivir.

 

Por último, el gran desafío de nuestros tiempos es que ya no queremos aprender porque nos llenamos de saber y se cree que por saber más, no hay que aprender, por eso lo que hacemos es copiar. Mucha de la arquitectura del Cañar y del Azuay es copia de la arquitectura norte-americana, la misma que ha sido copiada por nuestros migrantes. Los modelos de desarrollo son occidentales. La organización de nuestros gobiernos es colonial. La copia está sustituyendo a los aprendizajes, de hecho, hoy hasta los profesores copian más, lo mismo que los estudiantes porque se ha instituido la mediocridad de la enseñanza dentro del objetivo de creer que se es más porque se publica más. De esta forma se reproduce el fenómeno de la mediocridad de las publicaciones con mafias que se han instalado en la sociedad del conocimiento y que obtienen reconocimiento en todas nuestras universidades.

  

4. Las exigencias de la filiación

 

          Aunque tengamos un número de cédula, y vivamos en lo Foucault llamó, la ontología del presente, todos y todas nos inscribimos dentro de la historia y de una cultura especifica. Aunque la educación muchas veces lo desconozca, nosotros venimos de lugares muy concretos y pertenecemos a tiempos específicos. Aun así, cada uno esta retado por lo que Pestalozzi, llamó, hacernos obras de sí mismo. ¿cuál es nuestra filiación como UNAE?

 

          Mama Dolores Cacuango hace parte de nuestra historia ecuatoriana. Ella no entendió la educación fuera de la lucha, ni la educación de sí mismo aislada de la comunidad: “nosotros somos los granos de quinua, si estamos solos se la lleva el viento, pero si estamos unidos en un costal nada hace el viento. Bamboleará, pero no nos hará caer. Somos como la paja del paramó que se arranca y que vuelve a crecer...y de paja de páramo sembraremos el mundo”. Una sola persona no cambia el mundo, se necesitan muchos, y esos muchos que siempre son pocos deben estar unidos. Para cambiar una institución, un país, la sociedad, no necesitamos que todos estén de acuerdo. Nunca podemos evadir el conflicto.

 

La finalidad insoslayable de la educación es la emancipación. Cuando se educa desde el Buen Vivir cambiamos la historia de dominación y el destino de servidumbre que la educación ha reproducido. Una educación autentica desnuda al rey, hace huir al amo, visibiliza las dominaciones. Transito Amaguaña cuenta: “nos impedían ir a la escuela, yo no soy escuelera. Seis meses estuve, enseguidita, al servicio para el patrón. En mi tiempo no más servidumbre. Para los indios no hay escuelas nos decían. De edad de siete años nos decían: ¨La guambra ya es grandecita para barrer cuarto, para lavar platos, para no más traer hierba, para no más para atajar puercos, para tirar el almuerzo para mayordomos, para ayudantes...¨ todo esto decían los patrones viendo a mí”  

 

Saber que nos pertenecemos a algo es descubrir que debemos cambiar. No podemos evitar la confrontación. Nela Martínez se preguntaba: “¿la revolución desde donde partirá? Desde el ser humano proyectado a lo colectivo. El ser humano tiene que pensar que forma parte de una humanidad a la que tiene que cambiar. Por otra parte, hay también esa colectividad, esa unidad que indudablemente no puede ser de todos porque hay unos que se benefician de la miseria de otros y eso nos tiene mal a todos”.

 

Aprendemos por nosotros mismos, y aprendemos de las otras y otros. Hemos nacido en lugares llenos de luchas, sueños, y estos lugares tenemos que vincularlos con otros lugares y otros pueblos, otros saberes y ciencias.

 

5. La virtud de los bravos

 

Cañar siempre se ha identificado y reconocido como una tierra de bravos cañaris. Ojalá que esto no nos sirva para justificar el machismo, para esconder nuestras debilidades, para auto-engañarnos con nuestra mediocridad.

 

La educación no se puede inscribir en el deseo del dominio de otros. Educamos para liberar, para emancipar. Educar es más una praxis que una poiesis, es decir, la existencia de un resultado es banal comparado con el proceso. Son los estudiantes los que evalúan a la educación no los maestros a ellos.

 

Nadie puede decretar el aprendizaje, se trata de motivar, de trabajar en torno al deseo de aprender, de aprender con ellos. Para lograrlo necesitamos fundar la pedagogía del mundo común, intercultural y emancipador. No se trata de aprender a hablar inglés, de aprender ciencia, o aprender a pensar, lo que queremos es el Buen Vivir, y para eso tenemos que aprender algunas lenguas, ciencias, saberes, conocimientos, pensar de otra manera y con otros y otras, sobre lo otro que todavía no ha sido pensado.

 

Este nuevo universal del Buen Vivir que está en medio de estos pueblos casi desaparecidos, es un universal modesto, que nos recuerda que “lo bravo de los cañaris” no está en la bayoneta de los colonizadores, en las armas de la policía, en la corrupción de quienes persiguen la corrupción, en la mentira del gobernante, en el mercado, de la cultura hegemónica, sino en la virtud de quien escucha aprende, para el Buen Vivir.  No tiene la fuerza de quien amenaza mafiosamente sino la de un niño o una niña que nos anuncia desde ahora que algo distinto es posible y esa fuerza tiene relación con la virtud.

 

Muchas gracias por su escucha 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS NUEVOS COMIENZOS Y LA EDUCACIÓN, REFLEXIONES DESDE EL CONFINAMIENTO

Sobre el autor