LAS CONTRADICCIONES DEL BUEN VIVIR A PARTIR DEL SUMAK KAWSAY
El
Sumak Kawsay o Vida en Plenitud ha sido la gran novedad –a pesar de su carácter milenario- tanto para América Latina como para el mundo en general dentro de
un tiempo de poli-crisis. La coincidencia entre la poli-crisis y la propuesta
novedosa de la Vida Plena no es extraña, pues es solo en tiempo de
crisis cuando solemos mirar más allá de la geografía cotidiana y presente. Sin
embargo, lo extraño son dos cosas: la primera es que
la poli-crisis que experimenta el mundo lleva directamente al cuestionamiento
de las formas comunes de vida, precisamente porque la vida ofrecida no es igual
a la vida obtenida, o porque la vida obtenida nos introduce en el tedio y el
aburrimiento, la vida sigue atravesada por el vacío ontológico, vacío en torno al cual se organiza el
consumo y el goce, y las formas de vida que ofrece el Capitalismo producen múltiples muertes. En breve, lo que
esta en crisis no es el desarrollo, sino
la vida misma.
Segundo, la propuesta de la Vida Plena se origina en modos de vida de los pueblos Indígenas Andinos y Amazónicos quienes han sido invadidos, colonizados y sometidos al desarrollo occidental. La mirada sobre los pueblos indígenas siempre ha estado distorsionada por una suerte de racismo estructural, antes físico y ahora cultural, enfoque necesario para apropiarse de sus vidas, sus imaginarios y sus territorios. Lo interesante es que la mirada hoy se dirige a quienes han sido y continúan sometidos al aniquilamiento y la desaparición por medio de un modelo inevitable de interculturalidad del desarrollo.
¿Que significa que la pregunta por la vida nos lleve a mirar nuevamente a los pueblos indígenas? Parece muy Benjaminiano, además de pertinente, proponer que así pueda suceder. Sin embargo dicho cuestionamiento delata tres situaciones:
La primera situación nace en el cuestionamiento contemporáneo sobre los fundamentos civilizatorios de la Modernidad. Lo que esta en juego no son nuevas formas, o alternativas frente al fracaso de los modelos hegemónicos. La humanidad esta experimentando una crisis en su núcleo civilizatorio. La gran pregunta fundamental hoy es ¿qué es vivir? Si evadimos la pregunta sobre la vida y nos colocamos en el embudo del desarrollo como alternativa o como superación dialéctica no estamos entendiendo lo que esta pasando.
La segunda situación se origina en la mirada a los pueblos indígenas puesto que dicho gesto nos introduce en una suerte de paradoja de orden teológico, pues se mira al que se desprecia o no tiene razón para ser visto; así ¿cómo pueden los pueblos indígenas constituirse en los poseedores de una orientación que el mundo necesita para vivir? La búsqueda de respuesta en quienes no califican para constituirse ni siquiera desde el punto de vista de la alteridad, nos lleva a advertir que la pregunta por la vida para el mundo occidental, no puede ni debe ser dirigida en tal dirección. En otras palabras, la pregunta por la vida no se hará a los pueblos indígenas, sino a los economistas y académicos en general en límites pre-establecidos, dando como resultado el Buen Vivir.
La tercera situación es el acto de aplazamiento de la pregunta sobre la vida mediante la profundización de un capitalismo en crisis y de políticas públicas que desde una maquinaria propagandística intentan anunciarnos que ahora si todo está cambiando precisamente porque hay alguien que se preocupa por nosotros mientras nosotros solo tenemos que convencernos de su imprescindible presencia. En suma, los anuncios sobre el Buen Vivir son la mejor manera de dejar la vida a un lado, pues la centralidad la ocupa el desarrollo y sus gendarmes.
Al evitar responder a la pregunta sobre que es vivir, (1) seguir negando a los indígenas como sujetos políticos plenos (2) y aplazar la pregunta sobre la vida con el Buen Vivir (3), surgen tres estrategias:
Una de las estrategias del poder de la Izquierda en América latina es establecer la vieja relación de la derecha entre la
lucha contra la pobreza y la explotación petrolera. La noción de pobreza, bastante pobre debido a que la economía tiene la autoridad para responder, se ubica dentro
de los límites del Capitalismo. Por consiguiente, las respuestas
a la pobreza las tiene la explotación de los recursos naturales, es decir, el Capitalismo; entonces, el
Sur considera que el problema principal es la igualdad echando mano a un claro
y descarado despotismo de Estado, mientras el Norte busca recuperar el sistema bajo
los presupuestos liberales pertenecientes a una maquinaria estatal corrupta y
xenófoba. De esta manera, el Norte
prolonga y agudiza su crisis puesto que vuelve a repetir aquello que le hundió en la crisis, y el Sur cree
diferenciarse siendo mimético al
sistema hegemónico. Paradójicamente, si allá el problema central, percibido
solo por algunos, es la detención del
crecimiento, aquí la mayoría está feliz con ingresar al Club del crecimiento. En
sentido estricto, comenzamos a hacer parte de la demencia del sistema, porque
actuamos sabiendo que debemos cambiar pero aceptando que no podemos escapar de
las reglas de la economía que ya no
esta en manos de los Estados sino de las Transnacionales, además tomados por el cinismo de no
querer escapar al destino trágico. El
poder determina el saber aunque el saber sea consciente de su determinación. En consecuencia, demostramos
que cambiamos cuando en realidad lo que hacemos es seguir en la lógica de lo mismo que se repite en la mayoría de países, logrando de manera inaudita
que la izquierda sea lo más parecido a
la derecha, no porque la derecha se acerque a la izquierda, sino todo lo
contrario.
Otra
estrategia es la democracia como modelo
de totalitarismo. La derecha ha sido ideológicamente liberal y opuesta al totalitarismo, sin
embargo sus modelos de intervención, pensamiento y poder, como el
espionaje, dejan entrever sus ambiciones totalitarias. El escándalo mayor es descubrir la
violación del espacio privado por los
organismos de seguridad al servicio de empresas. La izquierda, con más complejos en el ejercicio del
poder, mezcla su tendencia revolucionaria implementando un sistema estalinista
mediante la democracia electoral. Cuando la noción de vida es la pregunta, el poder en el Sur hace
todo lo posible por evadir esa pregunta mediante líderes mesiánicos e indispensables en culturas patriarcales
quienes usan y abusan de la democracia electoral como dispositivo de su dictadura
para imponer el modelo de desarrollo; mientras tanto el Norte sostiene el goce mediante
adecuaciones relativas al consumo, y el poder limita la democracia a un día para ponerse a salvo. Siendo
diferentes en sus maneras de actuar, tanto el Norte como el Sur, limitan la
democracia con su ley antiterrorista, adhiriéndose juntos al mismo modelo de desarrollo.
Una disyunción reiterativa como estrategia es la que se establece en la oscilación entre el futuro y el pasado. Si el futuro se encuentra en crisis, el
pasado pasa a ser una fuente que debe ser consultada, de una parte para no
repetir los mismos errores, pero por otra parte porque existen pueblos indígenas que han podido vivir de forma sustentable a
pesar de la invasión, el colonialismo y el
desarrollo. Sin embargo el pasado nunca llega a ser una orientación, pues no se va al origen, sigue siendo funcional al
futuro, en consecuencia, si lo que vemos es pobreza, no tenemos porque
preguntarles a ellos, creemos que con el desarrollo extractivo podemos vencer a
la pobreza colocando como objetivo una clase media en crisis. Seguimos pensando
que las respuestas no están en el pasado
sino en un futuro a pesar de la ceguera epistémica y política, pues desde finales del siglo pasado sabemos
que modelo de desarrollo nos lleva al
abismo, no solo a nosotros sino al planeta entero. A pesar de ello nadie puede
detener este tren pues la humanidad sigue en manos de la locura y la desmesura
bien retratada por Shakespeare.
Las tres estrategias conceptuales,1) lucha contra la pobreza, 2) democracia como un modelo de totalitarismo y 3) la disyunción entre futuro y pasado nos recuerdan que hay algo que se nos perdió en la vida y eso perdido no es del orden de lo actual. Eso que se nos perdió en la vida, no es un objeto, es la vida misma. Su perdida no coincide con el deseo, incluso esta casi fuera de la lógica platónica o deleziana del deseo. No es algo ausente porque no sabemos con precisión qué es, en realidad solo se nos pierde aquello que alguna vez fue. Pero tampoco es algo que se produce porque seria cualquier objeto del Buen Vivir. La indistinción no es propia de la Vida Plena. Al no hacer parte del deseo, ¿de dónde proviene? El desafío mayor para la Vida Plena del Sumak Kawsay es su condición de in-actualidad y su carácter intempestivo.
La
Vida Plena nunca puede ser actual
cuando la política contemporánea nos coloca en condición de usurpadores y bandidos, por
tal motivo su in-actualidad no obedece a la falta de coincidencia. Además su carácter intempestivo la sitúa fuera de lugar al contrario de un no-lugar, en un
contra poder que el poder desplaza y reprime continuamente de manera soterrada y directa,
con sus ministerios de pueblos y ciudadanos, sus órganos de inteligencia y la violencia abierta de palabra y obra.
En consecuencia, la comprensión del Sumak kawsay pasa por el tamiz de la novedad bajo el límite de la interpretación porque sucede a partir de sustratos epistémicos, paradigmáticos, culturales, políticos y sociales, los cuales originan los sentidos, condicionan los enunciados, pero sobretodo, determinan que aquello que es, solo puede ser de una determinada manera. Luego, la novedad de la Vida Plena nunca alcanza su estatuto de autenticidad puesto que las interpretaciones suceden por medio de paradigmas hegemónicos, de intereses invisibles y sobretodo por medio de prácticas que buscan convertir aquello que tiene carácter de alteridad, en lo mismo. De esta manera, la paradoja del Sumak Kawsay es que siendo inédito se coloca en la situación de algo conocido, sabido y moldeable en el Buen Vivir. Luego, la condición de in-autenticidad significa el ocultamiento de la Vida Plena.
Desde la marginalidad en la que habita el Sumak Kawsay queremos proponer la siguiente reflexión sobre tres límites para su comprensión y la implementación de sus prácticas. El primer límite se origina en el Estado de derecho/derechos, el segundo límite es la imposibilidad de la alteridad en la política del Uno, y el tercer límite es el paradigma que sostiene la brecha entre el Norte y el Sur por medio de su visión de mundo, las lógicas de inteligibilidad, las verdades de sus discursos y los valores que subyacen en las prácticas. Terminaremos con algunas líneas generales para acercarnos al paradigma del Sumak kawsay.
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