- Preámbulo
Estos primeros bosquejos de
una Epistemología de la Contextualidad nacen en la interacción con la Red Nuevo Paradigma e intentan ser un pequeño
aporte, más que una sistematización, a su profunda reflexión y relevante práctica
en América Latina. La génesis en la
interacción indica que su nacimiento se produce en la intersección de muchas
personas, organizaciones, disciplinas y sentidos provenientes de varios países.
Luego, su autoría son las diversas y diferentes personas y organizaciones que
apuestan por un sueño distinto al que pretende vendernos e imponernos el
Neoliberalismo.
La Epistemología de la
Contextualidad es un hiato de socializaciones, discusiones y luchas. Ser fruto
de la intersección no es igual a una sumatoria pues en lo que se suma también
hay pérdidas e inhibiciones. No es por sumar todas las relaciones que podemos
explicar lo que sucede al contrario del pensamiento de Aristóteles que
pretendía explicar los fenómenos como una sumatoria de sus elementos. La
palabra clave es la interacción, es decir, gracias a que la Red estuvo abierta
a interactuar, a interrelacionarse con otros y otras, a dejarse tocar, a
exponerse, es que podemos presentar estos primeros bosquejos.
La intersección indica la
tensión, la crisis y la preñez de la novedad. En las relaciones que interactúan
sucede la emergencia y es por eso que podemos presentar a la Epistemología de
la Contextualidad como una emergencia relevante para la Región.
Presentaremos estos bosquejos
en correspondencia con las prácticas. Por un lado, abrimos un espacio para la
construcción interdisciplinaria desde el lugar de los pobres, los excluidos y
las víctimas, por eso, simplemente lo que presentaremos es una apertura
necesitada de múltiples aportes. En consecuencia criticar la propuesta desde lo
que falta no es ningún descubrimiento puesto que lo que falta es casi todo. Sin
embargo, si queremos trazar un camino,
las críticas si pueden ser situadas en este trazado como algo que nos ayude a
pensarnos y actuar en correspondencia con el mundo actual. Por otro lado, significa
que no es un producto del azar o del capricho de un grupo o de una persona. Tampoco
se trata de una propuesta estrictamente teórica. No es que las prácticas tengan
que ser el criterio último de validación de lo que pensamos pero es muy
diferente cuando lo que decimos corresponde a luchas, preocupaciones,
resistencias, innovaciones provenientes de grupos que experimentan la
vulnerabilidad en el Cambio de Época.
Dos palabras vamos a aclarar
desde el inicio: epistemología y contextualidad. La primera palabra –epistemología-
es utilizada normalmente en tres sentidos: o como una Filosofía de la Ciencia,
o como una Lógica o como una Teoría del Conocimiento. No nos interesa aquí explicitar
un método para conocer el contexto ni pretendemos colocar los parámetros
fundamentales para un conocimiento exhaustivo, donde las matemáticas no pueden
faltar, por lo tanto la palabra epistemología no será utilizada aquí como una Filosofía
de la Ciencia. Tampoco nos interesa determinar las tablas de verdad del
conocimiento contextual o sus relaciones, órdenes y clasificaciones, de ahí que
no estamos reduciendo la palabra epistemología a la noción de Lógica. Pero si
nos interesa ver el conocimiento, sus dinámicas, sus intensidades y sus énfasis
desde el contexto. Una pregunta central
será, ¿qué significa conocer desde el contexto? Por lo tanto, la palabra
epistemología se identifica en este caso con una Teoría del conocimiento. No
obstante, la Epistemología de la Contextualidad la hallamos en grupos de
investigación científica e implica algunas lógicas que señalaremos en esta
corta reflexión.
La Teoría del Conocimiento
tiene dos niveles por los que podemos deambular:
Un
primer nivel es el conocimiento por sí solo. ¿Cuáles son los resultados, los
procesos, los fines y los medios para conocer? Basta con afirmar sus bondades
para estar convencidos de sus beneficios. El imperativo estará en la
articulación de dos palabras: conocer es la primera, y en este caso, el
contexto es la segunda. Puede variar sustancialmente la articulación con los
artículos o las preposiciones: conocer el contexto, conocer en contexto,
conocer desde el contexto, conocer a partir del contexto, conocer porque hay
contexto, conocer para el contexto etc…En este primer nivel lo que interesa
desde la articulación es la efectividad del conocimiento.
Un
segundo nivel es el conocimiento del conocimiento del contexto. La pregunta
puede ser ¿qué significa conocer el conocimiento? Paradojas saltan a la vista y
una de ellas es: sí el conocimiento depende del contexto que tan factible es
conocer el conocimiento del contexto cuando el contexto es el que condiciona
nuestro conocer. ¿Podemos separarnos del contexto? Conocer como conocemos el
contexto, ese es el reto que intentaremos dilucidar en estos bosquejos.
La segunda palabra es
contextualidad. El hecho de encontrar la noción de contexto en todas sus
publicaciones, lenguaje cotidiano, planes y discursos, nos llamó la atención. El contexto incidía en nuestras maneras de
interpretar, sentir y hacer, es una máxima que se repetía en los más
importantes documentos. Pensar desde y en el contexto, inventar desde él,
luchar a partir él, implicaba el nacimiento de múltiples sentidos en la línea
de la Emancipación. Además, críticas radicales surgían en la adopción de una tal postura pues las
ciencias, las tecnologías y la educación, para nombrar solo estas, han
pretendido entronizarse en cualquier lugar y en cualquier tiempo porque el
contexto, para ellas, es irrelevante.
Pensar fuera del contexto e
intervenir sin tomarlo en cuenta es un imposible no porque no se pueda hacer
sino porque todo lo que hacemos tiene relación con los contextos en los que
vivimos, pensamos y soñamos. El contexto es una fuente de las posibilidades y
el origen de uno de los límites más importantes.
El contexto es un sistema
de ideas, de técnicas y de poder. Este sistema conforma la realidad y ejerce
dominio sobre ella. Hasta el contexto es el que nos brinda la posibilidad de
las interpretaciones. Por lo tanto, no es tal fácil creer que nosotros hacemos
el conocimiento porque el contexto también nos da la interpretación que
nosotros queremos hacer sobre él.
El contexto es cambiante en
la medida que cambian las relaciones. No es un nodo metafísico. No es lo
trascendental porque los contextos cambian con nosotros. No es porque nosotros
cambiamos que el contexto cambia, ni es porque el contexto cambie que nosotros
cambiamos. Ambos se van modificando mutuamente y ambos intentan escapar a la
interrelación y a la interacción. En cierta medida podemos referirnos a grados
de autonomía del contexto porque en su interior existen luchas por la hegemonía
de poderes, de ideas y de técnicas.
Estos sistemas de ideas,
técnicas y poder generan grandes revoluciones en las relaciones de producción,
las relaciones de poder, los modos de vida y cultura. Ellos tienen la capacidad
de ir generando nuevas racionalidades y otras formas de valoración, aunque
difícilmente transforman la moral pues esta tiene la capacidad de sobrevivir en
la incoherencia.
Los contextos son
portadores de visiones de mundo. Estas visiones de mundo entran en conflicto
con las visiones de mundo de nuestras culturas, de las religiones y las que se construyen
con el nacionalismo.
Por último, ¿por qué una
Epistemología de la Contextualidad? Esta pregunta no puede ser resulta en estas
páginas. El por qué solo puede ser respondido con los movimientos y las
organizaciones vulnerables y vulneradas por el contexto, no obstante haremos algunos
aportes al respecto. En cierta manera, es en la vida en donde podemos entender
los límites y los beneficios de conocer el contexto. Con las organizaciones e
instituciones que van innovando a partir del Cambio de Época podemos
sorprendernos de su insoslayable necesidad.
- Principios
para una Epistemología de la Contextualidad
Un principio no es un
comienzo, tampoco es un deber ser. Un principio puede ser entendido aquí como
una tendencia enmarcada dentro de una perspectiva. Quizás los conceptos que más
se acerquen a lo que queremos decir sean el de flujo y líneas de fuga de Gilles
Delueze. Aquí nos referiremos a tendencias en el sentido del “muchos” de la
pluralidad y de la diferencia en cuanto que no hay una única vía. La
perspectiva no corresponde al “conocimiento oficial” es decir, toma distancia
del conocimiento que hace alarde de la manipulación del mundo y sigue
encarcelado en una visión antropocéntrica.
El “conocimiento oficial”
está representado en la ciencia clásica y aquí el contexto es un obstáculo para
conocer los fenómenos. El objeto es escindido del contexto pues se cree que
este no es constitutivo ni constituyente del objeto. Así, el conocimiento se
hace aislando el objeto del entorno, por tal motivo los principios son
supuestamente a-contextuales para poder arribar a las leyes generales.
El precio que se paga por
el carácter general es la negación de las singularidades. En la generalidad los
fenómenos no son más singulares. La singularidad adquiere el estatuto de
inexistente. En consecuencia, todo comienza
a ser manipulado por quienes tienen el conocimiento y los derechos sobre las
generalidades. Las singularidades están condenadas a inscribirse en las
generalidades pues estas no pueden ni siquiera ser dichas. Todo lo que surja en
la singularidad esta bajo sospecha ya que lo único que vale es la generalidad
de las leyes que se erigen en universales como si no pertenecieran a un
contexto específico.
Entonces, pensar es, según
la epistemología dominante de Occidente, olvidar el contexto. La
inteligibilidad del conocimiento “progresa” sin
considerar el entorno. Sin embargo, son múltiples los problemas que
surgen por dicha escisión. Muchas de las tecnologías se convierten en
ineficientes e ineficaces. Los conocimientos científicos comienzan a producir efectos
inesperados. El desarrollo institucionaliza la desigualdad y genera
subdesarrollados mentales y malestar en la civilización. Estos nuevos fenómenos
explican la crisis del pensamiento, de la ciencia y del desarrollo en Occidente
que busca nuevas salidas: pensar de otro modo, crear una cientificidad
diferente y cuestionar profundamente la idea de desarrollo.
Los principios que
proponemos para una Epistemología de la Contextualidad pretenden estructurar un
nuevo paradigma por lo que no están colocados a la manera de una simple reforma
del pensamiento:
Principio
de localidad: para
conocer los fenómenos necesitamos del contexto en el que ellos se constituyen. Los
fenómenos físicos, biológicos y antropo-sociales no pueden ser reducidos a sus
elementos internos. Requerimos de su contexto para entender sus dinámicas, sus
efectos y sus causalidades. En efecto, los fenómenos son incognoscibles en la
escisión del contexto. Es más, la vida misma es imposible en su separación del
entorno.
Si antes el positivismo
afirmaba que “solo hay ciencia de lo general” y esto conllevaba a “la expulsión
de lo local y lo singular como contingentes o residuales” (Morin 1982) hoy
tenemos que decir que se puede hacer ciencia de lo local. Los saberes que antes
eran condenados porque solo podían ser válidos para un contexto específico,
adquieren el estatus de científicos aunque sus dimensiones no sean universales.
La universalidad es ahora
la que cae en la sospecha porque bajo este parámetro el colonialismo y la dominación
han ido de la mano. No es que tengamos que renunciar a todo tipo de
universalidad pues sería contradictorio ya que el principio de localidad está
siendo enunciado como universal, pero sí tenemos que rechazar todos esos
universales, bajo los cuales se han ido negando las localidades y las
singularidades.
Por supuesto que no todo
tipo de conocimiento local es científico, pero todo lo que es científico nace
dentro de contextos locales por lo que su aplicación para otros lugares suele
ser problemática ya que el contexto es constitutivo y constituyente de los
objetos.
Principio
de cambio:
si los fenómenos dependen del contexto para ser conocidos y para entender la vida, entonces ellos
sufren cambios a lo largo del tiempo porque el contexto es cambiante. Ellos
están inscritos en una historia no lineal. Grandes discontinuidades y
disonancias hacen parte de sus identidades móviles. Todo fenómeno va cambiando
con su contexto. Las eventualidades conforman sus historias. Por lo tanto, el
conocimiento va cambiando con el contexto y en esa medida tenemos que estar
vigilantes para conocer los cambios en el conocimiento.
Intentar conocer algo o
alguien sin conocer su historia es colocarnos en la vía de reproducir profundos
oscurantismos. En cierta medida estamos obligados a aceptar el reto de Michel
Foucault (1986) de hacer del conocimiento un trabajo de arqueología. ¿Dónde se
origina? ¿Cómo aparece el poder en lo que se dice y en lo que se oculta a
través de lo que se dice? ¿Cuáles son sus transformaciones?
Los conocimientos no pueden
ser guardados como latas de conserva que simplemente basta abrir para ser
consumidos; su dependencia de contextos cambiantes nos obliga como
investigadores a adentrarnos en sus historias, sus derivas, desvíos, aciertos,
tendencias y discontinuidades.
No se conoce de una vez por
todas. El conocimiento no se detiene nunca porque el contexto está cambiando
continuamente sin una dirección que pueda predeterminarse.
La afirmación de este
principio implica la inscripción de la vida en el tiempo y en mundo. Por
supuesto que las concepciones del tiempo no corresponden a la linealidad
temporal de Kant y Newton. Existen conocimientos nuevos porque el pasado nos
inunda y porque, aunque el futuro no dependa absolutamente de nosotros, no
podemos quedarnos con los brazos cruzados ya que este ni siquiera es una promesa
para las pobres, los excluidos y las víctimas.
Principio
sistémico: los
fenómenos están integrados al contexto en complejas relaciones sistémicas.
Dicha integración no es un imperativo arbitrario. Los objetos del conocimiento
pertenecen a sistemas contextuales. Aislar el objeto es condenarnos a la
incomprensión del mismo. La vida, el funcionamiento de los objetos no se puede
separar de sus relaciones con el entorno.
La reducción de los objetos
a las partes simples o unidades elementales es negar su pertenencia, sus
identidades y convertir a los objetos en presas de manipulación. La necesidad
epistemológica es unir, descubrir las relaciones, develar las interacciones de
los objetos con su contexto. Por
consiguiente las acciones privilegiadas no son separar, aislar, dividir, sino
integrar, relacionar y contextualizar.
Tenemos que ir más allá del
principio de Pascal (1974): “Tengo por
imposible conocer las partes sin conocer el todo, tanto como conocer el todo
sin conocer las partes”. Parafraseando diremos que es imposible conocer los objetos sin conocer su contexto y conocer el
contexto sin conocer los objetos. Algo es desde el contexto y comienza a
ser negado cuando se pasa por encima del contexto.
Principio
de organización y auto-organización: los fenómenos se organizan con el
contexto y se auto-organizan con los cambios en el contexto. Los objetos hacen
parte de auténticas organizaciones contextuales. Ellos pertenecen a sus reglas organizacionales.
No son los elementos aislados los que nos permiten entender el comportamiento
de los fenómenos sino que es el carácter organizacional la fuente para las
mejores explicaciones. Además, dichas organizaciones se van modificando en la
medida que el contexto cambia, es decir, se auto-organizan. Los fenómenos
mismos tienen la urgencia de auto-organizarse puesto que están constituidos por
lo que Maturana y Varela han llamado la Auto-Poiesis. En realidad, la única
manera de sobrevivir y de vivir es en la auto-organización. Una de las leyes de
todo fenómeno viviente es la auto-organización.
Así, las modificaciones en
el contexto obligan a los fenómenos a modificarse al mismo tiempo que son
modificados. Por lo tanto tenemos que advertir dos movimientos: uno es el
cambio que produce en los fenómenos el cambio del contexto y otro es el cambio
que generamos de manera consciente por el cambio del contexto. Ambos tipos de
cambio no son sincrónicos puesto que
podemos estar expuestos a las modificaciones sin asumir los cambios de manera
consciente, o podemos hacer modificaciones conscientes sin ninguna relación con
el contexto. Esta falta de sincronía es muy peligrosa porque cambiar sin darnos
cuenta del cambio nos aboca a situaciones de una profunda vulnerabilidad.
También cambiar sin relación con el contexto nos coloca en una situación de
des-adaptación la cual coloca en riesgo la organización y la vida misma. En
consecuencia, la resistencia al cambio es artificial porque el contexto nos va
modificando aunque nosotros no queramos que esto suceda. No cambiar de manera
consciente es aumentar la vulnerabilidad de los fenómenos, pues estos van
cambiando de manera inconsciente.
Intentar imponer órdenes
desconociendo el contexto de los fenómenos es correr el riesgo de destruir la
capacidad organizacional de los fenómenos, menospreciar la fuerza y la dinámica
de los objetos para auto-organizarse.
Pero no sólo el contexto es
el que nos cambia y nos devuelve hacia
nuevas organizaciones. También las modificaciones en los fenómenos modifican
los contextos puesto que el carácter organizacional no es igual al carácter
jerárquico. Cambios en los fenómenos tienen la posibilidad de transformar los
contextos. No podemos menospreciar la capacidad de los fenómenos de incidir en
los contextos, pues lo local tiene la fuerza indispensable para cambios
regionales y hasta mundiales.
Cuando las leyes se imponen desde afuera sin
relación con el contexto y los fenómenos, los órdenes que se crean son
artificiales, débiles y revelan su pertenencia a las reglas de la dominación.
Entonces, conocer no es ordenar desde fuera. Necesitamos descubrir las
relaciones, interrelaciones e interacciones de los fenómenos con el contexto,
esto es, sus organizaciones contextuales y auto-organizaciones cuando el
contexto cambiante las convierte en vulnerables.
Principio
de causalidad contextual: la
causalidad contextual no es una causalidad lineal. Los fenómenos no ocurren
porque alguien tuvo la intención de provocarlos. No son las intenciones las que
explican los movimientos. Tampoco los fenómenos tienen su origen en
causalidades superiores y transcendentes. El poder es el poder, no podemos ni
maximizarlo ni minimizarlo, pero también depende de la fuerza que nosotros le
demos.
La causalidad de la contextualidad
se basa en la interacción, que tiene cuatro significados:
Primer
significado, los fenómenos son multi-causales por lo tanto, no hay
mono-causalidades. Un fenómeno es el resultado de múltiples causas, de
interacciones previstas e imprevistas, de efectos conocidos, desconocidos y no visibles.
Segundo
significado, los fenómenos están inter-relacionados. La inter-relación tiene su
mejor figura en la Red. Modificaciones en los lugares más inverosímiles pueden
generar cambios inesperados debido a la omisión de las interrelaciones. No sólo
que los fenómenos están constituidos por inter-relaciones sino que ellas dejan
entrever las múltiples vías para llegar, salir y entender un fenómeno.
Tercer
significado, los fenómenos son cíclicos. La causa y el efecto se modifican
mutuamente. Los efectos se convierten en causas y las causas en efectos, tal
como diría Pascal: “todo causa es causada
y todo efecto es efectuante”. Nosotros vamos cambiando con el contexto, en
consecuencia, el contexto que intentamos cambiar nos cambia y el contexto que
nos cambia es transformado por los cambios que provoca. Por lo tanto no existe
la causalidad en un solo sentido porque lo que intenta cambiar nos cambia y lo
que cambiamos nos transforma.
Cuarto
significado, los fenómenos son producidos por causalidades contextuales. Toda
causalidad contextual está sometida a brumas, giros, retardos,
re-orientaciones. Además de la exo-causalidad existe la endo-causalidad, por lo
tanto la frontera entre el exterior y el interior es difusa puesto que el
contexto al mismo tiempo que es exterior a los fenómenos, hace parte de su
condición interior.
Quinto
significado, los fenómenos que ocurren no dependen de nosotros pero no suceden
sin nosotros. En libro alfa de la Metafísica
de Aristóteles tanto las causas que distinguen el conocimiento como arte del
conocimiento como experiencia presentan a los sujetos como objetos de los
fenómenos. Ellos se comportan como objetos pasivos. La Epistemología de la
Contextualidad si bien no niega la presencia de las estructuras y de las
circunstancias externas, devela y enfatiza en los motivos y las razones
humanas. No hay como no sentirnos involucrados en lo que sucede. En los
problemas tenemos que buscar las causas antropogénicas. Por consiguiente, una
pregunta fundamental es: ¿qué se puede hacer? , puesto que los fenómenos no son
independientes de nosotros.
Sexto
significado, los fenómenos tienen un triple locus: primero, el locus de la
enunciación. Hay un lugar desde donde se enuncia. Segundo, hay un lugar en el
que recae lo que decimos o el locus de la afección. Tercero, el locus de la
interpretación. Estos tres locus no coinciden puesto que se puede enunciar
desde un lugar, afectar en otro lugar e interpretar desde otro lugar. El punto
de encuentro de los tres lugares está en la dilucidación del contexto de los
tres diversos locus y en la definición del quienes de los subalternos.
No
tener en cuenta el locus desde el contexto y los subalternos es construir
enunciados, afecciones e interpretaciones dislocadas. Esta dislocación
epistemológica se puede asimilar a fracturas profundas en la realidad de los
pobres, los excluidos y las víctimas. En cierta forma, esta epistemología de la
dislocación produce desplazados que representan el límite más alto de cualquier
vulnerabilidad pues son el resultado de la nueva geopolítica del poder, es
decir, del saqueo y el robo
desvergonzado bajo la nueva dicotomía del civilizado y el
terrorista.
Principio
de distinción contextual: los
fenómenos pueden distinguirse del contexto pero no pueden separarse de ellos.
De la misma manera, el contexto se puede distinguir de los fenómenos sin
generar disyunciones al respecto. Por consiguiente nuestras percepciones dependen
del contexto, no obstante, podemos pensar el contexto.
Ver el contexto desde
diferentes disciplinas y no-disciplinas es un criterio necesario pero no
suficiente. El imperativo categórico es pluralizar las interpretaciones, luego
los puntos de vista se multiplican sin caer en el error de creer que todos los
puntos de vista son válidos.
En consecuencia, en todo
conocimiento hay un contexto que lo circunda y lo constituye puesto que
cualquier conocimiento está en interacción con su ambiente. Este fenómeno
pertenece a las Ciencias Humanas y Sociales pero también se hace evidente en
las llamadas Ciencias Exactas, como la Matemática y la Física. Esa parte
contextual de los conocimientos no es aleatoria pues se trata de interacciones
que conducen, modifican y hasta generan su intencionalidad. Ergo, una pregunta
pertinente a los conocimientos es averiguar sobre sus interacciones con el
contexto.
Principio
del tríptico día-lógico: si
la tendencia de la ciencia clásica fue
separar el objeto del sujeto con el absoluto convencimiento que esto era
posible como en el caso de Descartes, Newton, Bacon y Comte, hoy el sujeto se
le percibe integrado en el objeto dentro de las Ciencias de la Complejidad. Con
gran acierto Morin dirá que en toda conceptualización se encuentra un sujeto
conceptualizador. Así las percepciones del mundo no son independientes de la
antropología en la que nacen. Por lo
tanto, no existe la objetividad pura y en toda subjetividad es posible
encontrarnos con objetividades. Desde la Epistemología de la Contextualidad nos
vemos en la necesidad no sólo de relacionar al sujeto con el objeto, sino
también de relacionar estos dos con el contexto. Luego, el contexto está
presente en el sujeto y en el objeto.
¿Qué significa esta relación triangular?
Primero,
el punto de encuentro entre el sujeto y el objeto es el contexto. Los dos
–sujeto y objeto- no pueden escapar al contexto. El contexto es interior y
exterior al sujeto y al objeto. En
efecto, los sujetos se encuentran con sus conocimientos y prácticas dentro del
contexto al que pertenecen.
Segundo,
el sujeto lo encontramos en el contexto. El contexto contiene rasgos
antropológicos y tendencias de subjetivación que es necesario descifrar
para comprendernos mejor como personas.
Tercero,
el contexto nos indica las potencialidades y los límites de nuestros conocimientos.
Muchas cosas son permitidas dentro del contexto pero no todo está
permitido.
Principios
de lógicas contextuales:
una de las críticas más fuertes que se le hace a la Lógica Formal es que esta
no tiene que ver con la vida cotidiana. La realidad no nos muestra de manera
clara la verdad y la mentira. Solo la lógica lo puede hacer. Menos
posibilidades tenemos de escoger entre lo bueno y lo malo. La mayoría de las
veces tenemos que elegir entre lo malo y lo menos malo. Luego, el conocimiento
no se guía por la división de la falsedad y la verdad y el principio del
tercero excluido. Las cosas no son o verdaderas o falsas. La verdad suele tener
contenidos profundos de falsedad y viceversa. Esto significa que estos dos
valores no se encuentran enteramente separados. La verdad no escapa a la
mentira. Muchas de las cosas que todavía se enseñan como verdades están
escondiendo importantes mentiras.
Otra de las lógicas que
entra en discusión es la lógica de las binariedades. Todos los fenómenos
existirían con dos valores los cuales nos ayudarían tanto en el análisis como
en la síntesis. Sin embargo hay más de dos valores en la situación más banal. Sí
la Complejidad crítica al conocimiento Positivista por la separación que crea
ilusiones, errores y cegueras, la Contextualidad demuestra que las separaciones
están justificando “la institucionalidad de la desigualdad”.
La tercera lógica que entra
en discusión es sobre el rechazo a la contradicción. En la Epistemología de la
Contextualidad, las contradicciones hacen parte de la vida. No es que algo no
pueda ser y no ser al mismo tiempo puesto que sería reducir la contradicción a
un problema lógico Kantiano. No, en realidad lo que se hace evidente es que las
contradicciones conforman los
conocimientos, los sujetos y el contexto.
- Los
errores, ilusiones y cegueras que devela la Epistemología de la
Contextualidad
Algunos errores se develan
con la Epistemología de la Contextualidad. Estos errores no son lógicos ni
dialécticos, son errores que aparecen en el momento que cambiamos de
perspectiva epistemológica o cambiamos de sistema de conocimiento. Por
consiguiente lo que aparece como verdad dentro de una determinada lógica no lo
es cuando cambiamos de sistema lógico.
Unos
de los primeros errores es creer que hay soluciones universales. La
universalidad ha sido el baluarte del colonialismo y neo-colonialismo. Desafortunadamente
la universalidad ha estado aliada al poder que aplasta y que niega la alteridad
de ahí la enorme desconfianza que tenemos los pueblos que hemos estado
sometidos a su égida.
La
lucha entre lo único y lo múltiple ha sido la metafísica en la que se sustenta
la universalidad. No hay una solución más fácil, perversa y cómoda que proponer
una solución igual para todos y todas porque en esta respuesta se encuentra la
institucionalización de la desigualdad. El poderoso es el dueño de la solución.
En efecto, las soluciones euro-céntricas son una solución entre muchas. La
respuesta a los problemas en Norte-América puede ser que les sirva a los
norteamericanos, pero imponernos su cultura es una invasión.
Las
localidades no son lugares de experimentación de las verdades universales del
Norte, ellas son lugares de invención de sus propias verdades y de creación de
sus propias prácticas. Tenemos que inventarnos desde nuestros contextos y a
partir de nosotros mismos.
La
singularidad de nuestras diferencias contextuales, culturales, históricas y
antropológicas no puede ser reducida a las totalidades representativas. No hay
nada ni nadie que pueda representar lo singular porque la representación solo
puede subsistir en su negación.
Pero
el error más evidente de la universalidad está en haber convertido al contexto
en algo aleatorio del cual necesitamos tomar distancia para conocer con ideas
claras y distintas. En realidad no nos podemos separar del contexto e intentar
hacerlo es convertir al conocimiento en un producto sometido a las reglas del
mercado.
Las ilusiones confunden la
realidad y lo no-real. Ellas no sólo conforman la ideología sino que la
ideología se construye en la ficcionalidad de la ilusión. La ilusión construye
realidades que se alejan de lo real.
La
ilusión la encontramos en creer que se puede conocer sin tener en cuenta al
contexto como si el conocimiento fuera independiente de él y de los sujetos que
se mueven dentro de él. En efecto no nos separamos del contexto porque este
hace parte hasta de nuestras identidades. Somos lo que creemos ser por el
contexto que nos envuelve. Por lo tanto es una ilusión creer que nuestros
conocimientos y nuestras prácticas son independientes del contexto en el que
habitamos.
Una
segunda ilusión está en considerar que los contextos son eternos. Los contextos
cambian y pueden estar sometidos a cambios acelerados o a cambios de época. La
aceleración de los cambios comenzó a ser sentida en los años 60 y la expresión
del cambio de época fue propuesta a finales de los años 80 y caló en muchos
intelectuales de América Latina.
Las cegueras que devela la
Epistemología de la Contextualidad hacen referencia a aquellos lugares que se
ocultaban con el conocimiento que nos venía con el Siglo de las Luces
–AufKlarung-.
El
conocimiento de las Luces que no sólo no vio el contexto donde se fabricaba lo
universal, sino que tampoco pudo ver el lugar desde donde se hablaba y desnudar
a quiénes hablaban en nombre de la humanidad. No sospechó de esta humanidad que
se montó en el tren de la razón, el progreso y el desarrollo de manera ciega y
prepotente.
Esa
mirada miope y torcida tiene necesidad de cambiar cuando comenzamos a
introducir esta nueva epistemología. Cambiar la mirada o, puede ser, salir de
esa pornografía ontológica en la que todo tiene que ser mirado para dar inicio
al tiempo del abrazo y la caricia, de la escucha y el silencio, de los
sentimientos y las pasiones y de la confianza y la hospitalidad.
Ver
a través de las ideas, eso hace parte de nuestra ceguera. No somos capaces de
escuchar sino aquello que nos viene a través de discursos o de argumentaciones
como lo pretende Habermas. Los gritos de las víctimas, los ritmos de los
excluidos y los poemas de los pobres, ¿dónde quedan? Quizás este ya no sea el
tiempo de los discursos sino de responder a los gritos de las víctimas que son
aplastadas sin ninguna razón, sin otra justificación y sin más mentiras. El
grito se ha convertido en lo que no puede ser argumentable ni interpretable. Es
simplemente el grito que convierte en irónicos a cualquiera de nuestros
discursos.
- Los
sendas de la Epistemología de la Contextualidad
A partir de la herencia
platónica y cristiana, Occidente nos ha enseñado a mirar hacia dentro, con
culpabilidad y seriedad. Buscar en el interior es una labor de pureza por eso
no admite el cuestionamiento. El oráculo de Delfos, “conócete a ti mismo” sigue
teniendo actualidad pasando por el “noumeno” kantiano. Sin embargo, la
Epistemología de la Contextualidad revierte la postura del pensador de Rodin. Ahora lo más profundo
es la epidermis. El contexto es, lo que está aparentemente fuera, lo que
tenemos que pensar, sentir y a partir del cual, actuar. Son los otros y las
otras los que nos obligan a pensar y no las pérdidas en la angustiante búsqueda
de nosotros mismos. Ergo, lo más profundo
es la piel, sabía decir Nietzsche.
Un poema sufi del siglo XII
hablaba de esa constante búsqueda de certezas, de ir buscando raíces, profundidades,
agachando la cabeza para llegar mejor a lo más interior. Proponía en su visión
mística el comenzar a mirar hacia arriba. Quizás ahora tenemos que mirar al
lado, sentir al lado, mirar lo que nunca nos hemos atrevido a mirar por
anti-estético y molesta nuestra tranquilidad. Al lado vemos millones y millones
de pobres, excluidos, víctimas, no provocados al azar sino por planes bien
diseñados que permiten vivir a una minoría con todos los privilegios y
practicar su caridad con lo que les sobra.
La Epistemología de la
Contextualidad es el conocimiento a partir de las formas y de las apariencias
no como lo que está en contra de la doxa
sino como aquello que simplemente aparece porque está allí sin intimismos, más
allá de la voluntad de Schopenhauer y de lo universal prioritario de los
modernos. Ella es el giro copernicano pues lo que está fuera es lo que más
impacienta nuestro interior.
Pero la senda que hace que
todo esto “valga la pena” es que por medio de la Epistemología de la Contextualidad
tenemos que escuchar a los pobres, cambiar la “historia oficial” y aprender los
conocimientos que antes fueron catalogados de supersticiosos. Los débiles son
los protagonistas de estos nuevos conocimientos. Ellos son los que encontramos
en las sendas con sus cuerpos marcados por la vulnerabilidad.
- Conclusiones,
algunos axiomas de la Epistemología de la Contextualidad
La Epistemología de la Contextualidad
nos enseña que los conocimientos no se guían por intenciones filantrópicas. El
conocimiento hace parte del poder. El conocer para colonizar, he aquí la
importancia del conocimiento para Occidente. Por lo tanto, el conocimiento se disfraza
y engaña porque se interesa por otras cosas distintas a las que dice. Él se
articula por medio de discursos que al mismo tiempo que enuncian, ocultan. La
promesa es una manera de mejor articular la injusticia, en tal sentido se
relaciona con los Actos del Habla. Además,
la promesa viene del más fuerte hacia el más débil.
Este
nuevo tipo de conocimiento descubre las falsedades en las premisas, las
promesas y las soluciones. La Epistemología de la Contextualidad no se puede
interpretar sin relación con la antropología, en tal sentido una pregunta que
tiene importancia es quién hace el discurso, quién enseña. Ese quién queda al
desnudo cuando vemos su relación con el poder. Una cosa muy distinta es el quién
que todo lo tiene solucionado y otro el quién de las personas y las
organizaciones vulneradas o que se les niega lo mínimo para vivir.
El conocimiento del
dominador y el conocimiento de los dominados, esta es una buena manera de
definir el conocimiento a partir de la contextualidad. Una de las cosas que no
puede olvidar este tipo de conocimiento es la justificación de los regímenes
del poder. Esta función del conocimiento es esencial para determinar el
objetivo del conocimiento. En tal sentido, el conocimiento busca defender el
derecho del más fuerte, por tal motivo se enuncia de esa manera tan arbitraria.
Los
conocimientos que recibimos se cuidan de defender el derecho del más fuerte de
manera precisa y eficiente. De Souza (2004) dirá que el derecho del más fuerte
ha prevalecido sobre el poder del derecho. Dentro del conocimiento tenemos que
buscar los poderes que lo sustentan. La
presencia del poder en el conocimiento tiene dos enunciados privilegiados: uno
es la creación de una cultura cínica y otra la creación de una cultura del
miedo. Mentir es algo propio del poder del conocimiento y otra ocultar la injusticia de los intereses
particulares.
Tenemos
que comenzar a enseñar otros conocimientos diferentes a los conocimientos de
los que tienen el poder. Este conocimiento se basa en nuevas maneras de
interpretar. Interpretar es develar la manera como el poderoso ejerce su poder
pero sobre todo presentar las maneras como los débiles construyen sus resistencias
y sus conocimientos. No obstante, la Epistemología de la Contextualidad está
obligada a ingresar en las morales que
constituyen la cultura, puesto que muchas de ellas constituyen las formas de
dominación: derecho para unos y obediencia para otros.
El discurso de los débiles
es generador de nuevas prácticas y de nuevas reglas. El discurso de los aplastados
por el poder es contexto-céntrico, singular y clandestino. Este discurso tiende
a ser ocultado. En breve, la liberación comienza cuando no imitamos, sino
inventamos nuestras propias formas de ser, de conocer, de vivir y soñar.
- Bibliografía
Gilles Deleuze, cursos en
la Universidad Paris 8 en la década del 70 que aparecen en la página web www.webdeleuze.com
Edgar
Morin, Science avec Conscience, Paris
Fayard, 1982
Michel
Foucault, Las Palabras y las Cosas, Paidos,
Barcelona, 1986
Blas
Pascal, Pensées, Flammarion, Paris,
1974
José De Souza, Epitafio
del Desarrollo, 2004
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