ÉTICA, DESARROLLO Y BUEN VIVIR
La siguiente reflexión se origina en el pensamiento sobre la ética, de
ahí su dificultad porque la ética es más que un pensamiento, aunque podamos
cuestionar lo anterior al reconocer que el acto de pensar el mundo es en sí
mismo una acción ética como señalaba Heidegger. Pero sobre todo porque, según
Derrida, la ética se desvanece en la enunciación a partir del sí mismo: alguien que se presente ético frente a los
demás, es por lo menos merecedor de sospecha. La ética se desvanece en la
auto- apropiación
La reflexión
de la ética será pensada en relación con el desarrollo, el cual, dentro de la
actual poli crisis, se presenta en la disyuntiva cínica de los límites y lo
inevitable: sabemos desde fuentes
científicas serias que el modelo de desarrollo del Capitalismo experimenta límites insalvables, sin embargo para la
mayoría de los gobiernos actuales resulta inevitable seguir los dictámenes del
desarrollo bajo la justificación de la lucha contra la pobreza y la garantía de
la igualdad. Así, el anuncio actual de la ideología es: lo sabemos, pero no lo podemos hacer de otro
modo. Por consiguiente el acto ético actual acontece dentro de los límites,
lo cual es adecuado para el advenimiento de la ética. La ética es en realidad aquello que está fuera de la
normalidad, ella es el acto imprevisto,
no calculado, heroico, en cierta manera, es el acto extraño dentro de la
cotidianidad política. En consecuencia, la apertura del límite es la bienvenida
a lo irreductiblemente otro. Los universos negados y los horizontes diversos
que han sido condenados desde antes del anuncio de las limitaciones, son
visibilizados y comienzan a ser tenidos en cuenta, este es el caso del Buen
Vivir. Luego, la
pregunta ética dentro del plazo de las limitaciones de la crisis del desarrollo
cae irremediablemente en la transgresión propia de la originalidad. En efecto,
el acto ético tiende a ser un imposible legal, lo cual condiciona el grado de
dificultad para devenir ético.
Para ser ético, diría Paul Ricouer, debo iniciar por
admitir que los derechos pertenecen al otro y que lo único que tengo son
deberes con el otro, y que los deberes del otro no son mis derechos como lo
explica Vladimir Jankelevich, debido
a la asimetría fundamental entre yo y el
otro en el ámbito de la ética, pues tener deberes nunca arriba a un ser de derechos. En consecuencia, la
ética inicia en el advenimiento del otro,
de la otra y de lo irreductiblemente otro, advenimiento situado fuera de la
epistemología a pesar de mencionar al re-conocimiento, pues la vuelta sobre el
conocimiento no es un refuerzo de la episteme sino el nacimiento de la ética.
El re-conocimiento es la génesis de
una ética que no depende de mí, aunque siempre me involucre. Así, el Otro es el desplazamiento del Yo, y lo otro como Buen Vivir es la novedad que reemplaza a lo mismo del desarrollo capitalista y
neoliberal. Al situar la ética en la perspectiva del otro y lo otro, la respuesta de la responsabilidad es la
ética que escapa del Il y a o del Da perteneciente a la existencia del
existente heidegariano para ubicarse en la prueba máxima de la ética: la gratuidad del des-interés. No puede haber sentido en el des-interés
pensaba Lévinas pues el des-interés no puede ser formateado por
ningún pensamiento.
La paradoja inevitable depende en cuanto la ética
siendo saber tiene que ver menos con el saber, siendo discurso no puede ser del
orden del discurso, porque la ética es una
desproporcionalidad incalculable que cuestiona cualquier política, de ahí
que la ética sea siempre incómoda para cualquier poder. La ética es un dato infinito, diría Lévinas, dentro de actos absolutamente finitos. En realidad, el infinito de la ética, la ubica en el testimonio y no en la argumentación.
No obstante, la ética y el pensamiento se construyen mutuamente: la ética puede ser pensada y el pensamiento
contiene a la ética. Una ética que no se piense deviene en un
fundamentalismo o en integrismo que se auto-justifica desde las religiones y
las ideologías. Un pensamiento sin ética es un peligro para la humanidad. El
pensamiento se puede pensar desde la ética. Pensar es hacer una ética, luego el
pensamiento crítico es una faceta primordial, sin embargo el rostro más radical
del pensamiento ético es el pensar auto-críticamente. Este pensamiento roza la
médula de la ética y toca el núcleo del acto de pensar.
Por último, pensaremos la ética en
relación en relación con el desarrollo capitalista occidental y neoliberal y
con el Buen Vivir para diferenciar las dos fuentes en las que se sostienen las
dos propuestas.
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