EL CONFLICTO POLITICO, APORTES DESDE LA COMPLEJIDAD
En esta corta reflexión voy a
intentar hacer un acercamiento al conflicto político y social desde la
complejidad con el fin de evidenciar algunas
formas de pensamiento y de acción que se desprenden de la crítica a las formas de pensamiento y
acción cartesianas. Está reflexión pretende ser un aporte al Sistema de Alerta
sobre los conflictos políticos y sociales del Ministerio de Gobierno. El
documento está dividido en tres partes. Primero es un estado de la cuestión
sobre el conflicto. Después abordaremos el pensamiento del conflicto desde
Descartes y Morin. Por último propondremos una Ecología de
- Estado
de la cuestión sobre el conflicto político y social.
Para Jacques Ranciére, filósofo emérito
de la universidad Paris VIII, sin bien el carácter inminentemente político
pertenece al animal humano, siguiendo
Esta equivocación constitutiva es
lo que le permite a la política encontrar su sentido fundamental y es ser: una permanente lucha contra la dominación. Eliminar
la equivocación es eliminar la política. Así, la política esconde una gran
decepción, ella no puede ser total, nunca puede haber una relación armónica
entre los Oligoi (los ricos) los Aristoi (Los moralistas) y el Demos (el
pueblo) En política hay una cuenta que siempre es falsa. Existe un desajuste
entre la riqueza, la virtud y el pueblo y este desajuste es el único que
permite que haya política. La bella armonía es problemática puesto que no
podemos reducir la política a la aritmética de los intercambios. Por lo tanto,
el hecho de que haya una no- cuenta o
insatisfacción permanente es o que permite que la libertad del pueblo este
presente y que le pueblo siga existiendo no como una propiedad determinable
sino como lo que es: una pura facticidad. Además es la libertad como propiedad
vacía que viene a colocar limites a los cálculos de la igualdad mercantil.
Esa no-cuenta que esconde
Para Zizek (El Sublime objeto de
Para Marx (
Derrida (Spectres de Marx, Galilée,
1993) al utilizar el término de espectro indica la pseudo-materialidad que
subvierte las oposiciones ontológicas clásicas entre la realidad y la ilusión.
No hay realidad sin espectro porque la realidad no es la “cosa en sí” kantiana sino
que está ya desde siempre simbolizada y el problema es que está simbolización
siempre fracasa, porque nunca logra cubrir lo real (Lacan). Zizek afirma que la
realidad nunca es directamente ella misma, se presenta sólo a través de su simbolización
incompleta/ fracasada y las apariciones espectrales emergen en esta misma
brecha que separa la realidad de lo real. En consecuencia, desde el conflicto
político y social hay muchos fenómenos espectrales que intentan llenar el hueco
de lo real, por eso no hay una línea divisoria entre realidad e ilusión, lo
cual problematiza la comprensión del conflicto de Morin que pretende buscar lo
real en el alejamiento de las ilusiones. En otras palabras, lo pretendido por
Morin, es imposible para Zizek. Por consiguiente tenemos que aceptar que en la
comprensión del conflicto la ideología
está presente con sus espectros e ilusiones.
Para Zizek, la realidad es el pas tout, nunca es completa, no por
perspectivismo Nietzcheano, sino porque la realidad reprime algo que es
irrepresentable y en el que se funda la realidad misma. Esto que reprime es la
lucha de clases. Por lo tanto en el conflicto político y social desde el
gobierno podemos también reprimir la lucha de clases. Pensar como muchos
intelectuales que todo es un asunto de adaptación a la sociedad y de funcionamiento del Estado es entrar en
la lógica hegemónica. Otra manera es concebir a la lucha de clases como aquello
que designa el antagonismo que impide a la realidad su objetividad. Nadie por
consiguiente puede ser objetivo ni neutral en los conflictos. Así, la realidad
del conflicto esta impedida de encerrarse en sí misma.
La lucha de clases como principio
del conflicto político y social hace que no pueda existir ni un principio ni
una compresión totalizadora de la sociedad. Además, esto hace que tengamos que
desconfiar de las totalidades racionales porque los sentidos que podemos
construir necesariamente los hacemos desde la tranquilidad de un puesto
burocrático, o/y desde nuestra condición de privilegiados, o/y desde nuestra
identificación con las luchas de las y los pobres. Es decir, no hay un principio
totalizador que pueda hacernos entender qué es el conflicto, simplemente porque
todos ocupamos un lugar dentro de la lucha de clases.
Por último, la lucha de clases como
aquello que se reprime en la realidad y que seguramente reprimen quienes están
interesados en evitar el conflicto político y social, se asienta en una
paradoja que releva Zizek y es que la
lucha de clases es lo que separa a la sociedad entre ricos y pobres, hombres y
mujeres, occidentales e indígenas, blancos y negros, pero también es lo que la
mantiene unida por éste antagonismo que divide e impide el cierre en una totalidad
racional, transparente y armónica. En consecuencia, el gesto perverso frente al
conflicto es borrar las causas de la existencia de la lucha de clases porque desde
el lugar de la solución del conflicto la única salida que tienen es la de
eliminar la propia causa y esto es lo que perversamente sucede con el consenso
y el dialogo a manera de un final casi obligado. Así, la racionalidad del
conflicto es una empresa imposible porque la lucha de clases es algo que no se
deja objetivar.
El grave problema de lo que acabamos
de decir es que hoy se reprime doblemente la lucha de clases desde el género,
lo étnico y la democracia. Todos quieren hacer realidad el sueno de
La crítica a las formas del pensar tradicionales de enfrentar el conflicto
Para Edgar
Morin, el Conflicto Político y Social se origina en un error de método, no por
casualidad sino porque la manera como pensamos la sociedad y la política genera
errores, ilusiones y cegueras. Estas formas de pensar se originan en el Discurso
del Método de Descartes que conforma la estructura epistemológica desde
· Una
primera forma es la de buscar principios simples y leyes generales que
expliquen los conflictos. Creemos que el mundo de los fenómenos puede ser
abordado desde la simplicidad cuando las realidades tienen cada vez más
configuraciones complejas, es decir son multicausales, polifuncionales, están
atravesadas por factores transversales y contienen dimensiones
transdiciplinares. El discurso simple reina en el mundo político. Las leyes
generales tienen una causa que supuestamente es básica para entenderlo todo. En
cualquier conflicto, casi todo el mundo sabe por qué se origina y cree saber
cómo solucionarlo. Lo cierto es que a pesar de las aplicaciones de estos
principios simples y de leyes generales los conflictos siguen ganando en
intensidad e inclusive pueden mutar en otro tipo de situaciones. Esto no quiere
decir que los principios simples no
tengan importancia, porque muchos problemas se pudieran arreglar de una manera
simple siempre y cuando el principio simple sea el pertinente, lo que sucede es
que ante la complejidad, elegir el principio correcto implica el conocimiento
contextual de los fenómenos.
· Una
segunda forma de pensar los conflictos es la que se desprende del principio de
simplificación es el principio de reducción y de disyunción. Los conflictos
políticos y sociales suelen ser reducidos a la dimensión política. Ver las
cosas desde lo político es una tautología repetitiva. La debilidad del
reduccionismo es que deja de lado las dimensiones culturales, económicas,
sociales, medio ambientales, psicológicas, antropológicas que hacen parte del conflicto.
En cierta forma, la política no se puede separar de estos otros aspectos. La
paradoja es que reducir es un dispositivo epistemológico que nos ayuda a
comprender pero que sin embargo genera espacios de ceguera preocupantes. Por
ejemplo, si el fenómeno del Narcotráfico se reduce solo a un aspecto económico,
otros conflictos se desprenden de su tratamiento. Además, el principio de
reducción va de la mano con el principio de disyunción por tal motivo nosotros
pensamos regularmente de la siguiente manera: o lo uno o lo otro, cuando, en
realidad, suele ser lo uno, lo otro, en intensidades diferentes y otras cosas
más.
· Una
tercera forma de pensamiento sobre el conflicto es la obsesión que tenemos por
la universalidad: creemos que solo podemos utilizar principios universales
porque “solo hay ciencia de lo general”. La crítica a la universalidad por su
origen hegemónico está dada en el discurso filosófico y político actual. En
consecuencia, no nos atrevemos en el conflicto a inventar soluciones que
aparecen en lo local, en lo singular, o en las contingencias residuales. En
cierto sentido, la solución a un conflicto la tiene el experto en conflictos
que ha sido formado en una universidad norteamericana o europea. La modalidad
de las recetas es muy propia en este campo. Se deben seguir el mismo protocolo
y nadie puede atreverse a pasar por encima pues sería un atentado contra la
ciencia que en realidad es una burla del
poder y sus representantes.
· Una
cuarta forma es la eliminación de la irreversibilidad temporal: muchos de los
conflictos pudieran evitarse si existieran pensadores complejos. Después que
algo ocurra no hay como evitar que haya ocurrido a pesar de vivir como si nunca
haya sucedido. No podemos evitar aquello que ya sucedió, pero si podemos prevenir
que vuelva a ocurrir. En realidad la salida es muy Sartreana: no soy dueño de lo que sucedió pero si soy
dueño de hacer algo con lo que sucedió.
· Una
quinta forma es pensar por partes simples o por unidades de sistemas los
conflictos: analizar es dividir en 1. 2. 3. etc., Las instituciones del Estado
y Privadas se han conformado con el modelo Newtoniano de la máquina del siglo
XVIII. Las máquinas tienen piezas y engranajes que pueden ser reemplazados
cuando la máquina tiene algunos problemas. Además, algunos “iniciados” pueden
creer que la máquina es obsoleta y buscarán cambiarla por una máquina más
nueva, como la introducción de los TIC’s. El problema es que a casi nadie se le
ocurre salir del modelo de la máquina. Normalmente los conflictos son tratados
en la forma de la máquina: se le apunta al lugar y a la persona que origina el
conflicto sin percatarse de las redes que envuelven al fenómeno social. Por eso
es contraproducente pensar el conflicto desde el modelo de la máquina.
· Una
sexta forma es pensar que el conflicto político y social se elimina cuando es
reducido al principio del orden. Nuevas leyes deben surgir con los conflictos.
Todo tiene que ser ordenado y ordenarse. Nada puede quedar fuera del control. Supuestamente,
las organizaciones funcionan por las leyes y los principios. No ver sino
ordenes es desconocer que los ordenes se originan en desordenes y caos, y se
organizan y auto organizan en medio de ellos. Los ordenes que intentamos buscar
y construir todo el tiempo pueden ser los dispositivos que disparen nuevos
desordenes. Consideramos que los azares son apariencias debidas a nuestra
ignorancia y que son las leyes generales las que gobiernan todo.
· Una
séptima forma es la de pensar en causalidad lineal, superior y exterior a los
objetos. Todo conflicto es multicausal, mientras tanto el cartesianismo sigue
buscando una causa central. Las causas se piensan lineales por ese motivo
muchas de las intervenciones pueden generar peores e inmanejables conflictos.
No ver las circularidades de los fenómenos es exponerse al efecto boomerang en
el que las soluciones se regresan a nosotros para pedir nuestra cabeza.
· Una
octava forma es reducir el conflicto a la cuantificación y la formalización en
un análisis que separa al objeto del medio y al ser del objeto. Desligar el
conflicto del contexto es convertirlo en incomprensible. Los conflictos tienen
que ver con las culturas, las historias y tantas otras cosas que no son
visibles de manera inmediata. Presentar un conflicto desde la cuantificación
hace que la complejidad desaparezca. Demostrar que el análisis de un conflicto
es objetivo y neutral es casi como intentar demostrar que quien genera los conflictos
es Dios o
Lo primero es reconocer que las decisiones que tomamos
frente al conflicto social no abandonan en ningún momento su carácter de
apuesta.
No estamos diciendo que las decisiones no tienen que ser racionales, tampoco
que no tienen que ser colectivas, o que la emoción no quede fuera de lugar. Todo
esto es para tenerlo presente. La cuestión es que la racionalidad es parcial,
que la colectividad no es ningún lugar epistémico sagrado y que las emociones
no conforman una totalidad con las decisiones. Al final, toda decisión es una
apuesta que hacemos desde los anteriores ámbitos. Por tal motivo puede ser que
resulte o no. En consecuencia, no hay fórmulas deterministas para los
conflictos, sólo Harward pretende venderlas.
Si la apuesta está colocada en la sustancialidad de las
acciones, cualquier acción que emprendamos no elimina la condición de riesgo e
incertidumbre. Luego, la política hace su apuesta así como se hace desde el
campo religioso según Pascal.
En cierto sentido la apuesta y su relación con la
incertidumbre nos recuerda la famosa frase de Euripides: los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo
inesperado un dios abre la puerta. Morin se refiere a como en siglos
anteriores se creyó en un futuro repetido, acumulativo y progresivo. Sin
embargo, el futuro que se pensó entra en interrogación y su impredecibilidad se
chorrea por todos lados. De hecho, no hay conocimientos ciertos, Todo
conocimiento tiene el riesgo del error, la ilusión y la ceguera. Las certezas
dogmáticas, intolerantes y doctrinales contienen muchas ilusiones. Lo más sano
es tener conciencia del carácter incierto del acto cognitivo.
Segundo, las acciones frente al conflicto deben ser
estratégicas, lo cual no quiere decir que no deben ser planeadas. Las acciones
estratégicas no designan un plan determinado. Para construir buenas estrategias
se requiere imaginar los diversos escenarios que se pueden crear a partir de
ella y aquellos que pueden ser modificados. En cierto modo la estrategia es del
ámbito de las acciones posibles. A diferencia de los planes que son fijos,
lineales y luchan contra el azar, las estrategias utilizan y aprovechan el
azar. Una buena estrategia utiliza errores del adversario.
Tercero, las acciones no son del dominio de las
intenciones.
Las intenciones no hacen a la acción. Morin dice que nosotros no tenemos el
control de las acciones desde el momento que estas salen de nosotros, es por ese motivo que toda
acción tiende a crear bifurcaciones y derivas, en otros términos, muchas de las
acciones que nacieron en buenas intenciones se convirtieron en fuentes de
enormes conflictos políticos y sociales. Por consiguiente el dominio de la
acción es aleatorio y ridículo. He aquí la ironía de los sistemas de control y
de las leyes, que nosotros podemos estar muy tranquilos cuando en realidad
estos están allí a manera de olla presión.
En realidad la acción tiende a escapar a las intenciones y puede regresar en la
forma de Boomerang sobre nuestras cabezas. La visión lineal de las acciones es
mutilante. Por ejemplo la política del petróleo solo consideró los recursos,
sus expertos olvidaron la historia, la política, las religiones, los mitos, por
eso estos factores pueden regresar y vengarse
de quienes intentan manipular las acciones. Algunos creen que se domina
la acción porque conocen las entradas y las salidas al sistema. En complejidad,
la ecología de la acción es tajante: las
acciones no se pueden predecir.
Cuarto, para el conflicto Político y Social lo mejor es
prepararnos para lo inesperado. El error mayor es ser triviales. La prepotencia es letal
en estos casos. Todo lo importante suele venir en el vehículo de lo
inesperado. Es paradójico prepararse
para lo inesperado porque precisamente esto no se puede preparar, por ello necesitamos del pensamiento
complejo, porque nos da varias posibilidades de acción. Desde la complejidad no
podemos dormir en la apariencia mecánica. Lo que sucedió ayer de pronto no se
repite y lo que sucede hoy no sucederá indefinidamente. Todo esto no implica
rechazar el determinismo, sabiendo que el descubrimiento no se puede programar.
Quinto, ir más allá de las discusiones morales de los fines
de los medios.
Existencialmente los fines siempre han justificado los medios. Los medios no
están subordinados a los fines. Hay fines que hacen inservibles a los medios y
medios que dan sentido a los fines. Morin (Los Siete Saberes Para
En conclusión
[1] El cinismo inocente de Habermas aparece en la
entrevista que concede después del acontecimiento del 11 de septiembre y al que se refiere como una distorsión en la
comunicación, publicado en el libro La
filosofía del Terror
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