PLURINACIONALIDAD NO, DERECHOS SI O SIGAMOS CON EL DESARROLLO

    

    El discurso de los derechos tiene más cabida que la plurinacionalidad en el discurso político actual del Ecuador. La pregunta que intentaremos resolver en esta corta reflexión, es ¿por qué se acepta más fácilmente el discurso de los derechos hoy, y la plurinacionalidad sigue siendo aplazada?

 

1.      

¿Por qué plurinacionalidad no?

    El discurso de la Plurinacionalidad suele ser bastante incomodo en la mayoría de espacios políticos y sociales de la llamada izquierda del Ecuador como lo ha sido tradicionalmente para los espacios económicos y políticos de la derecha. Decimos “discurso” porque aunque el mandato constitucional diga unas cosas, la plurinacionalidad no está presente en la reforma del entramado institucional, ni en las leyes, y mucho menos en las políticas públicas.  

    Pensamos que la incomodidad con la Plurinacionalidad  no es porque únicamente lo pronuncien los indígenas sino porque precisamente la pronuncian los indígenas. Una manera común de invalidar la plurinacionalidad es porque no todos los grupos están pensando en ella: unos hablan de interculturalidad, otros de políticas públicas, y la gran mayoría de garantía de derechos. Solo el movimiento indígena se refiere a ella y si la Patria es de todos, lo mejor es que todos hablemos el mismo discurso, por lo tanto, no a la plurinacionalidad.

    Una de las maneras de restarle fuerza, es pronunciar la misma palabra para decir algo completamente diferente. Así, se pronuncia la palabra SumaK kawsay para decir desarrollo endógeno y vivamos bien con los supuestos beneficios del desarrollo extractivista. Los Derechos de la Naturaleza son mencionados para admitir que primero va el desarrollo. La plurinacionalidad se aceptaría para afirmar que todos debemos beneficiarnos con la implementación de un modelo de desarrollo que sigue siendo ejecutado por transnacionales. Es decir, todas las palabras se acomodan al desarrollo y su énfasis económico.

    Hay cosas que no se pueden decir, pero se pueden hacer, hay otras que se dicen pero no se hacen. La plurinacionalidad hace parte de lo segundo. Ella puede ser mencionada para decir otra cosa distinta a la pensada por el movimiento indígena. La apropiación del discurso por parte de quienes están en el poder termina cambiando el sentido, el significado del significante. Ellos se apropian del discurso para hacer lo que ya tenían pensado. Se puede hablar de él pero no se puede hacer nada con él. La fuente que lo adopta no rompe con la condición que lo impide: la uninacionalidad, la colonialidad y el desarrollo. Se trata de domesticar la plurinacionalidad al estatus quo.   

2.      

    Las interpretaciones de la plurinacionalidad desde el poder normalmente suele ser de dos tipos: la negación de la unidad, y la alusión a la universalidad, a través de dos formulaciones: “los indígenas quieren un Estado dentro del Estado” y “este es un asunto exclusivamente indígena”. Sobre la primera interpretación tenemos dos objeciones, una de origen psico-ánalitico y otra de orden ontológico. ¿Por qué el poder escucha “un Estado dentro del Estado” y no “varias naciones dentro del Estado”? Tomemos prestado el chiste del filósofo  Zizek y es el hombre que llega a un restaurante con una mujer y en lugar de pedir una mesa para dos, dice: una cama para dos. Luego, la interpretación deja ver en la petición de los pueblos y naciones indígenas la negación del goce del poder. Se escucha una voz que no viene de ningún lugar para descalificar lo que no fue dicho sino lo que se cree que está diciendo.

    En el orden ontológico se evidencia la centralidad y la dictadura del uno dentro del acto político. La política de lo uno demuestra su sistemática violencia. No hay política sin hegemonizar y por enfoque de eficacia, no hay superposición, despilfarro y antagonismo, pero en el fondo es porque la política tiene necesidad de partir de una acción de imposición indispensable para quien se coloca en el centro de  la unidad y bien.

    La unidad no admite paralelismos, menos oposiciones: no a otro gobierno, solo una educación para todos y las mismas leyes e instituciones para una única forma de administración. El Platón de lo múltiple es una blasfemia, no podemos separarnos de lo uno, de un territorio que es de algunos, un escudo que no representa, una sociedad etérea y un ciudadano anónimo. La unidad es la afirmación del vacío para la hegemonía de algunos que son los mismos. Acostumbrados a vivir en el vacio de lo uno, hacemos del rechazo a la plurinacionalidad, el rechazo a lo múltiple desde la dictadura del uno mediante la ontología estática del nacionalismo.

    La alusión a la universalidad es cínica, porque el Estado moderno supuestamente universal fue parcial ya que  correspondió con una clase que además de no ser originaria fue opresora, y en el momento que el indígena demanda su entrada como pueblo dentro de un nuevo Estado, el Plurinacional, se piensa que no es universal. Luego, se prefiere la universalidad vacía de un todos etéreo dirigido a  en un ciudadano anónimo para impedir la universalidad de los pueblos.   

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    Por otro lado nos encontramos con un rechazo a la plurinacionalidad porque supuestamente rompemos con el orgullo de ser ecuatorianos. Por ejemplo, en el mundo militar no se entiende cómo alguien puede decir que primero es Kichwa,  Shuar o Tsachila y después presentarse como ecuatoriano. Pareciera que la condición de ecuatoriano fuera suficiente para identificarnos a todos. Hacerlo aparece como una amenaza para la nación. Así, las identidades de las naciones indígenas, son experimentadas como fantasmas que nos sacan del sueño de sentirnos de una sola nación, estar en la misma familia, aunque esa nación y esa familia sigan invisibilizando a los pueblos y las naciones indígenas. Esto demuestra que es más fácil para el poder partir de afirmaciones generales para explicar las particularidades, que partir de casos particulares para construir nuevas generalidades. El uso que se hace de las expresiones generales ha servido para la manipulación y la dominación. Las generalidades nos obligan a todos a comportarnos de la misma manera como si no hubiera especificidades. Todos somos lo mismo, entonces tenemos que conformarnos con una misma educación, una misma economía, un mismo desarrollo, una misma ciencia que en realidad es la educación, el desarrollo,  la economía y la ciencia de los que siempre han sido los dueños del país. 

    Pero en el fondo, nos preguntamos si la Plurinacionalidad es en verdad un problema de la universalidad o es el tener que aceptar que dentro de la sociedad mestiza hay  indios y que estamos obligados a vivir con ellos, a aceptar que ellos tienen otras formas de vida, y que ya no se les puede catalogar de salvajes, que tienen otras formas de educación y que no son ignorantes, que tienen otros conocimientos y que sus conocimientos no son supersticiones, que sus formas de gobiernos no se guían por los derechos individuales sino por los colectivos, que sus organizaciones políticas no se basan en las elecciones sino en la participación y la construcción colectiva y que sus sistemas de justicia no son barbarismo sino sistemas que buscan la curación del infractor.  Luego el problema real de la plurinacionalidad es que los siervos, no quieren serlo más, porque el desarrollo los sigue haciendo pobres, y la madre naturaleza se sigue destruyendo en nombre del vivir bien. Por eso a sus líderes se les acusa de terroristas y de infantiles, no porque tengan solo una forma diferente de ver las cosas sino porque la manera de verlas pone en cuestión a la estructura fundamental del Estado, su poder, su objetivos civilizacional y  su economía.

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¿Qué revela las anteriores formas de invalidación de la plurinacionalidad?  

    Primero, todo puede cambiar menos el Estado: el Estado,  sus discursos y sus prácticas es algo que no se puede discutir, porque no se puede cambiar, aunque así se quiera. La fuerza de la crisis no es su persistencia y multiplicidad, ella está en que lo que se encuentra en cuestión son los fundamentos: crisis del desarrollo, pero seguimos con el mismo modelo que lleva al colapso, crisis de la economía, pero lo que ha importado es salvar los bancos, y crisis de Estado, pero lo importante es ser más eficaz y eficiente. Para algunos autores como Boaventura, la crisis es ocasionada por la obsolescencia de una teoría que fue creada en el Norte (4 paises) y que es insostenible en el Sur, porque han sido otras las prácticas.

    Segundo, la política y el poder: cuando se llega al poder, se deja de hacer política y se comienza a hacer policía, atacamos a los opositores, y decidimos hacer la política de ordenar, desligitimar, seguimos siendo críticos pero sin autocritica, pero sobre todo, no nos interesa un poder desde los pobres y los movimientos sociales sino un poder que debe ser conservado.  Hacemos la política de la división de los enemigos, de su persecución y encarcelamiento porque se supone que es una buena manera de sostenernos en el poder. Los diálogos creen que les hace débiles, por consiguiente lo mejor es no dialogar para aparecer como fuertes, por eso el dialogo solo existe cuando creemos que el enemigo es suficientemente débil. Los medios no los discutimos, la causa es suficientemente buena para que nos critiquen de mentir, de jugar sucio o de aparentar.  

    Tercero, ciudadanos vs pueblos: la noción de ciudadano ha sido la manera más astuta construir el Estado moderno al servicio del capitalismo. A los ciudadanos se les puede dar todo, porque políticamente no son nada, mientras a los pueblos se cree detenerlos comprando a sus dirigentes, negociando prebendas, manipulando sus luchas. 

5.

¿Por qué derechos si?

    En este campo hay dos aspectos que considero relevantes: el primer aspecto  es el percibido por algunos como el campo de la ilusión cumplida análogo a las políticas. Un amigo izquierdista decía que durante muchos años habían luchado para que dentro del país se hicieran políticas públicas y ahora aparentemente el Estado se planifica a partir de ellas. Del mismo modo, todos soñamos con un país en que los derechos fueran la directriz de las políticas, y ahora estamos en un Estado constitucional, garantía de derechos. Pareciera que hemos llegado al lugar políticamente deseado, solo nos queda hacer cumplir la ley.  

    El segundo aspecto es un hecho, hace algún tiempo  Ecuador Inmediato publicó la carta de una madre que cuestionaba los derechos de quienes pedían mejores condiciones en la cárcel porque pensaba que dicho derecho en parte negaba los derechos de quienes habían sido víctimas.

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    Sobre el primer aspecto lo primero que descubrimos es la desilusión que tiene el poder. Normalmente el lugar del poder tiene nuevas complicaciones que no avizoramos cuando lo veíamos desde lejos. Cortar la cabeza al rey en el siglo XVIII no fue un problema, vencer a los españoles hace doscientos años, tampoco fue tan complicado, pero hoy las revoluciones tienen un grado de complejidad que no es tan fácil con ocupar un lugar, hacer leyes o señalar el enemigo fuera.  

    Hacer cambios a partir de leyes. Vivimos entrampados en la discusión de leyes. Nos jugamos allí como si nos jugáramos la vida. Nos olvidamos que la ley era la fuerza del argumento para no utilizar el argumento de la fuerza sin embargo, esa ley Judea cristiana es necesaria pero no suficiente para el cambio. Estamos en un ambiente que decidió hacer una supuesta revolución por leyes sin cambiar las instituciones reaccionarias y coloniales como la política, el ejército, la policía.

    El poder se sigue apoyando en la democracia del número y la representación que cree representar lo que el pueblo necesita, sin necesidad del pueblo más que para apoyarse para hacer lo que cree y dice que es bueno para él.

     Sobre el segundo aspecto: lo que se revela es que los derechos son ofrecidos para todos, así también profesa la  filosofía liberal. En el origen los derechos fueron pensados para quienes no tenían derechos. En la nueva universalidad los que siempre han tenido derechos reclaman el derecho a no dejar de ser poderosos. Hasta el verdugo o el violador puede reclamar el derecho a decidir porque los derechos perdieron su lugar parcial que les daba sentido.

 

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    La trampa de los derechos la encontramos en el uso de estos para enjuiciar, invadir, hacer la guerra. Desde el discurso de los derechos se abren las puertas para decidir por los otros. ¿Por qué el discurso de los derechos es utilizado para el ejercicio del poder hegemónico?  Porque el enfoque de derechos responde a una concepción de Estado Liberal, ya que éste fu su contexto original,  porque los derechos siguen dependiendo de un discurso occidental, antropocéntrico, ligado a un modelo civilizatorio, y porque los derechos siguen basados en una universalidad del goce y un sujeto víctima, en condición de animal viviente.

    El derecho hace parte de la democracia representativa. Tenemos el derecho a estar en el Estado, por eso se puede proponer la representación paritaria, como si se tratara al final de repartir una torta sin preguntarnos quien hizo la torta, quien la vende y que efectos tiene cuando se come.

    Lo que llama la atención es que el discurso de los derechos dentro de la constitución está planteado como goce. Una vez preguntaba a un asambleísta por qué y su respuesta es que antes habían luchado,  sufrido  mucho por ellos  y ahora que tenían los derechos, debían gozar de ellos. Luego, los que protestamos es que no queremos gozar. Pues se supone que ahora gozamos de los derechos, pero de cuáles derechos. ¿A caso hemos llegado a lo que queríamos? O en realidad, ¿ahora tenemos que sufrir porque fue un anuncio falso?

 

 


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