EL PROBLEMA DEL POR QUÉ EN LA LÓGICA DEDUCTIVA O LA REBELIÓN DE LOS RELOJES


En día sexto dijo Dios, hagamos al hombre a imagen y semejanza, y el hombre fue hecho, así, hombre y mujer los creó, y vio dios que eran buenos descanso el día séptimo.  (Libro del Génesis). Adán y Eva los encontramos en el origen de la vida, en medio del paraíso, desnudos, con todo a la mano, sin dolor y sin tristeza, sin trabajo, en un lugar que no podemos ni siquiera imaginarnos. Felices pero con la libertad de no serlo. Hechos por Dios, a imagen y semejanza. Más que copias pues se esta en semejanza. Más que semejanza pues somos imágenes.  Así, el relato bíblico nos recuerda el origen y la vida de lo humano que proviene de la vida de lo divino.

Sin embargo Darwin viene a completar un panorama desolador. Cuando se creyó que la tierra era el centro del universo, aparece el Heliocentrismo de Copernico que desplaza la casa del hombre de su lugar central. Cuando se  creía que la razón y su conciencia eran los instrumentos fundamentales para hacer la historia, la sociedad y la vida aparece el inconsciente con su carácter fundamental. Cuando creíamos que estábamos hechos de una sustancia especial, divina, y no animal, aparece Darwin recordándonos que nuestros progenitores, no fueron otros hombres ni dioses sino que  fue un grupo de chimpancés. Cómo soportar tanta humillación? No todos así lo creyeron y siguen buscando relaciones divinas y esencias especiales que expliquen su origen. Desde la filosofía descubro que uno de los elementos que impide la aceptación de Darwin todavía en nuestros tiempos es lo que llamaré desde ahora en adelante: la lógica deductiva.

El argumento de la lógica deductiva nace en la siguiente aporía: la vida solo puede estar derivada de la vida misma. Si la vida nace de la vida Darwin no es una excepción pero si lo es con respecto a la deducción gradual que va de lo más a lo menos, la cual se sitúa en discusiones de biólogos más recientes como Kaufman por ejemplo en su libro sobre las Investigaciones Científicas.

En esta reflexión nos centraremos en la excepcionalidad de Darwin con respecto a la Lógica Deductiva sin entrar en las discusiones de los últimos años que se presentan ya no como una explicación del origen de las especias sino como una explicación del origen de la vida.

Esta lógica de la deducción rompe con la visión que va de lo más a lo menos y la invierte de manera peligrosa, dirá Dennett, original, afirmamos nosotros. El ser humano no es una copia de algo más perfecto. La perfección no es el origen. No puede ocurrir la vida sino de la vida misma pero lejos de las condiciones de gradualidad cuantitativa. Nada de lo que vemos puede suceder sino a partir de algo no requiere de la perfección divina o simplemente de la perfección. En efecto, San Agustín en EL Maestro, nos indica sobre la imposibilidad ontológica de considerar que la perfección se produzca a partir de la perfección. La existencia de la vida solo puede suceder a partir de algo superior o sino de algo que se le parezca.

Sobre este argumento voy a señalar un doble aspecto: primero va a ser el límite para entender a Darwin. No es el argumento teológico el que prevalece sino el biológico con sus connotaciones epistemológicas, científicas y ontológicas. Segundo, el mismo argumento es también límite para Darwin, puesto que la vida no tiene diseñadores pero si diseños que se modifican en el tiempo. Así, la causalidad continua pero a la inversa. Daría la impresión que aquello que limita la comprensión de la novedad es también un límite que asimila la misma novedad. Así, todo lo que limita una percepción se convierte también en límite de la nueva percepción.

 

  1. Las entrabas de la deducción

Cualquier de los objetos que están en esta sala, se originaron en diseños anteriores. Si pensamos un poco más allá nos encontramos con esta universidad que fue pensada y construida antes que nosotros llegáramos acá. De igual manera los autos, el Estado, el Ecuador. Por lo tanto, hay diseños de todo lo que vemos que no dependen de nosotros, diseños a través de los cuales nos hacemos.

Pero sería un error considerar que todo lo que vemos, el lápiz, la biología, todo obedece a un programa rígido que alguien sacó de un sombrero de mago y lo colocó frente a nuestros ojos y para nuestro servicio. No, los conejos solo aparecen en el circo y a partir de trucos. Desde lo más mínimo hasta lo más complicado ocurre en una mezcla de aquello que estuvo preparado y de lo más inesperado, como dirá Jacques Monod, de azar y necesidad refiriéndose a la Biología. Caminos que no sabemos si van hacia delante o hacia atrás, para arriba o para abajo, circulando en el mismo lugar o como en las procesiones de la costa colombiana, tres pasos hacía adelante y dos para atrás mientras se toma aguardiente. Así, los diseños están expuestos a una vulnerabilidad que siempre nos ha costado trabajo aceptar.

Pero los diseños que nos anteceden y que son una mezcla de azar y necesidad, están ellos mezclados dentro de una doble lógica de la deducción, una con la que rompe Darwin y otra en la que Darwin se inscribe.

Los impedimentos de una lógica deductiva para aceptar a Darwin 

Aristóteles en su libro Metafísica señala a la causa como el elemento más importante para la explicación de la gripe de Sócrates y Criton. Las causas son nociones explicativas, proyectiles lanzados al pasado. La causa, instrumento indagatorio del pasado intenta ser una definición precisa de aquello que queremos entender como tal. Pero la causa no es solo el cuándo?, o la causa eficiente; existen otros tres tipos de causas: la causa material que define el qué, la causa formal que define el dónde y la causa final que define el porqué.

Preguntarnos cuándo, qué, dónde, porqué, no son explicaciones sino principios explicativos provenientes de la causa, una causa que fue contestada por Hume y que aparece en la Critica de la Razón Pura de Kant. Esta manera de preguntar e indagar no excluye el principio divino, de hecho el primer motor aristotélico es una de las pruebas racionales de la existencia de Dios en Santo Tomas. Así, la lógica deductiva es un ir hacía atrás para preguntar el porqué y el cómo de las cosas y los seres. No estaba mal la indagación, lo que resultaba sospechoso era que hacía atrás vamos a buscar las sustancias especiales, divinas y perfectas. De está manera caímos en el problema de creer que todo lo que había que buscar era seres superiores, ideas perfectas, modelos originales ya realizados, en últimas, diseñadores y no diseños. De este modo Darwin resultaba ininteligible, incomprensible y hasta provocador, pues con El origen de las Especies, el precedente que se establecía era el anti-dios y el anti-hombre.

La fuerza de la búsqueda de las esencias la encontramos en toda la ciencia y las ideas del siglo XVIII y XIX. Por ejemplo, el Cleantes de Hume decía lo siguiente: “Todas estas máquinas, hasta en sus partes más diminutas, están ajustadas unas a otras con una precisión que provoca la admiración de todos los hombres” Es igual al universo que vio Newton y Einstein.  Parecería que frente a tanta precisión y tanta belleza hay que buscar otra cosa distinta a las simples leyes de la física, la biológica. Frente a la obra de  Van Goth algo más que admiración. Sin embargo, las cosas no son como parecen, nos recuerda Platón desde hace muchos siglos. Los filósofos de la Republica son una idea para una política que no puede ser fundada sino a partir de lo que llama Ranciere La Mesentente.

No hay duda que esta lógica deductiva nos ha hecho caer en una serie de errores y de cuestiones metafísicas que terminan torciendo las investigaciones científicas hasta el punto de encontrarnos con una serie de investigaciones deshonestas, envueltas en esoterismos que no pueden ser probados sino por las vías más inauditas.

En el fondo de la lógica deductiva nos encontramos con esencias que la ciencia no logra tocar. Dennett dice que “Aristóteles había desarrollado su teoría de las esencias como un mejoramiento de la teoría de Platón de las ideas”[1].   Platón había expuesto en el Fedon que cada cosa terrena es como una copia imperfecta o una reflexión de una idea ejemplar o forma que existe eternamente en el reino platónico de las ideas regidas por Dios. Luego, las esencias existen, lo que tenemos que hacer es buscarlas.

Las taxonomías, incluso de Darwin, son heredadas de Aristóteles. Él en su texto La Investigación Sobre los Animales[2] reproduce una serie de presupuestos esenciales y patriarcales. Por ejemplo dice que “las partes sexuales de la mujer tienen una conformación contraria a la de los hombres. En efecto, la parte situada debajo del pubis es cóncava en lugar de ser saliente como la del hombre”[3] La mujer es vista, mirada y reflexionada a partir del hombre. El hombre es la imagen perfecta para la mujer mientras que Dios es la imagen perfecta para el hombre. Y los animales cómo se comparan?: “Pues unos animales difieren del hombre más o menos en ciertas cualidades, y lo mismo sucede con el hombre comparado con un gran número de animales” [4] Los animales son vistos a partir del hombre y así sucesivamente en una jerarquía pre-establecida. De esta manera nos damos cuenta que la lógica deductiva se va realizando  a partir no solo de principios explicativos sino de principios que son considerados como perfectos y superiores estableciendo una lógica de poder.

Sin embargo, existe un cambio importante y es cuando Aristóteles pasa a la explicación de la alimentación de los animales: “La alimentación de los animales varía y depende principalmente de la constitución respectiva de estos animales, pues en cada caso el crecimiento del animal se efectúa de manera natural de acuerdo a la materia de que están constituidos. Ahora bien, lo que es conforme a la naturaleza es agradable y así todos los seres persiguen el placer de acuerdo con su naturaleza” [5] Acá se sale del mecanismo de comparación y se pasa al argumento de la naturaleza pero sin relación con el medio. Las esencias existen en sí mismas y son definidas dentro de lo que se llamará hasta el siglo XIX, el principio de naturaleza que tendrá efectos por ejemplo en el Iusnaturalismo. En todo caso no es que un principio sea reemplazado por otro sino que las dos formas explicativas se juntarán: “En efecto, le carácter de las hembras es más dulce, se amansan más rápidamente, aceptan de mejor grado las caricias y son más fáciles de adiestrar”[6]

En una lógica de la deducción, el azar o la casualidad están descartadas: “Ahora bien, entonces nada llegar a ser por azar ni llega a ser cualquier cosas al azar, ni será o no será, sino que todas las cosas son” [7] Si todo se produce por una esencia, nada se puede producir sin esta esencia. Aún lo falso solo se puede producir por lo falso: “El argumento falso se produce en función de la falsedad previa” –Analíticos Primeros-[8] . Nada se produce de la nada y en los Analíticos Posteriores dirá que toda enseñanza y todo aprendizaje por el pensamiento se produce a partir  de un conocimiento pre-existente. Por consiguiente no puede haber ciencia sin principios: “Las  ciencias son tanto más exactas cuanto más directamente se ocupan de los primeros principios” [9] Para Aristóteles los primeros principios no son solo de orden material.

En el caso de San Agustín la incidencia de la lógica deductiva es mucho más fuerte pues la encontramos directamente relacionada con Dios: “Quien negará oh Dios grande, que todo lo diriges con orden. Baste con saber que nada se engendra, nada se hace sin una causa suficiente que la produce y lleva a su término” [10] Así, la lógica deductiva que explica las cosas y los seres va a explicar también sus comportamientos: “Pues nadie yerra sin causa, y la serie de causas pertenece al orden. Y el error no solo tiene causas que lo producen sino efectos que la siguen” [11]

La lógica deductiva supone el orden entre el original y la copia pero también el orden que atraviesa toda la ciencia, incluso hasta el siglo XX: “os ruego que, si amáis mucho el orden no permitáis en vosotros ninguna precipitación ni desorden” [12]

Rupturas de Darwin con la lógica Deductiva

No hay duda que la ciencia y la historia están unidas con la biología. Ella depende la historia pero también puede a cambiar la historia. En efecto, con Darwin y la selección natural se unifica la esfera de la vida y su significado conectados al espacio y el tiempo. La pregunta por el origen de las especies nos lleva a la bifurcación euclidiana.

Con Darwin la causa teleológica comienza a tener otros sentidos. Locke había dicho que la inteligencia humana solo podría ser pensada por una inteligencia superior: “Por qué es imposible concebir que cualquier simple materia no cognitiva puede producir un ser inteligente y pensante, así como que la nada de sí misma produce materia” En el fondo, la lógica deductiva no admite que de la nada surja algo: Ex nihilo nihil fit: nada puede seguir nada. 

Aquí nace la controversia con el argumento deductivo. Lo imperfecto no puede originar lo perfecto. (El Maestro) Pero quien dice que somos perfectos. La teoría de la evolución acepta la bifurcación del árbol de la vida pero no la ascensión. Según, Locke la mente debía ser lo primero. No podía llegar a existir un momento después. Es igual al argumento de Hume: Porque hay diseños, estos no pueden existir sin un diseñador. El Cleantes de Hume afirma lo siguiente: “Todas esas diversas máquinas y hasta en sus partes más diminutas, están ajustadas unas a otras con una precisión que provoca admiración de todos los hombres que alguna vez lo han contemplado”

Pero el reto para Darwin no fue solo como lo imperfecto podía proceder de lo perfecto si lo vemos desde el punto de vista de la lógica de la deducción sin también preguntar sobre porqué la diversidad. Aristóteles había separado la esencia del accidente o el per se del per accidents. La esencias son atemporales, inmodificables. Para Platón este mundo no es visible pero si puede ser deducido. Así, la palabra especie –taxonomía- era una traducción en la que estaban dada la palabra griega eidos. Así, la ciencia va a situarse en la casería de lo esencial, inmutable –Copernico, Kepler, Descartes, Newton-. Sin embargo Darwin va a descubrir que las especies no son eternas ni inmutables que habían evolucionado a partir del tiempo.

A diferencia de los átomos de Carbono que se han mantenido, las especies ha nacido en el tiempo, pueden cambiar a lo largo del tiempo y a su vez pueden dar origen a varias especies. No obstante, lo que ahora existe depende de antes pero bajo la ley de la selección natural que admite la modificación constante como una ley. Así, las variaciones suceden entre contendientes y las predisposiciones crean ventajas que pueden crecer indefinidamente. Ergo, la diversidad es compleja en su estructura: “Debe recordarse que la competición será generalmente más dura entre aquellas formas que están relacionadas más próximamente con otros hábitos, constitución y estructura. De aquí que todas las formas intermedias entre los estadios precoces y los más tardíos de una especie, es decir, entre los estadios que han sido mejorados y los más mejorados, del mismo modo que los progenitores de la especie original, tienden en general, a extinguirse” [13]


3. A manera de conclusión: la mayor vulnerabilidad de la deducción es la realidad y los significados de la vida

A pesar  de las dificultades de la lógica deductiva, no es posible escapar a ella. Así a lo real llegamos por deducción y a la vida por aquello que entendemos de ella. En consecuencia, los animales reales son animales teóricos. Pero deberemos adjuntar a la última frase lo siguiente:  que habrían podido haber existido. Existe un real sin existencia dentro de la ley de la selección natural. Además este real no es lo que debió pasar desde antes. Lo real es producto de trayectorias evolutivas. Es decir, lo real es también producto de lo que no pudo ser así, de aquello que no se puede explicar solo necesariamente.

Una lógica deductiva tal como la hemos señalado anteriormente, no solo que no es real sino que puede ser una pesadilla.  Las trayectorias teóricas pudieron haber dado lugar a monstruos inimaginables. La vida es más inteligente que nosotros, menos mal. Lo real tiene que ver con unos vecinos que ya no existen, nos recuerda Darwin. Además, lo real es algo muy pequeño comparado con todo lo que hubiese sido posible. Por otro lado, tanto lo real como lo  no real tiene que ver, en parte, con la casualidad y con la causalidad.

En todo vamos encontrando el arrastre biológico aleatorio. Aunque podamos medir la realidad, la aleatoridad de las especies está fuera de lo que podemos considerar como importante. Lo importante puede ser entendido como mejoría en un diseño de especies o genético pero no es digno de confianza en el plano científico. En realidad, podemos hablar de diseño y mejoría pero no de progreso. Mejorar no es progresar sino simplemente mejorar, pero no sabemos si para lo mejor y lo peor.

Como dirá Dennett: “No existe una única cumbre en el espacio del diseño, ni una única escalinata o escalera con peldaños calibrados, así, que no cabe esperar que encontremos una escala que nos permita comparar la cantidad de trabajo de diseño a los largo de las distantes ramas del desarrollo” [14] Pero a pesar de las muchas probabilidades para el espacio de lo que llamamos vida o real, solo hay un especio para el diseño y todas las cosas reales están unidas allí. Con razón decía Darwin: “La formación de los diferentes lenguajes y de las distintas especies y las pruebas de que ambos se han desarrollado a través de un procesos gradual, son curiosamente una misma cosa”  -EL ORIGEN DE LAS ESPECIES.



Bibliografía

[1] Ibid, Pag., 47

[2] En la Biblioteca Gredos, Madrid, 1992

[3] Ibíd., Pág., 66

[4] Ibíd., Pág., 414

[5] Ibíd.., Pág., 414

[6] Ibíd., Pág., 480

[7] Aristóteles, TRATADO DE LÓGICA ORGANON II, Gredos, Madrid, 1988, Pág., 51

[8] Ibíd., Pág., 54

[9] Aristóteles, METAFÍSICA, Edición trilingüe, Valentín García Yebra, Segunda Edición Gredos, Madrid, 1978

[10] San Agustín, SOLILOQUIOS, Obras, Tomo I, BAC, 1981, Madrid, Pág., 689

[11] Ibíd.., Pág., 701

[12] Ibíd., Pág, 759

[13] Ibíd..,

[14] Dennett, Op cit., Pág., 212


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