ALGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LA COMPLEJIDAD Y LA EDUCACION

  1. La auto-organización vs., los controles de la biopolítica

     La educación tradicional está impregnada de un ejercicio del poder  vertical, autoritario y fragmentado. Vertical porque los cambios se piensan  arriba y se ejecutan abajo. Es un ejercicio fálico que opera siguiendo una comprensión animal de la sexualidad. Para evaluar lo hacemos de la misma manera. Autoritario porque sigue los cánones de un ejercicio clásico del poder. No puede operar sino se siente investido del poder. El ejercicio autoritario se inscribe básicamente en la dominación. Crea una distancia indispensable para dar órdenes sin que nadie las cuestione. Fragmentado, porque su verticalidad le impide pensar en una coordinación, por eso a menudo vive en la impotencia pues normalmente se enfrenta con otros poderes que están más arriba de él o con poderes que pelean sus poderes dentro de su horizontalidad. Pero sobretodo su fragmentalidad  le hace incompetente con el todo no obstante su máxima pretensión es el todo.

      Este ejercicio del poder ni siquiera choca con las teorías y las prácticas de la Cibernética de Heinz Von Foerster1 ya que su principio de autoorganización es desconocido. Normalmente se piensa que si no hay nadie para dar órdenes es imposible que alguien las cumpla. Los individuos se ven de manera separada como los departamentos y las disciplinas. Si ellos se comunican entre sí es para que funcione el ejercicio de poder tradicional.

      La autoorganización se opone a la diseminación de controles propios de la biopolítica que inicia en el siglo XIX como pudimos ver en uno de los textos de Foucault que recoge uno de sus últimos cursos en el Colegio de Francia y que se agudiza en toda institucionalidad del siglo XX. La multiplicidad de controles en la educación demuestra el agudizamiento de la desconfianza con respecto a los otros de Hobbes  y la paranoia frente a todo lo que se quiere someter. Resulta llamativo que la proliferación de controles en la institución vayan de la mano con la inmensa corrupción de instituciones publicas y privadas –la privatización se coloca como salida a la crisis de eficacia y de ética cuando está alcanza niveles in-imaganibles de corrupción en el mundo- . Me atrevería a decir que los controles son consustanciales a la corrupción y viceversa, es decir, en la medida que aumenta la bio-politica burocrática aumentan la corrupción. La ley que se hace para detener la corrupción es al mismo tiempo su canal privilegiado para suscitarla, y, la corrupción que se detiene con la ley en sentido restrictivo, le permite sobrevivir, vivir y crecer. En Ecuador por ejemplo, el año pasado el caído expresidente Lucio Gutiérrez cambio la Corte Suprema de Justicia a dedo, lo cual permitió el sobreseimiento de algunos personas publicas que estaban fuera del país por cargos serios. Lo increíble es que la nueva administración ingenuamente piensa que la meritocracia puede funcionar bajo la perspectiva de una ética que suspende la política –las mujeres fueron las primeras afectadas por la meritocracia-, así, elige una nueva Corte por méritos y se repite la historia: la corte es corrupta. Pero como no podemos mirar lo real de frente pues sería como mirar el sol y cegarnos, seguimos en el discurso mentiroso de la institucionalidad situando lo que sucede en el margen, colocando como excepcional lo ocurrido, pensando que el problema está en los comités de selección o en la politización como si hubiese un afuera que no sea político   y continuando con el viejo discurso del orden cuando en realidad este no existe sino en el nivel simbólico y sirve solo para demostrarnos que vivimos en el desorden tal como diría Derrida reflexionando sobre la precariedad de los fundamentos. 

      Hemos querido iniciar la discusión por el lado de la institucionalidad, sin embargo nuestro interés es el de tocar el aspecto epistemológico de la educación desde la auto-organización de Von Foerster, para después volver a la institucionalidad de la educación. Iniciaremos preguntándonos sobre en que medida la autoorganización nos crea nuevas preguntas sobre los conocimientos que trabajamos en el aula.  

 

  1. Los conocimientos y la auto-organización

 

La segunda ley de la Termodinámica descubre la orientación de los sistemas hacia la Entropía. No obstante la auto-organización de Von Foerster no es contraria a esta ley sino complementaria al mismo tiempo sigue en la oposición y en la concurrencia. Es decir, todos los sistemas se auto-organizan y lo hacen en situaciones al borde del caos. La dificultad surge con los conceptos de interés o enajenación del marxismo y de ideología de Althuser pues se supone, por ejemplo que todo está dentro de la ideología y pretender estar fuera es ideológico, lo cual es uno de los errores también de Zizek. Expliquemos esto por separado.

      La entropía sigue siendo una ley irrefutable de todo sistema que utilice energía y por supuesto de todo sistema vivo; esto no descarta que los sistemas se auto-organicen en el ruido, el desorden y el caos. La génesis de los conocimientos siguen esta doble ley, es decir: todo conocimiento se origina dentro de algunas circunstancias específicas, se organiza dentro de un contexto y tiende a su desaparición. Para las ciencias humanas esta ley es muy clara  y no tanto para las disciplinas de las llamadas ciencias duras. En el año de 1992 decía Gustavo Gutiérrez en la Universidad de Freiburg que la Teología de la Liberación podía desaparecer sin embargo lo importante es haberle recordado a la Iglesia Católica que la opción por los pobres es central para la evangelización. Una dificultad que encontramos es que los conocimientos nos hacen caer en algunas trampas y una de ellas la encontramos en la tendencia a creer que los conocimientos son eternos. Por ejemplo la discusión con marxistas ortodoxos deja entrever esta dificultad pues el marxismo se puede ver como una doctrina que atraviesa todos los tiempos. Lo mismo podemos decir de las teorías de los Chicago Boys o de las doctrinas Neoliberales pues conocimientos que son contextuales, históricos, locales, además de estar articulados con el poder, se les comprende como leyes de la historia y caemos en este tipo de situaciones de las que hablaba Morin que consiste en ofrecerle las vidas a las ideas lo mismo que a los dioses se les sacrifica personas con el fin de que los dioses vivan.

Esta tendencia dogmática del conocimiento está en relación con el lenguaje, pues como diría Francisco Varela “los sistemas sociales siempre está incorporados en el molino sin fin del lenguaje”, es decir, esconden el mito. Jacques Derrida en la discusión con Paul Ricoeur sobre la metáfora como la oblicuidad del lenguaje, afirmaba que la discusión entre concepto y metáfora escondía una verdad escandalosa y es que todo concepto es metafórico, es decir, no guarda ninguna relación sustancial con la cosa, básicamente es una huella, y esto ocurre precisamente porque el logos está asentado en el mito, citación que le denomina el falologocentrismo de la mitología blanca. Situación parecida la encontramos en los estudios de Mircea Eliada sobre las relaciones entre Pensamiento Empírico Técnico Racional y el Pensamiento Mágico, Mítico, Simbólico. Ambos tipos de pensamiento se encuentran en relación de oposición pero también complementaria, esto hace que nosotros vivamos  entre un aspecto y el otro. Frazer advertía esta situación cuando describía a las comunidades indígenas como capaces de bailar la danza del tigre –Pensamiento Simbólico-  y tener estrategias eficaces de caza –Pensamiento Empírico- En breve, es imposible, a no ser que estemos en la situación del Sicótico, vivir solo en la esfera simbólica, o, solo en la esfera Empírica; vivimos entre la empiria y el símbolo, entre la real y la fantasía,  o como afirmó Lacan, en lo real, lo simbólico y lo imaginario. Lo real se encarga de crear la fantasía y dentro de la fantasía nos encontramos con lo real. En efecto lo fantasía no es solo huída, es condición de existencia de lo real.

      En el caso de los conocimientos que provienen de las ciencias duras, la ley de Entropía se repite. Popper, Lakatos, Kuhn, Feuyerabend y Morin van a hablar de la mortalidad de las ciencias como la Física y las Matemáticas. Su inmortalidad es falsa. Lo mismo que la sociología, las ciencias exactas nacen y mueren. Aceptar esta ley es casi un apostasía para los que se encuentran en estas disciplinas, sobretodo porque esas ciencias generan una gran prepotencia y arrogancia, pero no es asunto de que lo acepten o no. Irónicamente a finales del siglo XIX el carácter degradativo de las ciencias aparece en la ciencia que se pensó eterna, casi divina: la Física. Heissenberg, Godel y el desarrollo de la Astrofísica en el siglo pasado van a confirmar lo que acabamos de afirmar. La imposibilidad de verificación de una hipótesis y la erección de su único principio válido, la falsabilidad o falsación en popper, lo mismo que el por qué hay paradigmas y cómo estos desaparecen dentro de la comunidad científica, la doble posesión de la verdad en Morin, son algunos de los fenómenos epistemológicos que explican dicha condena en la ley entropica y que cobija a los sistemas y teorías provenientes del conocimiento, extendiendo el principio de los sistemas vivientes y de energía al campo de las ideas, la teorías y los saberes.

      Retomando la auto-organización cuando decimos que los sistemas son capaces de auto-organización estamos introduciendo un principio que choca en la educación y las culturas, debido, pienso, a las diferentes antropologías en las que se asienta la Modernidad. La educación emerge casi mágicamente en una sociedad necesitada de ella. Este es uno de los errores de Philippe Meirieu cuando en la década de los noventa llegó a definir a la educación como una relación necesaria, asimetría, provisional en orden a la emergencia del sujeto. Por qué es un error? Porque la educación se le sigue considerando al estilo de Freud con respecto al aparato psíquico, en otras palabras, la educación es la mejor confirmación de que seguimos atrapados en Platón. La educación es el mundo de las ideas que lucha contra las opiniones o la doxa del mundo o contra el sentido común que tantas molestias le causaba a Marx cuando estudiaba al sistema capitalista.

      Sí hay rechazo explicito o implícito a la auto-organización por lo que venimos de señalar, el escándalo es mayor cuando afirmamos que ésta ocurre por desorden, caos o ruido. Ergo, los sistemas se auto-organizan no porque tengamos conciencia o autoconciencia al estilo hegeliano, se auto-organizan porque experimentan situaciones amenazantes y al experimentarlas la vida en sí misma aparece cuestionada, el equilibrio se pierde, la acomodación se desvanece. Al suceder esto, los sistemas tienen necesidad de reaccionar pues es un asunto de vida o muerte. Resultaría muy simple interpretar las crisis de los paradigmas de Kuhn como crisis simplemente explicativas. No, las crisis epistemicas son crisis vitales, no es simplemente que antes explicábamos el mundo y ahora no lo podemos hacer porque el mundo cambio ya que caeríamos en el error que advierten los filósofos del lenguaje y es que no se puede percibir sin lenguaje lo mismo que no podemos pensar sin él. Esta dificultad la encontramos en Manuel Castells pues, pienso, no hay solo problemas con la interpretación del poder sino también con las concepciones epistemológicas en la comprensión del Cambio de Época.

      En todo caso volvamos al escándalo. La autoorganización no es un asunto de conciencia, sino de desorden, caos y ruido. Viéndolo desde el otro lado diremos que los conocimientos, las disciplinas y los saberes son fruto de estas situaciones. Luego, las crisis de los conocimientos son crisis existenciales. Un conocimiento no se convierte en obsoleto por incoherencias lógicas simplemente. Sin embargo no es un  asunto pragmático. La presencia del desorden obliga a todo sistema epistemológico a pensar y a pensarse de otro modo. En sentido estricto, el pensar de otro modo es una consecuencia de vivir en el borde. El centro no innova no porque no este en el borde sino porque no tiene necesidad. Su única necesidad es la conservación por instinto, por poder, por tal motivo el cambio es algo más que un asunto ideológico. Derrida hablaba de las instituciones como grandes máquinas sedentarias donde encontraba personas que se ubicaban en el borde y para deconstruir era indispensables hacerlo con ellas.

      Esta relación epistémica entre desorden, caos y auto-organización si ingresa en la razón cínica de nuestros tiempos se convierte en un instrumento de dominación pues no habría innovación sin situar a las instituciones en el caos. Tenemos que tener cuidado con ello. Al decir que es epistemica, ampliamos el campo pues sacamos a la inteligencia de sus lugares tranquilos y conservadores aun dentro de los escenarios de izquierda ya que estos suelen ser mas conservadores que los espacios de los neoliberales –hoy los neoliberales de Davos son más revolucionarios que la izquierda, el problema está en que ellos quieren una revolución sin revolución-. Esta situación revela algunas paradojas, la mas conocida es que no se puede conocer sin salir del conocimiento aunque para conocer necesitamos estar dentro, es decir la única manera de estar dentro es estando fuera. Conocer el mundo es tener un brazo fuera del mundo que nos permita conocer el mundo. Existe esa escena del cine donde el actor se saca un ojo para mirarse con él. Esta escena es paradójica y nos recuerda la cercanía del conocimiento innovador no solo  con la locura sino con la muerte. Conocer de otro modo, no es solo colocarse en el margen, es ser colocado allí, bajo la prohibición y la sospecha. Con mucha razón dice Morin que el conocimiento nuevo es una desviación y la única manera de sobrevivir es cuando se convierte en una tendencia porque otros lo asumen. Luego no es que una verdad se convierte en verdad porque es una verdad, es otra cosa totalmente diferente a la supuesta metafísica de la verdad.

     La paradoja del desorden del mundo y la muerte como lugar en que se logra la auto-organización es algo muy cercano a la biología, lo cual desacomoda las concepciones tradicionales de la moral. Hasta el pensar es muy difícil porque este ocurre bajo las circunstancias de amenaza, de crisis y la tendencia natural es más bien al acomodamiento. En el fondo el pensamiento que surge desde condiciones nómadas y de crisis, en el momento que se hace tendencia, comienza a ser lo que nunca quiso ser. En efecto, la maquinaria universitaria logra tomar todos esos pensamientos irreverentes, subversivos y convertirlos en pensamientos domesticados al servicio de intereses funcionales.

          La auto-organización epistémica de los saberes surge, entonces, en condiciones de caos, las mismas condiciones que tienden a destruir los conocimientos. No es nada bueno para el pensamiento, construirse en estas condiciones, sin embargo, sí podemos esperar algo creador, debemos pasar por estas condiciones.  Podemos esperar tener los sueldos y las condiciones que tienen los profesores de algunas universidades fuera del país para crear pensamientos, pero nos sorprendemos cuando vemos que en esas universidades no hay pensamiento. En realidad el punto cero lo encontramos en las situaciones de total comodidad o en las de absoluta imposibilidad.

          La capacidad auto-organizativa no es algo mágico, no quiere decir ello que haga parte solamente de la ideología. No hay duda que los conocimientos tienen una función dentro del poder aunque quienes hagan o enseñen estos conocimientos no se hagan la pregunta sobre el poder. Más bien, el poder funciona de una mejor manera cuando no nos preguntamos sobre el poder de lo que enseñamos o de los modos como pensamos.

          El hecho de que los conocimientos no se separen del poder no es igual a pensar todo conocimiento desde el campo del interés o de la enajenación. La auto-organización es otra condición de los seres vivientes. Por ejemplo para un politólogo marxista o de derecha era imposible pensar el movimiento de los forajidos en Ecuador en la Caída del Expresidente Gutiérrez, como algo que no tuviese que ver con algo. Quién manejo el movimiento, quién estaba detrás, quién pago? Etc., Estas son preguntas que nos hacemos cuando no creemos que las cosas pueden funcionar por sí mismas. La gran imposibilidad dentro de nuestros análisis es entender que las cosas pueden suceder sin el Gran otro, llamado ideología, inconsciente o dinero. El movimiento de la auto-organización es un giro natural, de vida. Si estás amenazado tienes que pensar de otro modo, si la vida te cambia de la noche a la mañana no puedes seguir haciendo lo que antes hacías, pues simplemente te mueres.

          Para quienes admitimos que la vida nos sorprende o para bien o para mal sabemos que el principio de autoorganización no puede ser colocado en el campo de la ideología, ni siquiera de las inversiones libidinales de Deleuze. No es que por salir de lo que esta detrás tengamos que caer en la conciencia hegeliana, el lugar esta en otra parte más cercana al funcionamiento de la vida. Así, los conocimientos viven retados y obligados a regenerarse en las condiciones de caos que son también las que provocan las condiciones para las que pensar es un lujo.

3.     La auto-organización y los procesos de aprendizaje

Existe un proceso infalible de aprendizaje. No existe, y no porque solo somos diferentes sino porque aquello que es válido para aprender determinado conocimiento no lo es para otro, o porque algo que nos sirve hoy no es garantía que nos sirva mañana. A pesar de la precariedad de los procesos de aprendizaje o de la pedagogía no podemos renunciar a ella.

          La auto-organización de Foerster nos induce a fijarnos más en los procesos que en las sustancias. Decir qué es aprender?, es una indecencia. Nunca sabemos que es aprender y menos cuando intentamos preguntarlo a quienes aprendieron alejándonos de los textos oficiales sobre el tema. Esta incapacidad de alcanzar las sustancialidades se encuentra reflejada de modo profundo en la carta a un amigo japonés publicada en 1985 de Jacques Derrida donde dice que no es posible conocer qué es deconstruccion por problemas de contexto, de connotaciones semánticas, afectivas y patéticas entre otras. Los conceptos que utilizamos para definir este concepto son impropios, viven en la tachadura, en la imprecisión constante.

          El conciente desplazamiento de la sustancia nos hace entrar en algo muy parecido a lo que encontramos en el Principe de Maquiavelo.


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