LA INSEGURIDAD ESFÉRICA DEL CONOCIMIENTO



1.     El campo inseguro

          Partamos de tres situaciones-fenómeno propias al conocimiento. Una de ellas es le error y la ilusión. El error y la ilusión son dos hechos originales al conocimiento, pudiésemos decir, naturales a éste. A primera vista, el error puede ser concebido como un obstáculo para el conocimiento, en otras palabras, el error se ubica en la otra frontera de la certeza. Errar es contrario a acertar.  Hoy, se sabe que el error más que un obstáculo es una ayuda; el error convive con las certezas, es básico al conocimiento. 

          La presencia del error hace que nuestra pregunta cobre un carácter urgente porque descubrimos que lo propio del error y de la ilusión es de aparecer como verdad. El error y la ilusión no se manifiestan como tales, de ahí su difícil ubicación y conciencia. Entonces, ¿Qué son el error y la ilusión?, ¿simples “fracasos del conocimiento”?  La historia del pensamiento nos advierte sobre la existencia en determinadas épocas de una sistematización justificada del error o una normalización institucionalizada, como la esclavitud, el apartheid, la subordinación de la mujer, etc.

          Otra manera de abordar el error y la ilusión es a  través de lo que el conocimiento occidental ha considerado como no-conocimiento, por ejemplo, los mitos, las creencias, las religiones, las tradiciones, las herencias del pasado. Con la Modernidad, todos estos elementos fueron considerados errores e ilusiones y fueron destruidos, colocando en peligro las culturas lejanas a la cultura dominante de Occidente.

          ¿No habría necesidad en pensar que el error y la ilusión no se encuentran fuera de la razón sino dentro de ella?. Además Popper ha llegado a afirmar que el error hay que buscarlo en la racionalidad misma. El avance científico pertenece a la dinámica de las matemáticas de probabilidades donde lo único que se puede conocer es el error, más la verdad absoluta hace parte de las ilusiones epistemológicas tradicionales. La ciencia no escapa al error, es más, la construcción de la ciencia ocurre gracias al error. Las leyes científicas para que sean fiables necesitan ser refutables, es decir, erróneas.

          Diversos hechos sociales nos indican la cohabitación con el error. Así, la ideología se camufla en las ciencias, el partido toma la forma de Mesías-salvador, de absoluto religioso. El imperativo de la democracia justifica las invasiones, etc…

          La admisión del error y la ilusión es un cuestionamiento directo a la razón. Por consiguiente, preguntemos: ¿Es la razón imperfecta? ¿Existe una fuente irracional dentro de ella? ¿No será que la racionalidad se alimenta de la irracionalidad? ¿Necesita la racionalidad de la irracionalidad para auto-producirse  al mismo tiempo que chocan? ¿No es gracias al error que la razón avanza? ¿Existe una relación dialéctica entre las dos?

          La segunda situación fenómeno para justificar la pertinencia de la pregunta es lo desconocido. El conocimiento es irónico porque a medida que avanza amplía el campo del desconocimiento. No sabemos que no conocemos por falsa humildad sino porque nos hemos aventurado en el conocimiento. La paradoja es sorprendente, al mismo tiempo que la ciencia logra gigantescos progresos, lo desconocido aparece con dimensiones increíbles. Pareciera que lo conocido nos aproximará más a lo desconocido.

          ¿Cuál es el efecto de lo desconocido para nuestro conocimiento? Yo diría que son varios los efectos: Primero, lo desconocido desenmascara la relatividad de nuestro conocimiento. El conocimiento, cuando se absolutiza, se convierte en un absoluto error. Segundo, lo desconocido desafía nuestros conceptos, nuestras lógicas, nuestra inteligencia. Es un desafío porque lo desconocido problematiza nuestro conocimiento. Tercero, hay conocimiento porque existe el campo de lo desconocido. El conocimiento avanza gracias al campo de lo no-conocido. De esta manera, el aniquilamiento del campo de lo no-conocido conlleva la aniquilación del conocimiento. Así, el conocimiento nos lleva hacia nuevos conocimientos y  de manera indirecta hacia el desconocimiento. El desconocimiento, entonces, más que un límite es un atractivo que nos inseguriza porque corrige, niega o confirma lo conocido.

          La última situación-fenómeno para aclarar la pertinencia de la pregunta inicial es el punto ciego del conocimiento. Ya el error, la ilusión y el desconocimiento nos advertían sobre la existencia de un punto oscuro en el conocimiento. No existe la razón sin la confrontación con el error, la ilusión y el desconocimiento, es decir, no existe la razón sin aquellos elementos que atentan en su contra. Pero el punto ciego es el punto que se encuentra en el conocimiento mismo; es el punto en el que la razón se sostiene. Aclaremos con un ejemplo: El Cotopaxi se puede ver desde todos los lugares de Quito con excepción de un lugar, y es cuando alguien se coloca en el Cotopaxi mismo.   El conocimiento conoce sin conocer cómo conoce? Entonces, ¿Qué seguridad tiene un conocimiento que conociendo no conoce la manera como el mismo conoce?

          El descubrimiento del punto ciego nos hace perder el punto de equilibrio porque nos preguntamos si: ¿Se puede considerar a la razón como instrumento universal? ¿No existen otras formas de conocer más seguras que la razón? El énfasis en la razón no esconde una dimensión totalizante? ¿No es la razón universal la que ha atropellado las culturas no-occidentales? ¿No hay otras formas de racionalidad como la racionalidad de la mujer, de lo negro, de lo indígena que han sido negadas dentro del discurso de la universalidad de la razón? Aún, la lucha contra la creencia ¿no esconde una racionalización occidéntalo-céntrica? En nombre de la razón, nosotros ¿no hemos destruido, mutilado, ignorado tesoros de conocimiento  Por tal motivo, el siglo de las luces -Aufklarung ¿no ha permanecido en la noche y la neblina ?

          Si todo punto de vista ilumina lo que está al frente y esconde la ceguera del lugar en el que se asiente, debemos preguntarnos sobre el conocimiento del conocimiento. Toda supuesta verdad merece ser interrogada y todo conocimiento necesita ser dilucidado. La verdad se transforma hoy en una pregunta. El punto ciego nos lanza hacía una pregunta fundamental: ¿Cuál es la naturaleza de la verdad? Qué tan segura es la verdad?

          Las tres situaciones-fenómeno nos condujeron a tener alguna claridad sobre la pertinencia de la pregunta.  Creo que sin todavía tener una respuesta a la pregunta ya sabemos, por lo menos, en que medida vale la pena colocarnos la pregunta iniciando por el punto arquimédico. 

 

2. El punto arquimédico o el principio de una esfera


          La pregunta sobre el punto de partida del conocimiento merece algunas precisiones.

 

§  Primera: preguntarse  sobre el punto de partida o sobre el principio del conocimiento es llegar a saber qué es el conocimiento. La mirada al pasado es una dilucidación del presente. Responder a lo que ha sido y sobre todo, dónde se ha originado algo, es aproximarse a aquello que ese algo es.

 

§  Segundo: los principios son de orden cronológico, y en este sentido, biológico o también son de tipo lógico filosófico. Un principio puede ser algo que está en el lugar del origen o algo que esta en ordenando un discurso o una estrategia.

 

§  Tercero: el principio es dialéctico. Cuándo preguntamos por el inicio de algo, podemos preguntarnos por el inicio del inicio y volver a preguntar por el inicio del inicio del inicio y no detenernos nunca. La causalidad tiende al infinito, lo cual no es igual a lo indefinido como bien lo señalará Leibniz.

 

§  Cuarto: El principio aunque se inscriba en las reflexiones de tipo causal, se articula con el final. Por las causas conocemos las finalidades y las finalidades nos llevan a las causas. No hay final sin principio ni principio sin final.  Desde la Metafísica de Aristóteles ya ha sido insinuada tal idea.

 

§  Quinto: La pregunta sobre el principio no escapa a las respuestas de tipo arbitrario. En la manera como las cosas empiezan hay azar y alea. Todo principio está constituido por una gran dosis de arbitrariedad.

 

          Ahora si preguntémonos sobre: ¿Cuál es el punto de partida del conocimiento? ¿De qué depende que nosotros conozcamos? ¿Cuál es el punto arquimédico del conocimiento?

          Una primera respuesta la encontramos en Descartes. Él afirmó que la seguridad del conocimiento descansa en las ideas claras y distintas elaboradas por el Ego Cogito -Yo Pienso-. El Empirismo colocó su confianza en la percepción. La Gestalt contrastó con el Empirismo develando la forma apriori que antecede a las impresiones. La comprensión del mundo guía la percepción. Para Humbolt, cada uno de nosotros nace en un mundo ya comprendido y a ese mundo tenemos acceso por la palabra. En este sentido afirmaba: “todo lo que quiero conocer es, de algún modo, ya conocido”. Heidegger piensa que intuir y pensar no son las primeras operaciones del entendimiento, lo primero es la comprensión. El pensar y el intuir se derivan del comprender. Nada se intuye ni se piensa sino ha sido comprendido. Además Heidegger menciona el Trato Procurante como la condición del ser en el mundo para conocer. Yo conozco el uso de las cosas, después resuelvo la pregunta sobre aquello que las cosas son. El modo de ser de las cosas es su disponibilidad. La conformidad de una cosa vive en concordancia con la conformidad de totalidades. La comprensión natural del mundo, Dilthey la llamó el trasfondo de vida: yo decido conocer porque tiene relación con la vida. El trasfondo de vida es el ámbito en el que conozco las personas y las cosas. Para Bergson, la comprensión natural es la práctica. El homo faber antecede al homo sapiens. El hábito determina la conducta del individuo en Dewey, sin el poder de ser advertido. Cassirer menciona la aprensión fisognómica para enfatizar en la proximidad de las cosas como la primera condición para que estas sean conocidas, por esta razón, la realidad conocida es una realidad plena de afectividad. Veamos todo ello con mayor detenimiento.

          La filosofía fue la primera rama del saber que comenzó a interrogarse sobre el conocimiento. En el siglo XIX, con el desarrollo de las ciencias, la Filosofía del Conocimiento pasa a un segundo plano. Recordemos que Augusto Comte, con sus tres estados: el religioso, el metafísico o filosófico y el positivista, pensó que el estado filosófico era un estado inmaduro cuya superación debe llevar al positivismo o Teoría de las Ciencias. Como consecuencia de dicha confrontación aparece la Epistemología. Hoy en día, las nuevas teorías epistemológicas serán colocadas en sospecha a partir de la crisis de la ciencia. Por tanto, la teoría del conocimiento y la Epistemología se enfrentan a un fracaso. Luego, la pregunta por el conocimiento parte de la pregunta por el fracaso y esta pregunta nos lanza de igual manera, a preguntarnos sobre la necesidad de tener un sólido fundamento para el conocimiento: ¿Cuál podría ser el punto seguro para el conocimiento? ¿Es posible tener un punto seguro?

          Tanto el Racionalismo como el Empirismo han buscado un punto de partida sólido para edificar un conocimiento cierto. El Racionalismo con Descartes fue el primero en responder con absoluta seguridad a la pregunta sobre el punto de partida del conocimiento. Descartes separó todo lo que significa la más leve duda. Para obtener la certeza era necesario prescindir, dudar, apartar, comenzar desde el principio, ir hasta la raíz y la mejor forma de llegar a la certeza es atravesar el camino de la duda. La duda desplazó el conocimiento hacia el "Yo pienso" y el "yo pienso" hacia el "Pienso luego existo". De lo único que no se puede dudar es de la propia duda. El pensamiento será lo único que puede verificar la existencia.

          En efecto, para Descartes, el punto de partida fueron las ideas claras y distintas, es decir, las cosas que comprendemos sin confusión ni obscuridad. El criterio último de verdad es la evidencia. La evidencia significa lo convincente, lo inteligible. La evidencia se sitúa más allá de lo sensible. Lo inmediato es lo inteligible. La verdad evidente no necesita ninguna demostración. 

          Pero la teoría racionalista va a entrar en duda ¿Dónde fracasa la teoría racionalista?, en cuanto a que lo evidente no es tan evidente, o que las muchas cosas que nos parecen tan evidentes no lo son. Además lo evidente tiene más relación con la Estética que con la Epistemología. La evidencia no es un estado inteligible sino un sentimiento concomitante, en realidad no puede ser un criterio definitivo. Por tanto, lo evidente es una tesis que debe ser demostrada. Por otra parte, la razón cartesiana ha sido denunciada como una razón parcelada, con partido propio, occidental, blanca y machista. Para Dussel, el Ego Cogito es igual a Yo Conquisto. Para las “filósofas”, la razón cartesiana no es universal por su hurto al género y en general a todo tipo de singularidades epistémicas que escapen al yo cartesiano.

          Por su parte, el Empirismo se fundamenta en la evidencia de la percepción. Él se encarga de remitir todo el conocimiento a la experiencia. Hume pensaba que: "todas nuestras ideas o concepciones débiles son copias de nuestras impresiones o concepciones más vividas". Locke también afirmaba: "Para probar la validez de una idea basta con preguntar a qué impresión debo atribuirla". Luego el punto de partida del Empirismo son las impresiones que ocurren a partir de los sentidos. En este sentido, si yo veo una silla yo puedo comprender lo que es. El valor del conocimiento está en los sentidos y los elementos de la sensibilidad, construyen la percepción.

          ¿Dónde falla el Empirismo? La Psicología de la Gestalt discrepa con la hipótesis empirista de las sensaciones simples y aisladas, o al menos, éstas no se encuentran al comienzo del proceso perceptivo. Para la Gestalt, al comienzo de todo conocimiento existe una concepción integral de las formas. En realidad, yo no conozco la silla porque la percibo, antes de la percepción existe la comprensión de la silla, de otro modo no sería posible conocerla. El todo es anterior a las partes obtenidas por la percepción. La comprensión es anterior a la percepción. Además, la percepción no puede captar sino partes y el todo es más que la suma de la partes. De tal manera que ciertas formas privilegiadas guían nuestras percepciones visuales y operan como a prioris. Por ejemplo si yo dibujo una circunferencia y si creo que es imperfecta, sólo puedo decir que lo es porque tengo en mi cabeza la representación de la circunferencia perfecta. El apriori es normalmente lo perfecto. Lo que guía la percepción de lo imperfecto es lo perfecto, es decir, las formas. Pero igual yo podría pensar que la concepción de lo perfecto no se puede realizar sin lo imperfecto. Luego, lo imperfecto sería también un a priori y de esta manera caemos en un círculo innatista.

          Según la teoría de la Gestalt, el enfrentamiento con lo desconocido sólo puede ocurrir a partir de lo conocido. En este sentido sólo sería posible conocer cosas ya conocidas. Alguien decía algo que cabe muy bien aquí: “No te buscaría sino te conociera desde antes”. Algunos trabajos de investigación se orientan en este sentido cuando las preguntas no son las que orientan el trabajo sino las respuestas obtenidas de antemano. Muchos no van a buscar algo sino a confirmar lo que ya se piensa desde antes y éste camino estaría más cerca de la creencia que de la certeza racional.

          En síntesis, para la Gestalt toda percepción, todo oír, todo ver, es guiado por una comprensión del mundo y de las cosas que ya se encontraba en el sujeto cognoscente. La comprensión del mundo guía a la percepción. Si yo estoy pensando en fantasmas y oigo un ruido inmediatamente lo integró al mundo de los fantasmas en el que estoy pensando.

          ¿Ha fracasado el Racionalismo y el Empirismo? Debemos desistir de la búsqueda de una certeza ? La sospecha de estos grandes sistemas nos hace creer que en el mundo sólo hay opiniones ¿estamos a la merced solo de ellas? El planteo hermenéutico responde a estas preguntas y para hacerlo inicia afirmando la necesidad de situarnos conscientemente en el mundo. En este mismo sentido Humbolt pensaba: "Todo lo que quiero conocer es, de algún modo ya conocido”. El conocimiento no es por principio una construcción comenzada desde abajo sino una corrección y una precisión continua. La estructura de corrección nace de la insuficiencia del conocimiento. El mundo no hay que conocerlo sino interpretarlo y, ¿qué es interpretar? es partir de la intención del autor descontextualizando el ayer y re-contextualizando en el presente. Para Humbolt, el punto de partida es la palabra. La percepción es guiada por la palabra. Sólo puedo hallar en el mundo aquello para lo que tengo una palabra. Humbolt pensaba que nacemos en el mundo ya comprendido y a este mundo tenemos acceso por la palabra. Antes de nacer todo tenía palabras. La palabra es anterior a la percepción, por eso, ella guía la percepción. Antes de la percepción, hay una comprensión de las palabras. Para poder percibir debo comprender el significado de las palabras. La falta de comprensión semántica tiene como consecuencia la ceguera del conocimiento. Lo único que asegura la percepción es la comprensión. Luego, el pensar y el percibir están mezclados en un proceso indivisible.

          Como podemos observar, el planteamiento hermenéutico no cree que se pueda partir de las partes para luego ir al todo. Él considera que se debe partir del todo para luego ir a las partes. Así, el punto de partida del conocimiento siempre es algo y nunca es nada.

          El planteamiento hermenéutico suele tener referencias antropológicas. La dimensión previa es la vida humana. La comprensión de la naturaleza y la posibilidad del conocimiento la hacemos desde los supuestos antropológicos. La propuesta se rige por el imperativo de la articulación de los saberes con la antropología concreta. De esta manera, el conocer es introducido en la totalidad de la existencia humana. La pregunta sobre el conocimiento es la pregunta sobre el hombre, y la pregunta sobre el hombre es la pregunta por el conocimiento. Esto no significa que el pensamiento se diluya en la antropología o viceversa.

          Para el planteamiento antropológico el mundo es comprendido como punto de partida. El mundo en el que nacemos es un mundo ya comprendido. No es posible ir a un estado anterior. El comprender es lo que está en la base del conocimiento. De este modo, Heidegger afirma que el intuir y el pensar no son los elementos primigenios del entendimiento. Lo primero es la comprensión. Es más, el pensar y el intuir se derivan del comprender. Nada se intuye ni se piensa sino ha sido comprendido.

          El mundo comprendido hace que el hombre experimente un permanente encontrarse, pero no es un encuentro abierto, generoso, es más bien un encuentro lleno de determinaciones ya que el encuentro es con algo que en cierta manera ya se conoce, ya se sabe y se da para ser sabido. Por lo tanto, el hombre no es un ser suspendido en el espacio, porque no es un ser sin mundo; desde siempre el hombre está en el mundo y comprende lo que ya está comprendido. La comprensión natural del mundo determina lo comprendido. Lo comprendido de la comprensión natural del mundo me ofrece las bases para comprender y el comprender retro-alimenta la comprensión natural del mundo.

          La comprensión natural del mundo Dilthey la llama "Trasfondo de vida": yo decido qué conocer cuando ello tiene relación con mi vida. El trasfondo de vida es el ámbito en el que conozco las personas y las cosas. Esto también quiere decir que ¿nadie conoce por mí, yo soy absolutamente libre para conocer, yo soy quien decide qué conocer?, ¿cuándo ? y ¿dónde conocer? De esta manera, en mi conciencia no hay personas y cosas conocidas sino personas y cosas vitales. Yo comprendo porque eso que quiero conocer está lleno de sentido para mi vida y estar lleno de sentido es lo que hace que yo comprenda. El Lebenswelt de Husserl es análogo al Trasfondo de Vida de Dilthey .

          Para Bergson la comprensión natural es la práctica. Para él, la fundación del conocimiento teórico es la práctica. Si la práctica es el fundamento del conocimiento, el alcance de la teoría es la práctica. Todo lo que no es práctico no puede ser ni comprendido ni entendido por la teoría. La práctica es la que marca la posibilidad o imposibilidad de la teoría. Lo que no sea práctico tampoco puede ser teórico. Por tanto, la inteligencia está al servicio de la acción. La inteligencia que no pueda comprender la vida y su devenir no está preparada para ser una inteligencia teórica. En fin, el pensamiento se ordena a la acción.

          La necesidad de conocer vive interrelacionada con las dificultades: Nosotros desarrollamos el conocimiento porque existen obstáculos. Los tropiezos de la acción despiertan la intensidad de conocer. Los obstáculos son para el conocimiento lo que la zanahoria es para el conejo. Luego, el conocimiento existe porque existen dificultades y prohibiciones. Además, la conciencia no es algo que se encuentra originariamente dada sino que se encuentra determinada por el desarrollo del conocimiento.

          El conocimiento se origina con un hombre fabricante. El hombre que se encuentra en contacto con las cosas, es el hombre que conoce. Antes que el hombre sea científico, él es hacedor. Antes de ser pensador tiene las "cosas a la mano." El pensar está antecedido por el hacer. El punto de apoyo de la inteligencia es el trabajo. El homo es sapiens por su condición de faber. Luego, el hombre no puede definirse por la razón sino por la capacidad práctica de utilizar y servirse de herramientas.

          La comprensión del mundo para Dewey es el hábito. El hábito determina la conducta del individuo sin que éste lo advierta. El hábito guía el pensamiento y la percepción. El hábito es un comportamiento que está en el origen del conocimiento y es un comportamiento lo que determina el conocimiento y, no lo contrario. Los hábitos son adquiridos y no son innatos: No nacemos con hábitos, los aprendemos. Los instintos están unidos a los hábitos. Los instintos amenazan con resquebrajar los hábitos.

          Al igual que Bergson, Dewey piensa que el conocimiento ocurre por obstáculos. Él cree que cuando un hábito se rompe se genera pensamiento. El conocimiento nace como superación de una dificultad. No conocemos por conocer, conocemos por dificultades. Por tanto, podemos interrogar a cada conocimiento sobre la dificultad superada. Por consiguiente, la vida sana y armónica no piensa porque no necesita hacerlo. Parece que el conocimiento fuese el más alto producto de una vida convulsionada. Él debería correr hacia las dificultades para desarrollarse. La perturbación sería tan necesaria que sino se diese habría que buscarla. El conocimiento sería el hijo de los más variados traumatismos, y estaría compuesto por múltiples rupturas.

          El Trato Procurante de Heidegger es la comprensión natural del mundo. El Trato Procurante; es la manera cómo el hombre se encuentra en el mundo. El hombre conoce las cosas porque le son útiles. La primera mirada sobre las cosas es una mirada de utilidad. Las cosas son cosas para mí por su utilidad.  El útil está definido por el para qué y no por el qué.  El útil no aparece aislado. La utilidad desenmascara el carácter socializante de las cosas, carácter al cual son subordinadas. Si la utilidad es el para qué significa que el para... es constitutivo de la utilidad. Ejemplo: el martillo es para martillar. El ser es un para... y sin el para.... no sabemos lo que son las cosas. Para Heidegger es imposible conocer algo y después conocer su uso. El martillo lo conozco primero por su martillar y luego por una masa de hierro que tiene determinado peso. Lo que conozco del martillo es que martilla. La utilidad me lleva al ser de la cosa. Luego, por el empleo de las cosas aprendo aquello que las cosas son.

          El modo de ser de las cosas es su disponibilidad. Las cosas útiles son cosas disponibles. Las cosas disponibles son cosas que están a la mano, son cosas prontas para ser tomadas. La disponibilidad de las cosas está dictada por la obra. La atención de la cosa se dirige hacia la obra, luego el conocimiento útil de la cosa es el conocimiento de Telos (fin). El conocimiento es de naturaleza final y éste se ordena por el uso de la cosa en una obra.  Es la finalidad de la obra la que hace que la utilidad de la cosa pase a un segundo plano, es decir, a mí no me interesa el martillo sino la mesa.

          La conformidad de cada cosa aborda una conformidad de totalidades. El uso de la cosa hace que la cosa tenga su propia conformidad, y su propia conformidad apunta a una diversidad de conformidades. El martillar no me sirve sino para martillar, pero el martillar me sirve para una multitud de cosas que necesitan ser martilladas. Al mismo tiempo que la conformidad es abierta también es limitada.

          Esta correlación entre la conformidad de la cosa y las diversas conformidades es para Heidegger la implementación de la correlación entre las cosas individuales y el mundo, es decir, las cosas individuales se comprenden a partir de la comprensión que yo tenga sobre el mundo. Si en mi comprender sobre el mundo cabe la acción martillar yo podré comprender lo que significa un martillo. Si mi mundo es totalmente indiferente al martillar, luego yo puede pasar al lado de miles de martillos sin que estos me interesen. El conocimiento de las cosas depende de la comprensión que yo tenga del mundo. Luego, el punto de partida no es la utilidad de la cosa sino que es la comprensión del mundo dado por el Dasein.

          El mundo comprendido, que determina el conocimiento de las cosas individuales es un mundo técnico, artificial creado por la voluntad humana del orden, es un mundo transparente, sin trasfondo ni profundidad. Este mundo es así porque las cosas interesan sólo por su utilidad. Las cosas responden a una función. Las cosas solamente sirven.

          Cuando el utensilio disponible no está a la mano el objeto se convierte en subsistente. El ser subsistente de la cosa se evidencia como un modo deficiente. Algo es deficiente porque no está. ¿Cómo lo ausente se convierte en deficiente? Lo ausente sigue siendo útil aunque no esté.

          Para Heidegger, el obstáculo desempeña un papel importante: sólo en estado perturbado advertimos cómo eran las cosas en estado imperturbado. Lo que es aparece cuando es negado. Las cosas sólo se perciben cuando estas no son.

          Por último, para algunos filósofos, la percepción es el punto de seguro del conocimiento. Percibir es certificar. El percibir es del orden de la sensibilidad ¿Cómo ocurre la percepción ? Cassirer piensa que lo percibido es lo que se encuentra próximo y a eso próximo lo llama "la aprehensión fisognómica". La percepción sería el paso del ella o él al tú. La percepción es el prevalecimiento del tú. En este sentido, la percepción comprende y no solamente sabe sobre algo.

          Para Cassirer, el carácter Fisiognómico es el reconocimiento del rostro del mundo. El mundo tiene su propio rostro. El rostro del mundo es concebido como totalidad. La realidad aprendida no es la realidad original es decir un mundo determinado por objetos que se encuentran frente a nosotros. La realidad aprendida es una realidad llena de afectividad. El principio del conocimiento estará ligado a la afectividad. Luego, antes que el hombre logre conocer, primero experimenta un afecto, y el afecto hacia el mundo convierte a él o ella en tú.

          La primera relación con la cosas se hace a través del señalamiento. El hombre es un ser señalador. Antes de conocer el hombre señala. A partir del gesto señalador sobreviene la objetivación de la realidad. El señalamiento es básico para la teorización. Cuando la palabra se separa de la función señaladora, deviene el símbolo y aparece el lenguaje.

          ¿Cuál es la función del lenguaje? Únicamente dentro del lenguaje captamos la realidad. El hombre está inmerso en el horizonte de la explicitación del lenguaje y por ningún motivo puede salir de ahí. El lenguaje nos introduce, nos relaciona, y nos encierra en el mundo. No nos podemos relacionar con el mundo sin lenguaje, pero tampoco nos podemos salir del mundo porque el lenguaje nos ata a él. La única manera de acceder al mundo es el lenguaje, se concluye desde Pierce. Así, el mundo en el que vive el hombre es un universo simbólico y no meramente natural sin embargo, predomina el mundo simbólico. ¿Por qué la predominancia del mundo simbólico? Porque el hombre no puede mirar a la realidad directamente, es por esta razón que el hombre vive dentro de formas lingüísticas.

          Pero no son sólo las formas lingüísticas las que nos relacionan con el mundo sino que son también las obras de arte, los símbolos míticos, los ritos religiosos. Nada se puede discernir o interpretar sin recurrir a los símbolos artificiales. Cassirer afirma: "toda realidad que aprendemos o que conocemos es ya una realidad interpretada porque la única manera de llegar a ella es a través de todos los recursos artificiales”. Entonces, todo esfuerzo de conocimiento es una interpretación y todo conocimiento del conocimiento es una interpretación de la interpretación.

Ante la dubitación y la pluralidad de respuestas anteriores, ¿qué podemos pensar? Cuando nos preguntamos sobre el comienzo del conocimiento aparece una tiniebla impenetrable. Thomas Mann afirmaba: "Toda profundidad no tiene fondo". De igual modo pensaba Dilthey: "todo comienzo es arbitrario". Con el conocimiento pasa algo muy parecido a lo que pasa con la vida: Nadie nos preguntó si queríamos vivir, simplemente vivimos, y nadie nos pregunta si queremos morir, simplemente morimos. En la vida nos encontramos arrojados y no podemos retroceder. Estamos ahí y nadie puede evadir la vida sin herir la vida. De igual manera, aunque el principio del conocimiento se nos escapa, no se puede evitar conocer. Nadie puede parar el conocimiento, el conocimiento es un estar ahí, inevitable.

Pienso que la pregunta sobre el principio del conocimiento tiene una forma esférica, es decir, preguntamos al conocimiento desde el conocimiento. Tal situación geométrica nos sitúa en un absurdo que consiste en: toda espera no tiene ni principio ni final. Nadie pregunta sobre donde comienza y donde termina el círculo. Puede ser en cualquier lado como puede ser en ninguno.

El movimiento circular del conocimiento nos lanza al perspectivismo entendido no en el sentido de Liebniz ni de Nietzsche sino de una complejidad que se afirma en la Inter.-relación, la Inter.-retro-acción y la multi-causalidad.

 


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