LA IMPOSIBILIDAD DE LA VERDAD EN F. NIETZSCFHE



1. LA PRETENSIÓN DE LA VERDAD ESCONDE EL MIEDO A LA VIDA.

          En Kant, la "cosa en sí" es incognoscible. El Noumeno escapa al conocimiento. Sólo es posible conocer el "fenómeno". De igual manera para Nietzsche, "toda verdad es una mentira" porque la vida es incognoscible. La vida no se deja atrapar por el conocimiento. La verdad no es más que una interpretación de la vida; el decir sobre la vida no es la vida misma. No es lo mismo hablar sobre el dolor que sufrir dolor como no es lo mismo hablar sobre la alegría y estar alegre. El objeto del conocimiento no es más que una caricatura en el discurso del mismo, una interpretación que normalmente desfigura el objeto.

          Para qué conocer? Qué es lo que nos impulsa a conocer? Para Nietzsche, el conocimiento se encuentra justificado en el escape a la vida.  En el fondo, las aserciones sobre la vida no son sino para escapar de esta. Nosotros debemos dar pensamientos para huir de la irracionalidad de la vida, de su violencia. De ahí que toda interpretación es una tergiversación. Toda palabra es una decoloración de la vida. Nosotros elaboramos discursos sobre el dolor para escapar a este, para no enfrentarlo. Y la vida no es para ser interpretada sino para ser "contemplada, abrazada, recibida". 

          El saber se intenta justificar cuando decretamos su origen en la experiencia. Su error queda al descubierto cuando nos damos cuenta que este no nos sirve para la vida. Nietzsche considera que el estudiante recibe en la universidad lo que no le importa. La universidad y la educación, en general, aprecian la acumulación de conocimientos y este conocimiento no sirve para la vida. Muchos creen que el acumular es conocer. La acumulación se coloca de espaldas a la vida. Más que la acumulación de conocimientos lo que interesa es ayudarle al estudiante a afrontar el aquí y el ahora, ayudarle asumir la existencia que tiene abierta ante sí. Lo que importa es la interrogación de la existencia humana. Un conocimiento que acumula para conquistar es correlativo a la pérdida de lo humano. La deshumanización del conocimiento se encuentra en la perdida de relación con la vida. El conocimiento que se cierra a la existencia crea un hombre que es alimentado por la apariencia y que permanece reducido a la apariencia. Terminamos viviendo tan metidos en la apariencia que consideramos que la apariencia es la vida misma. Para Nietzsche el conocimiento que no se abre a la vida es un conocimiento cínico y el cinismo para él se parece a:" parecer siempre feliz y persuadirse de que se lo es".

          Nietzsche cambio el "COGITO ERGO SUM" por el " VIVO ERGO SUM". Desde esta perspectiva crítica a Hegel el haber involucrado la valoración intelectual y moral con la valoración religiosa en oposición a la vida.[1]

          Para Nietzsche la razón que nace en la modernidad con pretensión científica, es una razón unificadora, totalitaria y religiosa que intenta ordenar y reducir la diversidad de los fenómenos. La pluralidad de la vida se pretende meter en la unicidad de la lógica. Además, en esta tarea se dejan de lado las cuestiones decisivas que conciernen al  hombre y su relación con el universo. Las leyes científicas siguen siendo religiosas puesto que las leyes crean la necesidad de los fenómenos. La necesidad es la razón misma. Y una razón que no logre desligarse de la "necesidad" es una razón de carácter religioso.

          La razón de la ciencia no soporta la discontinuidad y recurre a una unidad inmediata que se sirve de poderes mágicos. Para Nietzsche los científicos son "cerebros en ebullición que no desean conocer la evidencia misma". El conocimiento científico no accede a la profundidad, al fundamento; se trata de un conocimiento que tiene miedo a equivocarse y prefiere permanecer en sí mismo. Así, la verdad y la objetividad, no son más que un sabio mirándose en el espejo, son un universo construido a su medida. No hay relación entre lo que se imagina del mundo y el mundo mismo. El científico cae en la miopía del detalle. Es necesario aceptar la existencia misma en su totalidad según la pluralidad de sus aspectos. También, el científico huye a todo sufrimiento, a todo lo irracional de la vida presente en la existencia. No deja entrar la vida con su dolor, no acepta reconocer la nada de la existencia.[2]

          Nietzsche, en "Más allá del bien y del mal", dice que el error esencial del racionalismo, que tiene su figura en Sócrates, consiste en invertir los términos dando a la razón una autoridad primera o haciendo creer en un tal poder. Así, al afirmar un tal poder, el primado teórico de la razón se consagra a la tiranía sin freno de los instintos y se ignora el elemento irracional existente en los juicios morales.

          La honestidad frente a la verdad no debería buscar la tranquilidad, ni garantizar el modo de vida. La búsqueda de la verdad exige ser uno mismo, e incluso correr el riesgo moral inherente a tal búsqueda: "puedo vivir significa vivir en peligro".

          El hecho que el conocimiento esté implicado con la vida, tiene como consecuencia que la verdad deba ser respetada en su incertidumbre. Por eso la disyuntiva, apariencia - profundidad, queda resuelta en buscar y permanecer en la apariencia[3]: "Hay que amar las apariencias, no pasar de la epidermis, creer en la formas. No debemos pretender ser superficialmente profundos. Ser artistas de la verdad es ser adoradores de las formas".

Optar por la vida es diferente a buscar conservar la vida. La vida es el principio de verdad, y la vida es lucha sin descanso. Conservar la vida es matar la vida y destruir la verdad.  Hay que liberar la vida. Para Nietzsche las morales han despreciado la vida, por ello han sido insensatas, contrarías a la naturaleza, han perdido la humanidad. Con la moral "no se obtiene la risa" porque la moral deshumaniza. Pero la vida no sólo tiene que ver con la risa sino también con la tragedia.

El conocimiento verdadero es el que acepta la vida en sí misma. No aceptarse a sí mismo es escoger el camino de la debilidad. El "sí mismo" está compuesto por la animalidad - humanidad que existe en la persona. El "sí mismo" es el retorno bendito a la esencia de las cosas. El "sí mismo" es el ser y éste se sitúa más allá del bien y del mal.

El conocimiento como vida debe afirmar lo que es interno a su propia vida y ello implica aceptar lo que nos horroriza de nosotros mismos, sólo así se puede vivir. Una vida que no acepta sus propias condiciones, elabora un conocimiento que no es más que la expresión de sus miedos y encierra la incapacidad de vivir su propia vida, o el temor le hace negar y satanizar lo que le horroriza. En el fondo la tesis de Nietzsche es: el conocimiento para que sea conocimiento no puede separarse de la vida aunque la vida se presente como enemiga del conocimiento.

Lo propio del conocimiento verdadero es el desgarramiento, porque no hay vida o creación sin desgarramiento, sin ruptura, sin inversión de estados antiguos. La vida procede esencialmente por infracciones, violaciones, despojos destructores. Del mismo modo, las contradicciones no pueden estar únicamente en el nivel de las incoherencias de los discursos. Las contradicciones no son fenómenos lógicos o formales. Las contradicciones pertenecen a la existencia misma. Un discurso coherente es un discurso erróneo porque no pertenece a la vida. Valadier piensa que el discurso coherente desafía lo no dicho: "las implicaciones no dichas de lo que se dice desborda a la conciencia del que habla y aún cuando se crea en la regla consigo misma, indica una praxis que no corresponde a su palabra".

Por último, el saber está en el hacer porque nosotros comprendemos bien lo que hacemos. Pero el saber no basta para actuar. Para actuar rectamente no basta saber rectamente. Las acciones tienen  presupuestos que modifican los principios del saber. Es falso pretender saber bien para actuar bien. Existe un margen amplio entre los dos y ese es el margen de la irracionalidad.   

 

2. LA PERVERSIÓN DE LA VERDAD RELIGIOSA.

El pensamiento dogmático es una perversión que tiene sus raíces en las secuelas religiosas. Las causas del dogmatismo se encuentran en la religión. La perversión se origina cuando el pensamiento religioso confunde intelecto con necesidad, del mismo modo que lo hace la ciencia, como lo señalábamos anteriormente. Dicha confusión crea la tiranía intelectual del pensamiento dogmático. Un tirano del espíritu es aquel que tiene la necesidad de concluir, de fijar la verdad, de gritar: "esto es eso".  Para ejercer su soberanía cree y hace creer que "la verdad es divina y en realidad no es más que una mentira piadosa". El poder de la tiranía se consigue por la dogmatización del pensamiento. La tiranía no tiene sentido en sí misma. La verdad dogmática pretende regir la conducta de los hombres. Quien pretende dogmatizar esconde ante los demás su deseo de querer dominar ya que toda verdad dogmática oculta la voluntad de dominio. Así, el sujeto al justificar la verdad, lo que ha hecho es justificarse a sí mismo y dominar sobre los otros.

El ateísmo de Nietzsche va más allá de una posición anti-religiosa. El ateísmo de Nietzsche toca el campo epistemológico por esta razón, el ateísmo des-interpreta la historia. Ser ateo es irse contra la teología disfrazada en la historia. El ateísmo denuncia la divinización y la desmonta. Las finalidades históricas no son más que ideologías religiosas camufladas.  De esta manera, en la crítica a visiones unificadoras del mundo y de la historia nace el perspectivismo nietzschiano. Paradójicamente el mundo y la historia dejan de ser infinitos por la falsedad de la unificación divina y empiezan a ser infinitos con el perpectivismo ateo.  La divinidad no ofrece la infinitud, por el contrario, la reprime con sus visiones unificadoras de la vida. La infinitud entra a nuestro hogar cuando renunciamos a la divinización.  El ateísmo nos hace entrar en un mundo que vuelve a ser infinito, el cual se encuentra liberado de métodos y de sistematizaciones unilaterales. El perspectivismo niega la posibilidad de un principio único o de un único camino.

La religión pervierte la razón que ya está pervertida debido a su rechazo de los instintos. La fuente de corrupción de la razón no hay que buscarla sólo en la religión. Nosotros buscamos la religión porque ya nos encontramos enfermos y no caemos en la enfermedad por ser religiosos. Nietzsche afirma que el mundo divino nace de un infierno interior. El buen dios nace del diablo. Nuestra esclavitud es lo que nos lleva a refugios imaginarios, por ello la peor enfermedad del conocimiento es la enfermedad de sí mismo. Esta enfermedad engendra que el hombre viva complacido en su propia falsedad. De esta forma Nietzsche afirma que el hombre es la negación del hombre. El conocimiento religioso es el conocimiento de un enfermo con apariencia de sano.

El conocimiento religioso afirma la verdad de las cosas en total disparidad con ellas. En el pensamiento religioso cuando nosotros definimos algo, en realidad, no concuerda con lo que la cosa es  sino con lo que no es. El principal problema es que el pensamiento religioso establece contratos que si no se cumplen, generan culpabilidad. La primera reacción frente al fracaso es la culpabilización. Fuera del fracaso no podemos imaginar otra cosa distinta a la culpabilidad. Así vivimos encerrados en nuestra propia destrucción ya que la tragedia, el fracaso y el sufrimiento no concuerdan con lo que el pensamiento religioso pretende ofrecernos en la vida, siendo la tragedia, el fracaso y el sufrimiento partes indispensables de la vida. La culpabilización del fracaso nos conduce a un doble fracaso, y sobretodo, a la inmovilidad frente al sufrimiento. Por la culpabilidad dejamos de lado la aptitud del guerrero  para asumir la posición del cobarde.

El conocimiento racional-religioso posee y es poseído por la voluntad de verdad que consiste en la voluntad de búsqueda a cualquier precio, y buscar la verdad a cualquier precio es perversión. Se busca la verdad para saberse en ella. El conocimiento racional religioso intenta fijar la verdad, por ello dice a todo momento: "la verdad esta ahí". Con esta fórmula se pretende amurallar la verdad, limitar la verdad, en una palabra, definirla. Pero en realidad la verdad tiene otra naturaleza: "es púdica, oculta, femenina, y celosa". De tal  manera, que la voluntad de verdad no puede querer la verdad tal como se da. La verdad se da como un evadirse continuamente. La naturaleza de la verdad es femenina: "por ser mujer se da cuando y como quiera". Este deseo de buscar la verdad a cualquier precio nos conduce al fanatismo epistemológico. El fanatismo no es más que el fruto de voluntades débiles que no aceptan la naturaleza femenina de la verdad e intentan demostrar que la encontraron en cualquier lugar. El fanático es alguien que al saberse poseedor de la verdad se hace creyente de ella. El creyente no es más que un "borrego" de otras voluntades, es alguien incapaz de definirse por sí mismo. "Cuando uno tiene la convicción que debe ser mandado, que se le tiene que mandar, entonces se hace creyente". La creencia es la incapacidad de aferrarse al mundo tal y como se le presenta.

Los caminos de la creencia y de la búsqueda honesta de la verdad son caminos opuestos: la creencia se genera en la convicción de la existencia de verdades absolutas. La honestidad de la búsqueda  exige muchos ojos mientras que la creencia lanza una "mala mirada", es más bien un "no querer ver". La verdad es una lenta y difícil búsqueda mientras que la creencia ha renunciado a la búsqueda, no espera nada del mundo. En el campo de la revelación todas las cosas están resueltas. La realidad del creyente se reduce a un libro. El creyente  pretende uniformar la verdad como si existiera un sólo camino para llegar a ella. La verdad es decadente cuando la verdad adquiere la supremacía absoluta. El absolutismo de la verdad tiene por consecuencia la uniformidad, en ella los contrastes se convierten en sospechosos. La verdad auténtica supone una tensión permanente. Sólo cuando hay tensión es posible juntar los elementos dispares sin poder llegar nunca a la absolutez de la verdad ya que juntar perfectamente lo dispar es un imposible.

 

3. RECHAZO DEL SENTIDO Y EL NACIMIENTO DEL PERSPECTIVISMO.

Una cosa es el sentido y otra cosa es el mundo. Para Nietzsche el sentido encierra la totalidad de las cosas en la malla de los conceptos, juicios y conclusiones. El sentido es el arma frecuente de un conocimiento aberrante. Casi como dirá Popper, en estos tiempos: "Las teorías son redes para atrapar la realidad".

La conciencia hace parte del sentido que le damos a las situaciones. La conciencia no tiene en sí misma su razón de ser sino que es la teoría quien se la da. Buscar el sentido es evadir la vida tal como se presenta. La teoría intenta corregir el mundo por medio del saber. El hombre lógico se hace centro, reduce la vida a las dimensiones restringidas de su lógica, pretende honrar a la vida gritando: "te quiero, eres digna de ser conocida". El hombre lógico juzga la vida, reduce el misterio a lo racionalmente cognoscible. Para él, la vida no vale sino en la medida de ser conocida. El racional busca razones para existir y así evade la vida tal cual es.

Dentro del discurso sobre el sentido, Nietzsche critica también al  historicismo, ya que éste quiere plantear como verdadero todo lo que pueda tener orígenes, como si todo lo que tuviera orígenes tuviese sentido o fuera la salvación del mundo, como si todo pudiera ser representado como "aquel tiempo". Para Nietzsche, la sobrevaloración del origen vacía la actualidad del contenido. El historicismo nos hace creer que todo sigue dependiendo del pasado. Con la penetración del origen se incrementa la ausencia de significación del origen. Un auténtico estudio del origen debe llevarnos, de una vez por todas, al estudio del presente. Hay que ir al origen para entender el presente e ir al presente para entender el origen. Pero este ir y venir requiere de la voluntad. La voluntad, como conocimiento, ha de permitir liberar la voluntad de los seres.

La muerte del pretendido sentido es la afirmación de la pluralidad de las interpretaciones, fundadas en el sin-numero de la esencia de las cosas. La muerte del sentido es el rompimiento del esquema de "aquello" sin lo cual no es posible pensar nada más. De esta misma forma, la crítica de la divinidad absolutista libera la voluntad Prometeica que pertenece a la pluralidad. La voluntad Prometeica es la que piensa y acepta la realidad a partir de sí misma, acepta lo que es perecedero, y tiene su origen en una voluntad capaz de decir sí a más de una muerte amarga en nuestras vidas. Niega a los dioses, porque con ello se huye a los trasmundos. Dios es un límite insoportable para la voluntad creadora. El conocimiento creador es un conocimiento que se quiere a sí mismo, quiere al mundo y es apto para sentir al alteridad.

El conocimiento objetivo debe evadir el deseo nefasto del hombre al intentar hacerse centro. Nuestra demencia fundamental es la medir todas las cosas por nosotros mismos. Hay que multiplicar las miradas, es necesario instituir la pluralidad. La pluralidad es la admisión de la libertad. La búsqueda del todo es propia al conocimiento y, al mismo tiempo, es su aberración porque establece un pensamiento dominador. El pensamiento dominador procede de una avidez posesiva y genera monotonía. Lo que es real tiene que multiplicarse. La diversidad y la diferencia pertenecen al mundo, la monotonía y la homogeneidad asesinan al mundo.

La victoria del conocimiento está en la superación del utilitarismo. Las cosas no pueden ser medidas por el placer: "debemos tener la capacidad de perdernos algunas veces, si queremos aprender algo sobre las cosas que no somos nosotros mismos". El engaño del conocimiento se encuentra en identificar las cosas con el intelecto. Hay una distancia precisa entre el intelecto y las cosas. El intelecto se engaña cuando no acepta la alteridad de las cosas. No aceptar la alteridad de las cosas es no aceptar el límite del conocimiento y no reconocer la diferencia de las cosas.

La pasión por la verdad no es la proyección o la búsqueda de sí mismo, sino que es el deseo de lo que es tal como es. El respeto por el ser es propio al auténtico conocimiento. La voluntad de conocer no es captación o fijación posesiva de la realidad. Cuando el conocimiento conoce, oculta la movilidad de las cosas, las detiene y viola sus secretos. El conocimiento pareciera que tuviera miedo a la movilidad y a lo desconocido, por ello reduce lo desconocido con el conocimiento. Hay necesidad de acoger, incluso lo que es desconocido y sorprendente. Entonces, creer que se posee la verdad es un eterno error.

Conocer es decir sí a la realidad, es aceptar que la realidad es más extensa que el conocimiento. El conocimiento es una tarea nunca acabada. El pudor del conocimiento esta impuesto por la misma realidad. El conocimiento se distingue, cuantitativamente, por lo poco: "yo procedo con los problemas profundos como con un baño frío, entrar pronto y salir pronto". El pudor no es el olvido del ser; el respeto pudoroso sabe que "la realidad es mujer que no entrega amorosamente su secreto, sino a aquel quien lo solicita pacientemente, no por falta sino por abundancia de amor". Nietzsche dice: "para nosotros es una cuestión de decencia no querer verlo todo desnudo, no querer asistir a todas las cosas, no querer comprenderlo todo y saberlo todo". Hay que ser modesto en la inmensidad del todo. La verdad demasiado luminosa hace que el hombre se refugie en medio de la oscuridad de la noche.

El conocimiento está imbuido en el PHATOS del distanciamiento. Las cosas merecen distanciamiento porque la realidad es un infinito. La realidad esta más allá de las interpretaciones. Pero el abismo no es sólo la realidad, lo es también el hombre para sí mismo. La profundidad de la realidad y de "sí mismo" no puede ser nunca expresada totalmente por el lenguaje. Todo conocimiento honesto debe finalizar en una pregunta. Este es el perspectivismo nietzschiano que provoca el ocaso de las interpretaciones. En el fondo, el perspectivismo es cambiar las interpretaciones por el asentimiento de la realidad. La realidad no es para conocerla, sino para asentirla, señalarla, abrazarla, respetarla. La pretensión de retener la realidad es la peor falsedad que pueda existir. Sin embargo, el conocimiento tiende a la interpretación, debemos por tanto, buscar que el conocimiento sea la negación de la interpretación. El conocimiento de las cosas debe abrirnos al secreto de las cosas. Nietzsche opina que a las cosas se les debe mirar desde abajo y a distancia, sólo así aparece su grandeza. La grandeza no puede ser vista desde arriba, ni desde cerca. "en lugar de prender el ser en las redes del lenguaje, hay que mantenerse ante él, como Zaratustra, con las palmas de las manos y los brazos muy abiertos para recibirlos". El ser hay que escucharlo, evocarlo, contemplarlo. Por tanto, vivamos la realidad al desnudo.

En conclusión, asentir la vida es descubrir que la vida no puede ser medida por ningún sentido, ni ordenada a ningún fin. El "sí" es aceptar la sobreabundancia de la realidad. La realidad no existe ni en orden a...ni en función de.. ni  a partir de...Hay que decir sí absolutamente al mundo, precisamente donde antiguamente se decía no, un sí que incluye el azar, el mal, la crueldad, la incertidumbre, el imprevisto. El hombre dionisiaco es el gran afirmador de la vida; él no se pone por encima de las cosas, sino que deja a la existencia afirmarse por sí misma; no opone la razón al instinto, ni el conocimiento al  sufrimiento, ni la salud a la enfermedad. Los satisfechos de sí mismos son los que viven sin esperanza. No es posible comprender conceptualmente la realidad. La realidad en toda su desnudez escapa a la conceptualización. El acto creador sólo engendra cuando es consciente de su propia finitud.  



     [1] Valadier P. "NIETZSCHE Y LA CRÍTICA DEL CRISTIANISMO", Ed cristiandad Madrid, 1982.

     [2] Influencia de Shopenhauer, LA VOLUNTAD COMO REPRESENTACIÓN.

     [3] Nietzsche, LA GAYA CIENCIA.


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